Capítulo 4

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Mis pasos se arrastran a lo largo del pasillo cuando la hora de salir de aquel lugar por fin llega. Joey y Michael caminan detrás de mí hacia el estacionamiento y hablan de hacer algo esta noche. No importa que sea lunes, siempre se sale porque es mejor que quedarse solo en casa bebiendo. A veces lo hago, me siento en el sofá del pequeño departamento que alquilo y bebo vodka o whisky hasta que me siento tan mareado que ni siquiera logro hacer el camino hacia mi habitación.

Comencé a tomar a los quince, en la primera fiesta a la que Michel, Joey y yo, nos colamos ya que era una fiesta de los del último año. Nos metimos en una pelea con unos chicos de una fraternidad y la policía llegó, pero logramos escapar del lugar. He tomado desde entonces, pero en los últimos años el consumo de fin de semana se ha trasladado a los días de semana. No todos, pero si varios. Cuando bebo no me siento tan enojado como cuando estoy sobrio. Mis pensamientos son más volátiles y las sensaciones más absurdas. Cuando estoy ebrio mi egoísmo es mayor y no hay remordimientos por utilizar a las mujeres. Y sí, quizás tengo un pequeño problema con el alcohol. Pero puedo convivir con ello.

Una vez que llegamos al estacionamiento, nos dirigimos a nuestros respectivos vehículos.

—Mira quien te está saludando —Mike llama mi atención dándome un pequeño codazo.

Amanda está agitando su mano hacia mí con una sonrisa casi lunática y debo admitir que asusta un poco.

—No sé en qué diablos estaba pensando cuando me acosté con ella —hago el comentario rascándome la nuca. A decir verdad, no estaba pensando cuando me acosté con ella.

—Seguro estabas ebrio —analiza Joey divertido.

—Siempre follas ebrio, Caden —Mike no parece aprobarlo demasiado.

—No del todo —me defiendo porque sé cuánto tengo que tomar para ser un follador responsable. Nada de bebés, nada de ETS para mí —Pero sí, estaba algo pasado de copas con Amanda.

—¿Te ha hecho algún planteo por lo de Gwen? —pregunta Joey.

—No... —estoy mintiendo porque no les dije lo que pasó en el vestuario después de la clase de Ching —No creo que lo haga tampoco.

—Un día de estos vas a provocar que alguna chica mate a otra por tu causa, galán —Michael palmea mi hombro —Deberías tener un poco más de consideración.

—Por favor —resoplo. Su pedido no tiene sentido —Ellas no quieren consideración. Si lo quisieran no se acostarían con un tipo a las dos horas de conocerlo. Yo tampoco busco consideración, por eso me acuesto con ellas y luego lo olvido.

—Eres un cerdo —asegura Joey con una veta de orgullo —Y eso es lo más lindo de tu personalidad.

—No creo que lo sea —interviene Michael —Ustedes dos son demasiado libidinosos.

—El muerto se asusta del degollado —le digo divertido.

—No, hablo en serio —no hay humor en su expresión —Yo me pongo límites. Yo conozco a las mujeres con las que me acuesto. Me gusta interactuar con ellas.

—Tú eres demasiado sensible —le asegura Joey —Deberías buscarte una novia.

—Sí, tal vez deba hacer eso. Creo que es un buen momento para sentar cabeza y esas cosas.

—Bromeas, ¿verdad? —inquiero con una sonrisa nerviosa. Pero Michael no me devuelve la sonrisa.

La idea de que uno de mis mejores amigos se aventure a la vida en pareja es aterradora. Ya no habrían salidas cualquier día de la semana, ya no podríamos juntarnos a jugar Xbox hasta las siete de la mañana. Nada sería lo mismo, si alguno de ellos dos cayera en la vida conyugal.

Peligrosa Obsesión (Remake) EDITANDOWhere stories live. Discover now