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|El Cambio|
—Genial, porque no entiendo de qué va eso del Cambio —dije mirándole ansiosa por escuchar.
—¿Y crees que nosotros sí? —Me soltó, con los brazos alzados, y luego, al bajarlos, se golpeó más rodillas—. Lo único que sabemos es que los malditos laceradores te pican con sus asquerosas agujas y, si no te inyectan el Suero de la Laceración, te mueres. Si te ponen el Suero, tu cuerpo se vuelve loco y se sacude, tu piel bulle, se pone de color verde muy raro, y te vomitas encima. ¿Esa explicación te basta?
Fruncí el entrecejo. No quería alterar a Newt más de lo que estaba, pero necesitaba respuestas.
—¿Por qué lo llamáis el Cambio?
—Te trae recuerdos. Sólo fragmentos aislados, pero seguro que son recuerdos de antes de venir a este horrible lugar. Todos los que pasan por eso se vuelven unos malditos psicóticos cuando acaba. De todos modos, es como si te devolviesen tu antigua vida sólo para arrebatártela de nuevo.
Mi mente daba vueltas a toda velocidad.
—¿Estás seguro? —pregunté.
Newt parecía confundido.
—¿Qué quieres decir? ¿Si estoy seguro sobre qué? —dijo girándose un poco para verme mejor.
—¿Cambian porque quieren volver a su antigua vida o es porque se deprimen al darse cuenta de que su otra vida no era mejor que la que tenemos ahora? —dije dándome cuenta de que estaba siendo un poco pesada.
Newt se quedó mirándome un segundo y luego apartó la vista, reflexionando.
—Los pingajos que lo han experimentado nunca hablan de eso. Se vuelven... diferentes. Desagradables. Hay un puñado en el Claro, pero no soporto estar con ellos. —Su voz era distante y sus ojos se habían desviado hacia cierto punto perdido en el bosque. Sabía que estaba pensando en todas aquellas tumbas de Clarianos, muertos por el miedo o la esperanza.
—¿Qué es el Suero de... no sé qué? —Mi ignorancia le hizo reír. Cosa que me hizo feliz.
—El Suero de la Laceración. Pues su propio nombre lo indica, es un Suero, procede de los creadores. Viene con las provisiones en la Caja cada semana, siempre ha sido así. Es una medicina, un antídoto o algo que va dentro de una jeringuilla, listo para que lo usemos. Se le inyecta al que han picado y se salva. Pasan por el Cambio, pero después se curan —dijo arrancando un trozo de hierba para luego deshacerlo en pequeños pedazos.
—¿Es lo que habéis hecho con Scott? —dije pensativa.
Me miró y asintió. Nos quedamos en silencio unos minutos y luego hablé.
