BESO BLANCO

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De noche, caminando en los largos pasillos poco alumbrados del palacio del infierno rumbo a su habitación

-¡no lo puedo creer Crowley querido! Estar aquí en el infierno es divertido

-¿lo dices enserio ángel?

-jajaja sí querido. No sé porque, pero me gusta

-oh por Satán, en ese caso nos tenemos que ir lo más rápido que podamos de este lugar

-(asombrado) ¿irnos? ¿pero por qué querido?

-¡porque eres un ángel Aziraphale! y te puedes acostumbrar a estar aquí abajo y... yo no quiero que tú caigas

-no voy a caer mi vida, soy un humano

-sí, pero y si cuando vuelvas a ser un ángel te acostumbras a pecar, entonces así sí puedes caer y, yo no quiero que eso suceda amor

-¡no voy a caer querido! Y además, si cayera, estaríamos juntitos, siendo demonios ambos

Crowley empuja a su pareja contra la pared sujetando su traje muy molesto

-¡JAMÁS DIGAS ESO ÁNGEL! ¡NUNCA EN TU VIDA DIGAS QUE QUIERES CAER PARA ESTAR EN EL INFIERNO!

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-¡JAMÁS DIGAS ESO ÁNGEL! ¡NUNCA EN TU VIDA DIGAS QUE QUIERES CAER PARA ESTAR EN EL INFIERNO! ... tú no sabes por lo que yo pasé aquí abajo

-pero estaríamos juntos querido, como los esposos que somos

-de ninguna manera ángel, tú jamás caerás y de eso me encargo yo

-(le acaricia su pecho) mmm Crowley, me excitas cuando te pones en tu papel de niño malo

-¡ángel! Aquí no

-(le susurra al oído) quiero cogerte Crowley

-¡Cielo! Nos pueden escuchar

Al parecer Aziraphale solía pecar mucho mientras disfrazaba su malicia detrás de una sonrisa casi indefensa, ocultando al bastardo que en realidad era, pero eso era justamente la principal razón por la que su demonio se había enamorado perdidamente de él

Aziraphale miró a Crowley lujuriosamente y jaló su saco hacia él para robarle un fuerte beso en los labios y después lamerle toda cara simulando ser una serpiente saboreando a su presa

-oh ángel...

-quítate la ropa Crowley

-mmm, no ángel, aquí no

-soy tu rey, me tienes que obedecer y mi orden es que te desvistas y te dejes dar por atrás toda la noche

Crowley no pudo evitar ceder ante la provocación de su ángel, él sabía perfectamente que le gustaba a la hora de tener sexo y que lo hiciera sentirse sumiso y vulnerable

Crowley tomó la mano de Aziraphale y ambos corrieron hasta su habitación agarrados de la mano y cerraron la puerta para que nadie los interrumpiera

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