Primer ataque - ¡La determinación del Kazekage!

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Murallas de Suna – Noche

Llegando con calma ante las imponentes murallas fortificadas de Suna, los dos artistas de Akatsuki vieron con calma al único ninja que estaba de pie, notando como a sus espaldas se encontraban varios cuerpos sin vida de lo que alguna vez fueron Jonin leales a Suna.

- Buen trabajo, Yura – elogia Deidara con calma notando las manchas de sangre en el cuerpo de su infiltrado – ¿Te acuerdas de mí, cierto?

- Claro que sí, Sasori-sama – respondió Yura mientras se arrodillaba ante su maestro.

- Pues claro que te recuerda, de no ser así, ya nos estaría atacando si el Jutsu no hubiera funcionado – comento Deidara con ironía, aunque ninguno de los presentes le prestó atención.

- Tus recuerdos como un sirviente fiel han vuelto – dijo Sasori con resolución, viendo como su sirviente se ponía de pie.

- Por aquí maestro – dijo Yura poniéndose de lado y dándoles libre acceso a la Aldea.

Ambos miembros de Akatsuki comenzaron a caminar entre las murallas de Suna sin prestarle la más mínima atención a la cantidad de muertos que había regados por todos lados. Mientras que el infiltrado solo siguió a su amo desde atrás manteniendo su distancia, como se le había enseñado en el pasado.

Pues eso era Yura, un sirviente fiel hacia Sasori, cuya misión siempre radicaba en ser puesto bajo un Fūinjutsu que le suprimiera por completo todos sus los recuerdos, donde posteriormente se infiltraría en una Aldea y sin saber porque, siempre aspiraría a conseguir un excelente puesto en el área de defensa de dicha aldea. Todo con el fin de poder informarle a su amo sobre las habilidades y nivel de la Aldea en cuestión y permitirle la entrada sin mucha restricción como estaba haciendo en estos momentos.

- Muy bien, yo me hare cargo a partir de aquí – dijo Deidara mientras extendió su mano derecha y la boca que había en su palma, saco un cumulo de arcilla moldeada con Chakra. Al cerrar su mano en un puño y moldear un poco la arcilla, la convierte en una pequeña ave.

El rubio lanza el ave al suelo y en una gran explosión de humo, la pequeña ave se volvió en una gigantesca, en la cual el rubio procedió a aterrizar en su lomo después de un salto.

- Es hermoso, ¿no lo crees? ¿Qué opinas de mi arte? – pregunto Deidara mirando a su compañero con una sonrisa de suficiencia.

- Mas te vale que no me hagas esperar mucho – advirtió Sasori con severidad.

Con una sonrisa arrogante, Deidara pone a volar su ave por los cielos, dejando atrás a su compañero y al sirviente de este. Comenzó con pequeño reconocimiento de toda la Aldea, necesitaba encontrar sus debilidades y como poder explotarlas al máximo, de forma metafórica y literal. Todo con el fin de poder desviar la atención del Jinchuuriki por si las cosas se ponían demasiado complicadas.

Complejo Son

Haku se encontraba caminando por los pasillos del complejo en dirección a la habitación de su novio, se había demorado tanto en el trabajo, meditando, reflexionando y preparándose sobre lo que tenía que decirle a su pelinegro con respecto a lo que hizo en Kiri y anticiparse a lo que él le diría, pero tan metida estaba en sus propios pensamientos y asuntos que no se había dado cuenta que el tiempo se fue volando, mirando por una de las ventanas del hospital observo que la noche ahora reinaba sobre la Aldea y cuando al fin llego a su hogar ya todos estaban dormidos, pues era un costumbre que todos se fueran a dormir desde temprano.

Decidió darse una ducha primero y luego a ver a su novio, que era a donde se estaba dirigiendo en esos momentos.

La pelinegra se detuvo frente a la recamara de su novio, vestida con una camisa de tirantes negra ajustada que dejaba ver su cuerpo bien trabajado y pecho copa C, un pijama simple de color azul y su cabello completamente suelto. Tomo varias respiraciones profundas para poder controlar su nerviosismo y armarse de valor para la conversación que estaba a punto de tener.

El legado del KiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora