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|El pasado es pasado|
Una pantalla tras otra, parecía no haber final. Ya había descubierto gran parte de mi pasado, había recuperado gran parte de mi vida. Pero aunque el viaje mental pareciese infinito, también tenía su fin.
Así que ahí estaba yo, esperando, hasta que todo se volvió claro y desperté.
—Veo que ya estás despierta —dijo la mujer que me atendía. Respiré hondo y me incorporé—. Con cuidado, no te levantes de golpe.
Asentí con la cabeza y me senté en la camilla poco a poco.
—Estoy mareada —dije tocando mi frente.
—Es por la anestesia, no te preocupes, se te pasará en unos minutos —dijo con una sonrisa. Se formó un incómodo silencio—. Por cierto, hay algo que debes saber.
Fruncí el ceño y le miré a los ojos.
—¿El qué? —dije con curiosidad.
—Bueno, esto solo os influye a las chicas, es importante que lo sepáis. CRUEL, cuando erais pequeñas, a parte de tatuaros y marcaros como sujetos, os puso un chip en el cerebro. —Se notaba que hablaba de una manera más informal para que yo la entendiese.
—¿Cómo...? —Era imposible hacer eso.
—A ver, me he explicado mal. Os lo inyectaron, con su tecnología avanzada. Ese chip actúa sobre tu mente y metabolismo impidiéndole a tu cuerpo comportarse de forma normal y natural —dijo quitándose los guantes.
—No lo entiendo —dije negando.
—Os impedía hacer cosas que podrían estorbar a la hora de hacer los experimentos del laberinto con vosotros, bueno, vosotras —dijo encogiéndose de hombros.
—¿Como qué? —dije entrecerrando los ojos.
—Como tener la menstruación —dijo asintiendo—. CRUEL no podía permitirse ningún fallo en sus planes, tenían que tenerlo todo previsto. Y con ese chip, con ese pequeño mecanismo, impedía de forma neutral que pudieras quedarte embarazada. De ahí el no tener, bueno, la regla.
—Vaya... —dije abriendo la boca, no sabía que decir—. Pero, ¿por qué nunca me he dado cuenta?
—Cariño, os manipulaban la mente, ese chip también impedía que te acordaras de eso —dijo mirándome—. Es complicado explicarte cómo funciona, lo que quiero que entiendas es que a partir de ahora ya no lo tienes.
—¿Me lo has quitado? —dije asustada. ¿Y si me había abierto la cabeza y no me había dado cuenta?
—No —dijo riendo—. Pero la máscara emite una serie de ondas que lo eliminan, hacen que deje de funcionar, lo neutralizan. Al igual que con el chip que impedía que te acordaras de todo.
