Dornstrauss

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Aquella tarde se cometió traición. Imperdonable y deshonrosa.

Nunca se debe abusar de la confianza de una hechicera, y mucho menos si esta pertenece al antiguo reino que desde ese momento quedó en manos del rey de Valkar.

La oscuridad de la celda cegó los ojos de la hechicera, que inútilmente soltó maldiciones con sus últimas fuerzas, predicando la condena definitiva y las fatídicas consecuencias de las malas decisiones del rey y de su ejército.

Un halo brillante se coló por una pequeña rendija en la celda, después de que la hechicera escuchara el estruendo de la puerta al cerrarse tras de ella. Era la luz del Sol, sin duda; con ella podría contar los días y las noches que faltasen para que la suerte de Valkar terminara, cuando sus habitantes conocieran la ira de los seres del bosque.

Los Ferig, criaturas poderosas que vivían entre los árboles y la maleza, que todo lo sabían y que un corazón enorme poseían, yacían dormidos en su nuevo calabozo, antes llamado hogar. Confinados en un encantamiento injusto, aguardaban con paciencia a que el sol saliera para ellos nuevamente.

En el bosque y en los calabozos más profundos del castillo, empezó la cuenta regresiva.

A partir de esa noche, faltaban solo cien años.


DornstraussWhere stories live. Discover now