Capítulo 19: El hermano

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Matt adormilado se portaba como un robot, actuando de forma automática y taciturna. Uno divertidamente defectuoso. Y estar ahí para descubrir más sobre él me hizo feliz. Y quería más. Quería saberlo todo.

* * * *

Llamé a la puerta. Creo... Tengo un alto porcentaje de seguridad en que lo hice. De lo que dudo es de si esperé una respuesta para entrar. Es posible que, dando por hecho que no había nadie dentro salvo él y que estaba hecha polvo, deseando el descanso para comer, abriera la puerta sin más, demasiado cansada para recordar cómo actuar correctamente en la oficina.

Aunque no estoy segura de si llamar habría cambiado en algo mi actuación. Pero quiero pensar que, si hubiera hecho las cosas de otra manera, mi primera reacción al abrir la puerta y ver en el sofá del despacho a un negro enorme tumbado como si estuviera en su casa habría dicho algo más cordial que un:

—¿Y tú quién eres?

—Beckett —me regañó Matt desde su mesa.

¿Beckett?

No me había llamado así desde mis primeros días allí, cuando intentaba poner distancia entre ambos.

—No me lo puedo creer —se rio socarrón aquel extraño poniéndose de pie cuan largo era—. ¿No le has hablado de mí a una chica tan guapa? ¿Qué birria de hermano eres?

—¿Hermano? No, qué va —me burlé.

Aquella enormidad de persona pasó un brazo sobre Matt. Vistos juntos, las diferencias elevaban a la categoría de ridícula la idea de que pudieran compartir apellido. Mientras que Matt era espigado, fibroso y elegante, de piel canela y ojos negros; aquel hombre era aún más alto que él y el doble de ancho, todo músculo, de piel chocolate, ojos castaños y perilla. Solo su cabello rapado y negro tenía algo que pidiera recordar al otro. Eso y el blanco de los ojos.

Incluso en su forma de vestir chirriaban el uno junto al otro. Matt siempre iba con traje a la oficina y fuera de allí era bastante correcto, usando jerseys y vaqueros. No como aquel hombre que llevaba una camiseta negra ajustada para marcar los músculos repletos de tatuajes y unos pantalones militares. Unas gafas de sol colgaban del cuello de la camiseta sin ningún cuidado. Incluso llevaba un pendiente en la oreja. No podían ser más discordantes.

—Me gusta —afirmó el desconocido haciendo gala de una enorme y blanca sonrisa mientras me sometía a su propio examen—. ¿Te la estás tirando?

—Eric —le gruñó con censura el fiscal.

Me reí abiertamente. Vale, no era un cliente. Matt no hablaba así a los clientes.

—Me alegra no ser la única a la que regaña.

—Eso es buena señal: así es como demuestra este robot que alguien le importa. A mí no deja de darme la tabarra —bromeó amigable.

Sonreí con petulancia a mi jefe, recreándome en las palabras de mi nuevo aliado.

—Es bueno saberlo.

Aquel tipo, pese a su aspecto intimidante de primeras, era simpático. Cuando sonreía, lo hacía con ganas y tenía ese aura que enseguida te hace bajar la guardia, sentirte cómodo a su lado. Demasiado quizás...

—Ahora en serio, ¿es un amigo? —pregunté a Matt.

Pero él fue más rápido en contestar.

—Que no, encanto. Somos hermanos.

El fiscal estaba tan rígido como una estatua, incómodo, pero sin llevarle la contraria. Aunque... a ver, simplemente no podía ser.

—Ya... Tanto como Loki y Thor.

Palabra de Bruja FarsanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora