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|Por favor, por favor Tommy... Por favor|
—Tenemos que irnos de aquí —dijo Gally.
Minho y Thomas agarraron a Newt y yo me levanté con Gally.
—¡Venga, moveos, moveos! —dijo Thomas avanzando. Corrimos por las calles evitando a la gente y los disturbios. Nos metimos dentro de un edificio intentando contactar con Brenda.
—Brenda —dijo Thomas por el walkie-talkie—. Brenda, ¿estás ahí?
Escuchamos el sonido de una bomba y la explosión hizo que los cristales se rompieran.
—Joder, ¿estás bien? —dije mirando a Newt. El tardó en dirigirme la mirada, su pecho subía y bajaba con esfuerzo. Entrecerró los ojos y sonrió.
—Claro, claro Newt, lo que quieras —dije acariciándole la mejilla.
—Quiero... —Le costaba hablar más de lo normal—. Quiero darte las gracias.
—¿Por qué? —dije en un susurro.
—Por hacerme la persona más feliz del mundo —dijo con una sonrisa, podía ver en sus ojos lo triste que estaba.
—Newt, yo... —dije conteniéndome, no quería llorar de nuevo.
—Espera... —dijo interrumpiéndome—. Escúchame.
Asentí sin apartar mi mirada de la suya. Guardó silencio mientras me observaba, cerró y volvió a abrir los ojos.
—Te voy a echar muchísimo de menos —dijo endureciendo el rostro. Empezaron a escocerme los ojos—. Pero quiero que sepas que estaré contigo, pase lo que pase esta noche, vaya a donde vaya, siempre estaré a tu lado.
—Newt... —dije mordiendo mi labio inferior.
—Eres lo mejor que me ha pasado. Puede que estemos sobreviviendo en un mundo destruido, puede que esté perdiendo mi cerebro a cada segundo que pasa. Pero no podría estar más feliz de saber que todo por lo que hemos pasado, lo hemos pasado juntos —dijo sonriendo de nuevo—. Me acuerdo de todo, de cuando saliste de la caja, de lo celoso que me ponía cuando Rob hablaba contigo...
Una sonrisa se dibujó en mi rostro mientras las lágrimas se deslizaban por este.
—De tu tozudez con querer ser corredora, de aquella Asamblea donde Alby nos echó la bronca por nuestras peleas —dijo riendo—. De cuando Minho te dió mi camiseta porque te habías ensuciado, no sabes lo feliz que me puse al vértela puesta.
Sorbí mi nariz y limpié mis lágrimas, las cuales se sustituyeron por unas nuevas.
—Recuerdo cuando te enfadabas en el huerto y me manchabas de barro por reírme de tí. De aquella vez en la que me comí el melocotón que tanto te costó conseguir de aquel árbol...
