Capítulo 43

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Abro los ojos de repente y no estoy muy seguro de por qué, hasta que el insoportable sonido del despertador se hace responsable de haberme despertado. Alargo la mano hacia la mesita de noche y lo apago.

Me coloco de espaldas y suelto un suspiro. Creo que habré dormido tres horas como mucho. Estos dos meses han sido realmente pesados. Estamos llenos de exámenes y entrega de trabajos, Gwen y yo nos repartimos el tiempo entre su casa y mi casa para estudiar juntos y dormir lo poco que podemos hacerlo.

Giro la cabeza y la veo. Puede que también el dormir poco sea mi culpa, ya que no logro mantener mis manos lejos de ella mucho tiempo.

Dos meses, llevamos sesenta días enteros como una pareja. Si alguna vez dije que una relación era algo estúpido y para gente idiota, me retracto. Amo cada jodido segundo que paso con ella, amo el hecho de abrir mi armario y ver ropa de ella allí o viceversa. Es una sensación de pertenencia que jamás tuve. Ella me brinda seguridad. Es todo lo que necesito.

Salgo de la cama y me meto al baño para darme una ducha y dejar que ella duerma unos minutos más. Le encanta dormir.

Saco una toalla y busco las cosas que, Gwen, ordenadamente colocó en la cajonera de su tocador. De a poco, sin hablarlo, cada uno fue llevando sus cosas al departamento del otro. Se dio como algo natural. Mi departamento ya no es un lugar aburrido y casi vacío. Gwen se ha manifestado allí, comprando muebles, obligándome a pintar. La tarde que pintamos fue muy divertida, debo admitir.

Mi vida nunca fue tan tranquila y adoro que lo sea. Donald no ha vuelto a molestar. Hemos estado yendo a casa de mi abuela fin de semana por medio. Visitamos a Verónica, a sus padres. Las cosas van realmente bien.

Dejo que un poco de agua fría caiga sobre mí primero para despertarme del todo, luego comienzo a ducharme. Canto un par de canciones mientras me enjuago y salgo del baño, fresco y listo para un largo día en la Universidad.

Al salir al cuarto, veo que Gwen está despierta y me da una mirada somnolienta y enojada.

—¿Se puede saber por qué eres tan ruidoso para bañarte? —inquiere con el ceño fruncido.

—¿Te desperté, bella durmiente? —digo burlón porque me encanta meterme con ella cuando está malhumorada —Yo quería despertarte con un beso.

—No dormí cien años —se queja —Por tu culpa creo que a penas llego a las tres horas y media.

—¿Por mi culpa? —inquiero mientras voy hacia la cómoda para buscar que ponerme —Carita-linda, es muy fácil decir no.

—No, no lo es —asegura divertida —¿Qué hora es?

—Casi las ocho —la miro sobre mi hombro —Debes apurarte si quieres ducharte antes de salir.

—No quiero ir —hace un leve puchero y se reacomoda de nuevo bajo las sábanas, dejando a la vista sólo sus ojos.

—Tampoco yo —dejo la ropa en su lugar, giro y sonrío —¿Nos quedamos?

—Se supone que debes decirme: No, Gwen, tenemos que ir.

—Carita-linda, ya es más que suficiente que yo esté yendo todos los días a la universidad. No pidas más de mí.

—Es cierto, estás siendo muy responsable.

—Entonces... ¿nos quedamos?

Ella no dice nada al instante, y eso es bueno. Es difícil hacerla faltar, pero la realidad es que hoy no rendiremos nada. Es una simple clase de repaso.

Peligrosa Obsesión (Remake) EDITANDOWhere stories live. Discover now