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Una de las formas que acordaron para conocerse, era salir más allá de las compras. Una caminata por algún lado o pasear en auto. Por más que él les llamase salidas, Reaper lo catalogaba una cita.

Una cita por obligación. Esas dos últimas palabras las agregaba Geno.

Era la cuarta vez desde entonces, y el albino estaba sentado en una banca de la plaza al frente del departamento esperando a que llegase su esposo. Estuvo una hora ahí hasta que se levantó, sin saber cómo sentirse.

— Cuando lo vea le daré la maldita ley del hielo. —Se dijo, cerrando el cierre de su abrigo bastante molesto.

— ¡Geno!

Alzó la cabeza al escuchar su nombre, allí estaba Reaper corriendo hacia él. Frunció el ceño arreglando su bufanda ofuscado, decidido en cruzar la calle para entrar al departamento antes de que le alcanzase y poder encerrarse a su habitación.

No es que le importase tender lazos con el adverso, pero a cualquiera le molestaría ser plantado en una salida, por más que fuese obligada.

— Geno, ¡Por favor, escúchame!

Las manos masculinas del mayor lo detuvieron desde los hombros, forcejeó queriéndose zafarse pero no pudo contra la fuerza impuesta por Reaper. Le miró expresando facialmente lo enojado que estaba, hasta estaba por gruñirle.

— ¡¿Por qué te escucharía si te demoraste una hora en llegar!?

— ¡Siento haber llegado tarde! —Habló, dejando de hacer fuerza pues Geno se quedó quieto— ¡Pero es que vi algo y no pude venir sin conseguirlo!

— ¿¡Y qué!? ¡Hubieses avisado!

— ¡Sí lo hice!

Reaper mostró su celular con los mensajes enviados. Geno abrió sus ojos en sorpresa y revisó el suyo viendo las notificaciones, no estaban ahí; se puso rojísimo al ver que no había prendido los datos.

— Aun así...

— Lo sé, lo siento. De todas formas, tómalo.

Sacó de la bolsa que llevaba un abrigo, pero no era uno cualquiera, sino, el que había deseado Geno cuando fueron juntos al centro comercial la vez anterior. La tomó, muy confundido, ¿Qué estaba pasando?

— Pero... Si valía mucho esto. ¿En serio fuiste a comprarlo?

— Quería que tuvieras un buen recuerdo de esta salida. —Reaper se colocó la capucha, se notaba arrepentido— Pero la fila era enorme.

—...Yo...

No sabía qué decir, había llegado tarde, sí, pero sucedió porque Reaper se tomó el tiempo de comprarle algo que había querido hace más de dos meses. ¿Por qué Reaper era tan amable con él cuando se supone que eran solo unos desconocidos obligados a estar juntos?

— N-No lo quiero. —Terminó por decir— Me voy a mi habitación, vete a comer tú solo.

Turbado cruzó la calle dejando a Reaper allí, tenía demasiado que pensar y no podía dejarse vender solo por un obsequio.

Gimme love ¦ AfterdeathWhere stories live. Discover now