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Tenía libre, iba a pasar la tarde con su hermano hasta que sea de noche para volver al departamento que compartía con Reaper. Se sentía renovado, estar una semana afuera había hecho que renovara sus fuerzas, estaba dispuesto a enfrentar su triste realidad otra vez.

Error se despidió desde el umbral mientras Geno se subía a un taxi. Se sentía relajado, veía con mucha calma el cielo oscuro contaminado por las luces que alumbraban las calles. Se demoró poco en llegar, pagó la tarifa y en vez de ir directamente al edificio, fue a una tienda a comprar algunas cosas para comer.

Sería una sorpresa, planeaba preparar algo para compartir un poco con Reaper. En todo ese tiempo había evitado llamar, no tenía motivos de hacerlo si su idea era escapar de la felicidad ajena para encontrar la suya. Pero ese egoísmo siempre lo llevaba al mal camino, si Reaper y Brid salían, les daría el mejor de las suertes.

Al llegar al apartamento, su ánimo se vio atacado.

Reaper estaba sentado en el sofá con música melancólica llenando cada pared. Estaba tapándose el rostro con ambas manos con la espalda inclinada hacia adelante. No se veía para nada feliz.

— ¿...Reaper?

Se notaba que no lo había escuchado llegar, el pelinegro se sobresaltó alzando la cabeza, ahí pudo notar su semblante triste y con ojeras. Geno arqueó sus cejas hacia adentro, preocupado por verle así.

— Hey... ¿Qué tal? —Saludó el aludido sonriendo, pero no podía ya mentir, lo había encontrado en medio llanto.

— Reaper, ¿Qué ocurrió?

— Nada importante, en serio.

— Reaper. Por favor.

El albino dejó las bolsas a un lado y se acercó, titubeante. El pelinegro bajó la cabeza otra vez, deshaciendo su sonrisa fingida para suspirar.

— Brid me rechazó.

— ¿Qué...? Pero si ustedes iban muy bien, ¿Por qué de repente...?

—... No quiero hablar de eso, Geno. —Resopló él, pasándose las manos por el pelo mientras se levantaba, bajó el volumen del reproductor— No te preocupes por mí.

— Reaper...

— Estaré en mi habitación, lo siento si no te acompaño a comer...

Geno no pudo decir nada, se había quedado sin palabras y cuando quiso abrir la boca el mayor ya se había encerrado. No supo cómo sentirse, nunca lo había visto tan triste, ni siquiera cuando ellos habían discutido más de una vez. Se notaba que había llorado.

Se abrazó a sí mismo, quizás podía seguir en pie la idea de preparar algo bueno, le dejaría algo al contrario para levantarle los ánimos.

Gimme love ¦ AfterdeathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora