Midorima Shintaro

1K 74 1
                                    


El día había empezado mal para Misuru, por la mañana su auto se averió y tuvo que caminar hasta la aestación para tomar el tren, este estaba tan lleno que terminó viajando con la mejilla pegada a una de las ventana. Llegó tarde al trabajo y su jefe aparte de regañarla le dió más trabajo del que acostumbraba hacer en un día normal.

Olvidó su almuerzo en casa y tuvo que salir de su oficina para comprarse algo de comer, su tarjeta de crédito fue rechazada y lo único que pudo comprar fue una botella de agua de limón con los únicos billetes que tenía en su cartera. De vuelta en la oficina derramó el agua de limón sobre su camisa y una de sus compañeras por ayudarle a limpiar su ropa terminó por ensuciarla más. Misuru le dijo que no importaba, pero en su mente ya la había maldecido mil veces.

En este punto estaba por explotar, se aguantó las ganas de gritarle a uno de sus compañeros de trabajo, suspiraba cada cinco segundos y apretaba con rabia el teclado de su computadora cada vez que se equivocaba al escribir algo. Tuvo que quedarse dos horas más de lo normal para terminar lo que le habían mandado hacer, cuando por fin terminó, salió a paso rápido de su oficina, pero la detuvo su jefe y otros compañeros, irían a comer juntos y ella estaba obligada a ir para no quedar mal con ellos. Pasaron tres horas más, le preocupaba encontrarse con la estación de trenes ya cerrada.

Después de comer algo y fingir que se sentía a gusto en medio de ese grupo de personas, salió casi corriendo hacia la estación. Se torció un tobillo en su carrera por culpa de los tacones que estaba usando, llegó a duras penas, pero para su sorpresa todos los trenes estaban con retraso y ya no estaba de humor para esperarlos. Salió de la estación y comenzó a caminar hasta una parada de autobuses. La ansiedad comenzaba a apoderarse de su sistema, el sonido de las personas a su alrededor le taladraba los oidos, jamás se acostumbraría a aquello. Odiaba las multitudes más que todo.

Para empeorar su día un grupo de cinco personas se detuvieron a su lado en la parada de autobuses, Misuru trató de esconder su rostro al reconocerlos. Eran su ex compañeros de la preparatoria. Recordó que nunca logró llevarse bien con ellos, para su desgracia uno de estos la reconoció y la saludó. Misuru le devolvió un saludo torpe con la mano y una media sonrisa, no se atrevió a mirarlo a los ojos. Deseó que el tiempo pasara más rápido.

Como si el universo la hubiera esuchado llegó su autobus y subió tan rápido que no le dió tiempo a esa persona a decirle algo más. Después de casi una hora de viaje en autobus finalmente llegó al barrio donde vivía. Se bajó en la parada y comenzó a caminar más tranquila hasta que llegó el caserón que compartía con su pareja.

Abrió la puerta y la recibió el olor a café. Se quitó los tacones y colgó su cartera en el perchero detrás de la puerta. Dió un paso dentro de su hogar y sintió un inmeso dolor en el tobillo, este le hizo chillar y su pierna le falló. comenzó a caer, pero nunca llegó al suelo.

-¿Siempre tienes que hacer tanto drama?¿Por qué llegas tan tarde? - el tono molesto de su pareja le hizo sentirse más nerviosa - No te pongas a llorar. Que molestia.

El chico de cabellos verdes la llevó en sus brazos hasta la sala y la dejó sobre uno de los sillones con delicadeza. Revisó su tobillo y luego de suspirar cansado salió de la sala sin decir ni una palabra. Volvió segundos después con una venda y medicina para el dolor. Le dió a Misuru una pastilla y luego de asegurarse de que se la había tomado procedió a vendarle el pie.

-¿Qué pasó con tu camisa? -preguntó serio.

-Me derramé jugo.

-Que descuidada - él se levantó y de la mesita que adornaba el centro de la sala tomó algo y se lanzó a ella -. Lo olvidaste esta mañana, es un milagro que aún estes viva.

La chica observó el objeto, un llavero con forma de estrella de mar. Suspiró apenada, aquel día olvidó el amuleto que OhaAsa había sugerido para su signo, se culpó a sí misma por olvidarlo. El peliverde se sentó a su lado y dejó dos platos con porciones de pizza sobre la mesita frente a ellos.

-Dijiste que cocinarías la cena. ¿Que pasó? -preguntó divertida para molestarlo.

-Cállate. Sabes muy bien que no sé cocinar. No voy a ser victima de tus burlas estúpidas otra vez.

-Lo siento, pero es que me encanta ver la cara que pones cuando te sale mal la receta.

Un sonrojo se apoderó de la cara de Midorima, frunció el ceño y chasqueó la lengua. Él siempre era frio y malhumorado con ella, pero era a la única que dejaría que lo viera haciendo caras avergonzadas y era a la única que le diría las palabras más dulces al oido cada vez que ella se lo pidiera o necesitara.

-¿Shin-chan?

-¿Qué quieres?

-Te amo. ¿Me das un abrazo? -dijo con la boca llena y extendiendo sus brazos hacia él.

-Primero que nada. Pareces un puerco, límpiate la boca -tomó una servilleta y le limpió los labios -. No quiero sentir el sabor a queso cuando te bese. Segundo. Aún no sé por qué te amo tanto. Ya dime que truco usaste.

-Utilicé magia de puerco y te engañé con tocino fresco. No te quejes, tu fuiste quien eligió.

Ambos sonrieron, se entedían mejor que nadie y se amaban a pesar de todas sus diferencias. Misuru tragó la comida y luego se abalanzó sobre el peliverde quien se quejó por que ella olía a jugo de limón, pero la acurrucó calidamente entre sus brazos. Le dió un beso en la frente y la alimentó como si fuera un bebé.

Todo el estrés de aquel día desapareció, para Misuru no había mejor a muleto que su enorme chico de cabello verde.

.

.

.

.

.

Estoy viva.

Lamento la larga espera.

Si tienen algun pedido pueden hacerlo en los comentarios.

Gracias por leer. Disculpen si es que hubo algún horror ortográfico.

Bye bye.

Free!, Haikyuu!! Y KNB One ShotsWhere stories live. Discover now