Confesiones y sentimientos

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Los murmullos de la gente que transitaban con calma por la aldea golpearon con fuerza los oídos de cierta rubia de Suna, que solo hacia una mueca de molestia, coloco una almohada sobre su cabeza, con el fin de no seguir escuchando el ruido tan molesto proveniente de fuera del hotel donde se estaba quedando, pero ya era demasiado tarde, ya estaba lo suficientemente despierta como para volver a quedarse dormida y con un resoplido, hizo a un lado la almohada que tenía en su cabeza y poso su mirada en un reloj de pared que estaba en su habitación, ya era medido día, con pesadez se levantó de su cama, su cabello normalmente atado en cuatro coletas, estaba suelto y hecho un caos total, vestía una piyama blanca afelpada que se vio forzada a comprar, ya que las noches en Konoha eran demasiado frías en comparación con Suna, donde solo tenía que usar un short corto y una camisa holgada, con paso lento fue a tomar un baño para despejarse.

Temari solo disfrutaba del agua caliente recorriendo su cuerpo, la sensación era simplemente magnifica, por lo cual procedió a disfrutar de su baño todo el tiempo que ella considerara necesario, una agradable ventaja de su viaje la Aldea de la Hoja, es que puede tomar baños largos, sin preocuparse de nada, ya que en su Aldea, el agua era escasa y aunque nunca les faltaba tampoco les sobraba, por lo cual no la podía desperdiciar como estaba haciéndolo en estos momentos.

Después de casi una hora, ella salió del baño, procedió a cambiarse y luego salió del hotel para estirar un poco las piernas, por un momento pensó en dejar su abanico en su cuarto, pero se sentía más segura con él, por lo cual decidido llevarlo, caminando por las calles de la Aldea fue a conseguir algo de comida, por lo cual empezó a buscar un lugar donde pudiera comer castañas o algo de sopa.

Mientras comía no podía evitar ver a la gente pasar a su alrededor, felices y despreocupados, sin saber lo que ocurriría en tan solo un mes, el pensamiento le producía una extraña mezcla entre molestia y nauseas, después de pagar se dirigió a los campos de entrenamiento de los cuales había escuchado hablar, para despejar su mente, mientras recordaba como la noche anterior, se la paso en vela, ideando una estrategia con el fin de detener la invasión o probarle a los demás que el plan era simplemente ridículo, pero todos acababan en un fracaso, si su padre, el Kazekage no daba una orden directa, todo seguirá como ya estaba establecido.

- ¿Acaso nadie ve que esto está mal? – se dijo a si misma mientras llegaba al campo de entrenamiento, pero algo llamo su atención oh mejor dicho alguien, era el rubio que le conto la verdad detrás del sellado de su hermano y consoló cuando no pudo contener más sus lágrimas, el chico se encontraba de pie en medio del campo con los ojos cerrados sin hacer nada - ¿Estará meditando?

No entendiendo bien que estaba haciendo su rubio amigo, estaba por caminar en su dirección, cuando ve que este junta sus manos a la altura de su pecho y una esfera celeste aparece entre sus palmas, luego separa ambas manos y la esfera se parte en dos, el rubio solo empieza a moverse en poses de pelea, mientras con sus dedos índice y medio controlan las esferas que empiezan a moverse a su alrededor, luego desaparece esas extrañas esferas y empieza a saltar de un lado a otro mientras lanza una enorme cantidad de patas y golpes, dejando impresionada a la rubia.

Naruto después de una serie de patas rápidas, da varios saltos hacia atrás a gran velocidad, para aterrizar e impulsarse de nuevo hacia adelante mientras daba una serie de golpes a gran velocidad, iba a continuar, pero se da cuenta de que cierta persona está a sus espaldas y sonríe.

- ¡Hola, Temari-chan! – dijo Naruto con una sonrisa marca Son, dándose media vuelta y empezando a caminar en dirección a la rubia.

- Eh, ah sí, hola, Naruto – respondió Temari el saludo algo sorprendida por el repentino saludo.

- ¿Cómo has estado? ¿Viniste a entrenar? – pregunto Naruto, viendo que la rubia llevaba su abanico.

- Bien, gracias por preguntar y de hecho venia solo a despejar mi mente – contesto Temari.

El legado del KiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora