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|Mucho que decir y muy poco tiempo|
—¡Suéltala, chico! —dijo uno de los soldados que nos rodeaban. Thomas cogió a Teresa y le apuntó a la cabeza con la pistola.
—Atrás —dijo Thomas mirando a los soldados—. Diles que retrocedan. ¡Diles que retrocedan!
—Venga ya, Thomas —dijo Janson mientras más soldados venían—. Soy yo, te conozco desde hace mucho, no vas a matarla.
—¿Es eso lo que crees? —dijo el chico amenazante.
—Está bien —dijo Janson dejando de apuntarnos—. Adelante, dispara. Demuestra que me equivoco. Mátala.
Sabía que Thomas no haría tal cosa. Teresa se giró y nos empujó al otro lado de la puerta. Tiró de la palanca de emergencias y la puerta se cerró delante de nuestras narices dejándonos fuera del alcance de Janson.
—¡Despejado! —gritó Janson. Empezó a disparar al cristal de la puerta, pero este no se rompió. Se acercó a nosotros y miró a través de la puerta. Miré a Teresa confuso, ¿por qué lo había hecho? Me quité la máscara y miré a Thomas. No teníamos tiempo.
Empezamos a caminar por los pasillos del ala médica. Habían centenares de doctores, pero ninguno nos reconoció. Nos escondimos en una habitación mientras los soldados corrían por el edificio buscándonos. Esto iba a ser difícil.
—Sigamos —dijo Thomas.
Salimos de nuestro escondite y discretamente seguimos buscando. Las sirenas atronaban y la gente nos miraba extrañada. Thomas se detuvo y me giré para mirarle. Al otro lado del pasillo estaba la doctora Paige. La apuntó con la pistola dispuesto a disparar. Miré a mi izquierda y vi a Janson.
—¡Thomas! ¡No! —grité agarrándole de los hombros. Tiré de él hacía atrás esquivando las balas que nos lanzaba Janson. Empezamos a correr gritando el nombre de Mack y Minho. Tenían que estar por aquí.
Narra Mack
Pasó el tiempo, los doctores me pusieron cosas como cables y pequeños tubos. Empezó a escucharse una alarma a lo lejos, o eso pensaba, había notado que la gente estaba muy ajetreada mientras me traían hasta aquí. Quise prestar más atención al exterior intentando adivinar qué era lo que estaba pasando. Y entonces... Mi corazón se detuvo.
Juraría por lo más sagrado que escuché la voz de Thomas gritar mi nombre. Tal vez estaba teniendo otro sueño, pero en caso de que no lo fuese... Habrían venido a buscarnos, habrían venido a salvarnos. De la sorpresa no pude evitar abrir los ojos, al instante supe que la había cagado.
