Capítulo 54

6.7K 396 134
                                    


Maddison

¿Quién iba a decir que estaría a pocos minutos de emprender mi viaje con destino a Roma? ¿Cómo puede uno creer que tiene el control total de su vida, y al segundo siguiente, todo se desmorona a tu alrededor y te encuentras cuestionandote qué hiciste mal? Todo puede mejorar o empeorar en cuestión de segundos. Me di cuenta de ello.

Estaba dejando todo atrás.

Y quería apostar a que me iría mejor en Roma, comenzando desde cero. Podría, al fin, dejar los problemas atrás y avanzar. Pero, en teoría, estaba huyendo de ellos. No era lo suficientemente fuerte como para quedarme aquí y terminar con todo de raíz.

No pude sentarme y hablar con mamá de todo lo que me abrumaba de su parte. Nuestra relación quedó "solucionada" y avanzamos cómo si nada hubiese pasado, o lo intentamos. Pues nunca me escuchó, y yo tampoco a ella.

Tampoco pude terminar bien mi historia con Ethan.
Es un hecho que lo nuestro murió, pero en cuánto él volvió, no pude evitar recordar todas las cosas lindas que vivimos juntos. Verlo nuevamente me desequilibró por completo, dejándome incapaz de pensar con claridad.
Él me enfrentó y me pidió perdón por cada maldita palabra que me había dicho. Por cada lágrima que me hizo derramar. Por haber desconfiado de mí, sin detenerse a pensar un poco en lo que estaba sucediendo. Me rogó otra oportunidad. Me suplicó que no lo abandone. Intentó detenerme, diciendo que estaba totalmente arrepentido; Dijo que fue un idiota por creer en los dichos de Camelia, que ella le dijo tantas cosas, y le presentó pruebas que resultaban ser muy reales... Alegó que se bloqueó y solamente pensaba en una cosa: que yo lo había traicionado.

No supe qué decirle. Sinceramente, quería darle una segunda oportunidad, porque lo había extrañado mucho en todo el tiempo que estuvo ausente, pero no sabía si era lo correcto. Yo lloré mucho y la pasé muy mal. Constantemente me preguntaba por qué él había hecho eso, por qué no me había creído, por qué se había alejado de mí.
Son cosas en las cuales él no se detuvo a pensar a la hora de herirme de tal manera.

Ahora era yo quien no podía confiar en él.

Suelto un suspiro y reviso la hora en mi móvil: 7:30 a.m.
Estaba cansada, con mucho sueño.

—¿Qué sucede, cariño? —me pregunta la tía. —No estás obligada a venir conmigo, ¿lo sabes? Sé que resulta complicado abandonar todo e irte lejos. Nunca lo has hecho. Extrañarás a tu familia. —me acaricia la mano. —Aún estás a tiempo.

—Quiero irme. Es sólo que... Nada. —niego incapaz de continuar. —Tengo algo de sueño.

—Ay, Maddison... —me abraza. —Nunca estuve a favor de huir de los problemas. Me enseñaron a hacerles frente sin importar qué. —me dice al oído y de aparta.

Le dedico media sonrisa forzada y observo mi equipaje.

—Iré por café, ¿sí? Te traeré uno también. —dice y se pone de pie. —Vendré enseguida. —yo asiento y ella se aleja en dirección a la cafetería.

Tenía muchos mensajes en mi teléfono móvil, mensajes de despedida. Mis hermanos no dejaban de escribirme o llamarme.
Les imploré para que no vinieran al aeropuerto, porque si los veía no sería capaz de irme. Ellos se negaron muchas veces, pero finalmente accedieron a quedarse en casa, luego de una larga y dolorosa despedida.

Mamá estaba devastada. Lloró toda la noche sentada en el sofá, y abrazada a una fotografía que teníamos todos juntos. Nos la habíamos tomado en un viaje que hicimos a Brasil.
Cuando la vi esta mañana, mamá tenía unas ojeras terribles, y los ojos enrojecidos por el llanto. Me partió el corazón verla así de frágil, pero yo ya había tomado una decisión.
Me llamó egoísta por abandonarlos así, y dijo que yo sólo pensaba en mí, y no en el dolor que les estaba causando a ellos con mi partida.

New Player ©Where stories live. Discover now