Capítulo 47

4.9K 314 4
                                    

Abro los ojos, todo da vueltas. Tengo la cabeza pesada, la boca pastosa y siento unas horribles ganas de vomitar.

Alzo la cabeza, pero es una de las peores decisiones que he tomado en los últimos tiempos. Me dejo caer hacia atrás y cierro los ojos, intentando alejar el destructor dolor de cabeza que me está quemando el cerebro.

No sé qué hora es, pero tampoco me importa demasiado. Mi vida es una completa mierda. Estoy hecho una mierda.

El teléfono comienza a sonar, perforando mis oídos y haciéndome desear la muerte. Ni siquiera recuerdo bien que fue lo que hice anoche. Sólo puedo decir que bebí hasta caer desmayado en medio de mi sala de estar.

El maldito teléfono de mierda sigue sonando, pero no voy a levantarme a contestar. No vale la pena.

Logro abrir los ojos y puedo enfocar mi mirada sobre el borde de la mesa ratona que está a mi lado. Dormir en el piso es más incómodo de lo que recordaba.

Al fin dejan de llamar, pero el buzón de mensajes es el que suena ahora.

>Sé que estás en casa, muchacho. Levanta el teléfono.

—Púdrete, viejo de mierda... —digo entre dientes y miro hacia donde la voz de Donald sonó —Todo es tu maldita culpa. La perdí por tu culpa...

Gwen.

Había logrado dejar de pensar en ella los primeros dos minutos de consciencia. Ahora necesitaré otra ronda más de Jack Daniels para sacarla de mi mente.

>Realmente a veces creo que no eres mi hijo. Mira que deprimirte porque una mujer te deja —él se ríe entre dientes —Te necesito en mi oficina. Prometiste que volverías a trabajar para mí. Te hará bien, lo sabes. Necesitas a tu padre ahora. Ya sabes que soy lo único que tienes, Caden. Ni la zorra de tu madre te quiso. Ven a verme.

Al fin el silencio reina a mi alrededor. Fijo mi mirada en el techo blanco y suelto un suspiro. Lamentablemente el maldito tiene razón.

Logro ponerme de pie y voy derecho a la ducha. El agua helada me ayuda a superar un poco la resaca y el café que me preparo después termina el trabajo.

Me pongo exactamente la misma ropa que usé ayer y salgo del departamento. Debo colocarme los lentes de sol porque la luz es mi maldita enemiga ahora.

No estoy seguro de qué día es, pero han pasado tres días desde que mi vida se volvió un desastre de proporciones estelares. No he ido a la universidad, y tampoco me importa ya. Ir sería masoquismo. Verla, y saber que ya no es mía.

Maldita sea la hora que dejé que ella entrara en mi vida.

Maldito sea el día que me paré frente a ella y le di aquel beso de bienvenida.

Me monto a la moto y prendo un cigarrillo antes de arrancar. Salgo del estacionamiento y me dirijo casi sin pensarlo hacia el despacho de Donald. Cuando me detengo en la entrada me pregunto qué diablos estoy haciendo.

Me respondo a mí mismo:

Cuando te sales del buen camino, vuelves a los malos hábitos.

En uno de mis malos momentos, en los últimos tres días, llamé a Donald para pedirle trabajo. Necesito juntar tanto dinero como me sea posible para poder irme a la mierda. No lo sé, algún país donde no haga este frío de mierda, con una playa bonita y mujeres todavía más bonitas.

Él se mostró encantado porque lo contacté y dijo que me llamaría cuando tuviera algo para mí. Parece que ya lo tiene.

Ingreso al lugar y todos me miran algo sorprendidos. Entonces sé que hoy es viernes, ya que el despacho está atestado de personas.

Peligrosa Obsesión (Remake) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora