Sé lo que es. Sé lo que pasa. Lo que me pasa.

—Thalia— no contesto a mi novio. Pero veo cómo se gira cuando no le respondo, supongo que debería sentirme feliz, excitada, muriendo de felicidad por haber regresado. No lo sé, soy un remolino de emociones —¿Thal? ¡Thal!—

Edmund me toma de los brazos y me habla rápidamente, no entiendo un carajo. Siento miradas, ellos me miran. Me miran y me siento más pequeñita.

—Ataque de pánico— mi cuerpo entero se estremece al escuchar esa voz. Unos brazos fuertes, cálidos. Esos ojos avellana divinos. Esa sonrisa tranquilizadora. Dios mío, como no amarte si me traes calma en el segundo en que te miro.

—Eres tú—Pronuncio con voz más recuperada. Lo miro. Me mira. Y siento como el mundo entero se desvanece. Y después: me sonríe.

Los recuerdos iluminan mi mente, me llenan de luz, de esperanza y de una enorme felicidad. El pánico se esfuma.

Estoy segura de que mi ataque duró solamente unos pocos segundos, poco tiempo para haber hecho una dramática entrada. Y aunque se sintieron como siglos, Caspian supo hacer un excelente trabajo. Igual que como lo hacía en Telmar.

—Hola Dory— no dejo que pronuncie nada más cuando me abalanzo sobre él, con fuerza y desesperación. Inhalo su aroma, una extraña combinación entre miel y roble. Dejo que unas gotitas surquen mi rostro mientras sonrío como nunca antes lo había hecho.

Siento su cuerpo moverse mientras se ríe tiernamente. Pero no se separa, aun cuando escucha las voces de la tripulación y los susurros, él no se quita. Me abraza hasta que estoy lista para soltarlo.

El abrazarnos siempre fue una manera silenciosa de decirnos "que jamás nos daríamos la espalda, y que no hacía falta decir nada".

—No tienes idea de cuánto me haces falta. El mundo es demasiado aburrido sin un bobo que fastidie todo el tiempo.

Caspian me mira y ríe divertido. Levanta una ceja y me mira con superioridad fingida.

—Oye, que yo también te he extrañado, querida hermana.

Me extiende una mano y nos ponemos de pie. Pone una manta sobre mis hombros y me aferro a ella. Caspian hace lo mismo.

—Fue emocionante— dice con una enorme sonrisa Lucy.

—Que los trajo hasta aquí. Cuéntenme— pide venturoso, mi hermano.

—No tengo idea.

Sin soltarme de la mano, Caspian nos conduce a Lucy y a mí a no sé dónde. Hasta que un llamado nos detiene:

—Caspian— pronuncia fuertemente mi novio.

—Edmund— Caspian se quita la manta y se la pone a Ed. —Me alegra verte.

—Lo mismo digo.

—¿Ahora no nos llamaste?— cuestiona la menor.

—No. No lo hice esta vez.

—Pues, no importa la razón, estoy feliz de venir.

—¡AHHHH!— Eustace se peleaba indefensamente con nuestro querido amigo, Reepicheep. Enserio que este mocoso grita como nena —¡Quítenmelo de encima!

Eustace lanza con un gran golpe a Reep. Este querido animal sale volando a volteretas cerca de nosotros.

—Reepeechip— decimos felices Lucy y yo al mismo tiempo.

Balbucea un poco al vernos y después se inclina —Hola majestades.

—Que tal Reep— dice Ed —Es un placer.

NARNIA «Edmund Pevensie»Où les histoires vivent. Découvrez maintenant