ᴄᴀᴘ 21: ᴢᴀᴄ, ᴀᴍᴇ́ʀɪᴄᴀ ʏ ᴀᴍᴀɴᴅᴀ

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Haciendo un gran sobreesfuerzo consigo ponerme en pie, pero no duro mucho, pues mis rodillas se doblan y caigo con fuerza al piso. Intento levantarme, pero no puedo. Solo me quedo ahí esperando a que As aparezca, pero eso no sucede. Al pasar de los minutos, mi vista comienza a nublarse y cada vez me cuesta más respirar. Me tranquilizo al escuchar pasos que se acercan pues pienso que As llegará a ayudarme, pero me llevo una gran sorpresa cuando la puerta se abre y escucho la voz de alguien que no es As.

—¡Aisa! —Contengo el aliento al ver a Amanda de cuclillas frente a mí.

Detrás de ella está América, quien marca por teléfono para pedir una ambulancia. Quiero decirle que no lo haga, pero estoy demasiado débil incluso para hablar. Mis ojos se vuelven a cerrar, y una vez más me envuelve la oscuridad.

As

Doy vueltas por la habitación de los padres de la pequeña. Aunque ya han limpiado el lugar, aún pueden apreciarse rastros de sangre sobre el piso. Pese a que son muy opacas, ahí están. Pienso en la manera en que su familia murió, siendo un modus operandi demasiado distinto al mío. Estoy seguro de que ellos ya deberían saber que no fui yo.

«Lo saben, pero no lo dicen para no generar más pánico».

—Tal vez. No creo que les convenga que se sepa que hay más de un asesino. —Ahora quisiera saber si ellos están tras de mí o tras él—. ¿Qué estará haciendo ese estúpido detective?

Me muevo por la habitación y contemplo algunos retratos familiares; sí que ella era feliz: en todas las fotos sonríe, y sus ojos brillan con anhelo y amor por la vida. Pero cuando la tuve frente a mí por primera vez, ya había perdido ese brillo. No ha vuelto a aparecer, y sé que nunca lo hará. Es lo mismo que pasó conmigo.

Tomo un portarretrato donde se muestra la pequeña con un niño en brazos; y al levantarlo, veo que algo cae al suelo. Miro cuidadosamente. Al ver la pequeña nota doblada, sonrío.

—Así que aquí estabas. —Dejo el retrato en su lugar y me agacho para tomar la nota. La abro, y al leer su contenido sonrío aún más.

Salgo de la habitación y me dirijo al de la chica. Me pregunto si debo contarle acerca de las notas o dejar la información solo para mí. Cuando entro, me acerco a ella, y compruebo que duerme profundamente; sin embargo, su entrecejo se arruga varias veces, y así me doy cuenta de que sus sueños son perturbados por una que otra pesadilla. Observo su rostro con detenimiento: su piel está demasiado pálida pero sus mejillas están coloradas, y a su frente la cubre una capa de sudor. La toco con cuidado para no despertarla, para comprobar que está hirviendo en fiebre. Chasqueo la lengua, le quito la cobija y levanto su blusa. La herida sangra de nuevo y se ve horrible. Está muy infectada.

«Creo que esta vez realmente me pasé».

Tomo mis cosas en un santiamén y salgo con la intención de traer los antibióticos y el material de curación para desinfectar la herida. Tardo solo un poco más de lo previsto, pero cuando vuelvo me percato de que hay una ambulancia afuera de la casa.

Me detengo a un par de calles de distancia y observo; aparte de los paramédicos hay dos chicas. También está el mismo idiota que se atrevió a besarla la otra vez en la cafetería. Observo atento cómo los paramédicos la sacan en una camilla.

Después de que la suben a la ambulancia, una de sus amigas entra junto con ella y los otros dos entran en un auto que se va tras la ambulancia. Cuando los pierdo de vista, resoplo con molestia y arrojo la bolsa con fuerza provocando que el contenido se esparza por el suelo.

Ahora que la chica está con ellos no puedo hacer nada. No me queda opción más que confiar en su palabra de que no me delatará y aguantarme. Tal parece que ahora sí nuestra relación nada común ha terminado por completo. Debería estar feliz de que al fin pude deshacerme de ella, pero en realidad me estoy muy molesto.

Besos con sabor a muerte© (18+) ¡DISPONIBLE EN FÍSICO!Onde histórias criam vida. Descubra agora