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Su vida solo eran problemas, eso siempre pensaba cada vez que le sucedía algo. Se llevó las manos hasta el tirador del cierre que estaba torcido, no podía quitárselo y tampoco quería sacárselo cerrado. 

Con molestia estuvo un rato así hasta que Reaper apareció de su habitación. Tragó saliva, jamás él había llamado la atención del mayor para pedirle ayuda, era un ataque en su orgullo.

— ...R...Reaper.

Y era un golpe más fuerte por tener un problema tan tonto.

— ¿Uh? ¿Tienes fiebre que estás tan rojo?

Recién sintió el ardor en su rostro, se le estaba haciendo muy difícil hablar, pero era quizás por la frustración de no haber podido bajar el cierre hace menos de un minuto. Desvió la mirada, apretando los dientes, e indicó con el índice su problema.

Pasaron tres segundos antes que Reaper riera.

— ¡Awn! Pobre Geno. —Suspiró risueño— Ven aquí, yo lo arreglo.

Geno soltó un resoplido equino y se acercó, sin prestarle mirada, no se atrevía. Reaper tomó el tirador y empezó a manipularlo, para ello inclinó su espalda para alcanzar la altura suficiente al pecho de Geno, este miró su cabellera, era tan limpia y lisa al contrario del suyo que era demasiado esponjoso.

Al terminar, Reaper bajó el cierre hasta abajo, sonriendo egocéntrico.

— Ya te he dicho que soy excelente con las manos.

— No molestes, tonto.

— ¿Y mi gracias?

— Las iba a dar, las iba.

— ¡Qué malo!

Gimme love ¦ AfterdeathWhere stories live. Discover now