Capítulo 36

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Maddison

—¿¡Expulsada!? —mi madre pega el grito.

Yo apoyo ambos codos en mis rodillas y me cubro el rostro con las manos.

Estábamos todos en la sala de la casa, en plena madrugada: pues habíamos llegado de la fiesta y los chicos comenzaron a gritarnos, lo que provocó que mis padres se despertaran. Así que aquí estábamos, recibiendo la regañada de nuestra vida.

Ethan se había quedado en un rincón de la sala, mirando en dirección al patio trasero.

Mis hermanos estaban como guardaespaldas, de pie en el umbral de la puerta que da a la sala.

Taylor y Dabria estaban a mi lado, sentadas en el sofá, quedando yo en el medio.

Y mis padres... ambos estaban en pijama, hablando y hablando sobre nuestra mala conducta.

—¿Cómo pudieron hacer algo así? ¡Te van a expulsar, Maddison! —grita mi padre, con seriedad.

—Eres una inconsciente. —suelta mi madre.—¿Tan mala es tu relación con Camelia como para que le hagas tal cosa? —cuestiona, provocando que yo suelte una carcajada cargada de ironía.

—Era obvio que ibas a defenderla. —digo, y niego.

—¡Hablo en serio! ¡No me tomes del pelo, y no te rías! —exclama ella, elevando su tono de voz. —¿Crees que puedes hacer lo que quieras? ¡Estás muy equivocada, señorita! ¡Con esto llegaste demasiado lejos! —sentencia.

Yo me quito los cuernos de diablita que llevo en mi cabeza y lo lanzo al suelo de mala gana. Despeino mi cabello y miro a mi madre.

—No me grites. —aclaro. —Sé que estuvo realmente mal hacer eso en su contra. —hablo mientras observo a mi padre. —No pensé que todo llegaría demasiado lejos, papá. Es más... en un principio no quise hacerlo. —bufo.—Pero...

—... nosotras no la escuchamos.—inquiere Dabria.—Ella no paraba de mencionar que estaba mal, y que no lo hiciéramos. —comenta. —Todo fue idea mía, lo lamento. Solo quería darle una lección a esa chica, y que dejara de molestar a Maddison. —dice con pena.—Suelo resolver mis asuntos de esta manera, amenazando o dándoles una lección a las personas. Y sé que está mal.—aclara. —Mi mala conducta las llevó a esto y por mi culpa ambas van a pagar un precio altísimo.

—No te culpes, Dabria. —salta Taylor.—Lo único que hiciste fue apoyarnos y ser una buena compañía, nada más. Nosotras seguimos tu plan porque así lo quisimos, y estas son las consecuencias.

—¡Unas consecuencias terribles! —chilla mi madre. —Es que... ¡Yo no te eduqué así, Maddison! ¿Cómo es posible que hayas hecho tal cosa, hija? ¿En qué cabeza cabe hacerle eso a una persona? ¡A un familiar! —suelta con tristeza.

—Tú ni siquiera nos conoces. —sentencio.—Crees que tus hijos somos unos panes de Dios, y que no cometemos errores, pero te equivocas. —digo, mirando a mis hermanos.—Todos cometemos travesuras en su ausencia, y nos cubrimos entre nosotros. ¿Por qué crees que los vecinos nos odian, si no? —cuestiono.

Ella lleva una mano a su boca y observa a los hermanos, quienes no dicen ni una sola palabra.

—Ah, claro... Pero la mala es Maddison. La que comete errores es solamente Maddison. —sigo, soltando una risa sin gracia.

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