—Eminencia. Desde que tengo memoria, siempre soñé con visitar su nación. He tenido muchas grandes aventuras en este mundo pero nada que calme ese deseo. Sé que no soy digno pero, con su permiso, entregaré ahora mi espada por la dicha de ver su nación con mis propios ojos.

—Mi nación fue creada para nobles corazones como el tuyo. No importa que tan pequeño sea su portador.

—Oh majestad— Reep se inclina nuevamente hacia su rey con gratitud y alegría.

—Nadie lo merece más que tú— le dice Caspian.

—Pues yo ah...

—Es cierto— lo interrumpe Edmund, ambos se regalan una reverencia.

Lucy se dirige a él y antes de abrazarlo con fuerza le pregunta si podría hacerlo. Siempre he adorado como Lucy Pevensie puede llegar a ser la persona más afectuosa sin importarle nada más, que mostrar sus sentimientos.  Después, Eustace con lágrimas en sus ojos se despide de su primer amigo el cual resultó ser... su ancla.

—No llores — le pide Reep.

—No lo entiendo— El rubio solloza —¿Ya no te veré nunca? ¿Jamás?

—Que magnifico enigma eres y un gran héroe, fue un honor para mí pelear al lado de tan bravo guerrero y un gran amigo.

Y finalmente yo me acerco a mi pequeño amigo, lo abrazo con dulzura y le agradezco por haber cuidado de mí antes de que los Pevensie llegaran.

Reepicheep, deja su espada clavada en la arena y empuja su pequeña canoa hacia la orilla de la gran ola, rema hasta llegar a la cima, nos mira una última vez y finalmente desaparece, sin mirar atrás.

—Ésta es nuestra última visita, ¿No?— pregunta Lucy evitando las ganas de llorar.

—Sí— responde el león —Ya han crecido mucho, preciosa. Igual que Peter y Susan.

—¿Y nos visitarás en nuestro mundo?

—Yo los protegeré ahí, siempre.

—¿Cómo?— cuestiona nuevamente la pequeña Lucy.

—En su mundo tengo otro nombre. Deben aprender a conocerme por el. Esa fue la razón de que vinieran a Narnia, al haberme conocido un poco aquí, también sabrán buscarme allá.

—¿Te veré otro día?

—Sí, linda. Un día— Aslan rugió y el mar abrió una enorme brecha, dando lugar para que pasáramos a través de ella.

Los tres chicos Pevensie se acercaron a mi hermano, pero yo me quedé ahí, estática, no podía moverme y mi cabeza trabajaba a mil por hora tratando de averiguar qué era lo correcto.

—Son lo más cercano que tengo a una familia— les dice Caspian —Y eso te incluye Eustace.

—Gracias— le responde.

Edmund y Lucy se despiden de mi hermano, pero yo no puedo hacerlo. No puedo hacerlo sabiendo que jamás lo volveré a ver. Después Lucy aprieta a Aslan contra su pecho mientras solloza y él le ronronea. Lucy se despide con un beso de su gran amigo y se dispone a salir ahí antes de que no pueda hacerlo.

Edmund me mira a lo lejos esperando a que lo siga, pero lo único que hago es permitir que las gotas saladas empapen mi rostro.

—Aslan— le digo en tono de confusión.

—Hola querida— aprieto la mandíbula esperando no ser reprendida o algo por el estilo. Lo miro arrugando la frente.

—¿Por qué?

NARNIA «Edmund Pevensie»Where stories live. Discover now