ᴄᴀᴘ 25: ᴇʟ ᴏʙᴊᴇᴛᴏ ᴅᴇ ᴍɪ ᴘʟᴀᴄᴇʀ ʏ ᴅᴇsᴇᴏ

Comenzar desde el principio
                                    

—Te voy a hacer disfrutar tanto, que vendrás a mí pidiendo más. — Un escalofrío recorre mi espina dorsal y trago con dificultad. Su boca se mueve de mi cuello a mi mejilla, y después se separa levemente para observarme—. No busques más excusas, porque no importa lo que digas, no te dejaré ir. Mejor admite que me deseas tanto como yo a ti.

«Sí, lo admito. Calla y comienza a trabajar».

Reposo mis brazos a mis costados, dándome por vencida; no puedo luchar contra él ni contra mi propio deseo, y es que ni siquiera quiero hacerlo, así que decido pensar en el cielo azul y las nubes blancas en vez de pensar en Zac. Pero parece que As no está dispuesto a dejarme pensar ni en el cielo; se mete por cada poro de mi piel y hace que todo lo que piense sea él, él y nadie más que él.

Sus manos se mueven por mi vientre, lo acaricia y después llega a la herida. Es pequeña y provoca un mísero ardor que se convierte en placer cuando masajea con avidez. Cierro los ojos cuando pone su lengua en ese lugar. Limpia toda la sangre, y después sube esparciendo besos húmedos por toda mi piel. Sus labios aprisionan una vez más mi pezón derecho y succiona de él. Tapo mi boca, tratando de controlar unos gemidos, y gruño al escuchar su risa burlona.

—Vamos, pequeña, no te reprimas. Deja que el deseo tome control de ti.

Sus manos siguen acariciándome, y las baja poco a poco hasta que llegan al resorte de mi pijama. Me sorprendo un poco cuando tira de este hacia abajo, y en un abrir y cerrar de ojos el pijama se encuentra tirado en el suelo. Toma mi mano y me reclina sobre la cama, acto seguido me sujeta de la cintura, me levanta y me hace sentar a horcajas sobre sí. Entonces comienza a besar mi cuello con rudeza y salvajismo.

—¡Vas a dejar marca! —reprocho alarmada.

—Qué... ¿no quieres que tu novio la vea?

—¡No quiero que nadie lo haga! —digo enojada.

Se aleja, me toma del cabello y hace mi cabeza hacia atrás para poder tener mejor acceso, comienza a morder así que pongo mis manos en sus hombros y empujo lo más que puedo, para mantenerme a distancia, pero me rodea con su brazo y me pega por completo a su torso desnudo.

Cuando nuestros pechos se tocan le escucho gemir y yo no puedo negar que la sensación es agradable. Me sonrojo cuando noto el bulto que crece por debajo de mí. En ese momento mi cuerpo y mente comienzan a trabajar por separado: mi mente dice que lo detenga mientras mi cuerpo pide más y más. Mis brazos se envuelven alrededor de su cuello y muevo un poco mis caderas haciendo fricción en nuestras partes íntimas, a lo que ambos gemimos.

—Muévete más —le escucho pedir y le obedezco, incrementando los movimientos circulares de mi cadera.

Me tomo el atrevimiento de hundir mi rostro en el hueco de su cuello y morder con fuerza, tal como hace él conmigo. Un gruñido escapa de su boca y me aprieta más contra él. Animada, continúo con mi tarea: chupo y muerdo la piel a mi disposición, y después bajo los besos hasta llegar a sus clavículas. Me sujeta con firmeza, mientras se mueve al centro de la cama, se da la vuelta y me deja por debajo de él. Pone una de sus rodillas entre mis piernas mientras besa mi cuello, mis clavículas, mis pechos y mi abdomen.

Con cada caricia y beso mi interior parecer arder en llamas. Su boca sigue hasta que llega a mi ombligo, y entonces toma mis pequeñas bragas y tira de ellas hacia abajo para sacarlas por completo. Gimo por lo alto cuando uno de sus dedos hace intromisión en mi parte más sensible. Aferro mis puños a la cama y tiro con fuerza de la pequeña sábana blanca por debajo de mí.

As hace movimientos circulares sobre mi pequeño interruptor de placer provocando que me revuelva y gima sin control. Mi acelerada respiración se corta cuando introduce un dedo en mi interior. Chillo ante la repentina intromisión, algo incómoda, pero él sigue con los movimientos cada vez más rápidos y como resultado mis paredes se cierran en torno a su dedo. Entonces, se acomoda entre mis piernas y toma mis tobillos para que doble las rodillas. Hunde su rostro al interior de mis muslos y el mundo me da vueltas cuando su lengua acaricia ese punto tan sensible en mí.

Besos con sabor a muerte© (18+) ¡DISPONIBLE EN FÍSICO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora