Capítulo 48

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Maddison

Salir de compras fue lo peor que pudimos haber hecho.

Ethan y yo terminamos discutiendo en pleno centro comercial: según Ethan, yo estaba enamorada de Ryan. Enamorada. ¿Cómo podía pensar algo así? Sacó a relucir nuevamente en tema de la cena pre-navidad.
Yo entiendo lo mal que se veía desde afuera, pero él se quedó con esa imagen sin darme la oportunidad de explicarle.
A su vez me cuestionó sobre la vez en que acepté salir con Ryan, cuando cenamos en el restaurante playero.
Ethan se ha creado una película en su cabeza, sin darme oportunidad de objetar. Y lo peor es que tengo que oír sus constantes comentarios llenos de celos. Es hiriente escuchar todo eso.

Luego de eso, fuimos a otro centro comercial, y nos dividimos en dos grupos, para que no hubiesen problemas de ningún tipo.
Cada uno compró los regalos para los demás y también comida para cenar.

Al finalizar las compras, fuimos directo a nuestros respectivos autos, y Aaron perdió la llave del suyo: donde veníamos Lilly, Ethan, la tía Holly, él y yo. Tuvimos que recorrer los dos centros comerciales en busca de la tonta llave, y no la encontramos. Llamamos a la policía y reportamos la llave perdida, perdimos muchísimo tiempo en ello.

Mientras los demás volvieron a casa en el auto de Matt, nosotros tuvimos que volver en taxi.

Con Aaron nada termina saliendo bien. No se perdió él en el centro comercial, pero sí se perdió la llave de su auto.

En fin. Una vez en casa, decidimos que Chase, Amanda, Matt y Taylor, se encargarían de preparar la cena. Mientras que los demás, nos encargaríamos de preparar algún aperitivo y ambientar la sala para pasar el rato todos juntos.

Todos estaban haciendo su labor, y con mi tía habíamos decidido encargarnos de arreglar la sala y poner suficientes cojines en el suelo para sentarnos todos.

—Es muy guapo. —suelta la tía de repente, mientras acomoda unos cuantos cojines en el suelo alrededor de la mesa central.

—¿Eh? ¿De quién hablas? —le pregunto, poniendo los tenedores sobre la pequeña mesa.

—Ethan. —responde en voz baja.

Yo le presto atención y me dejo caer en el suelo, amortiguando mi trasero sobre un cojín.

—Imagino que debe ser complicado para ti.-murmura, tomando asiento a mi lado. —Nunca me pasó vivir bajo el mismo techo con el hombre que amo. Siempre fui la tía solterona. —se ríe.

—Al menos no tendría preocupaciones. —suspiro. —Estar detrás de alguien que no quiere oír mi explicación, es... agotador. Creo que estar solo es lo mejor.

—Uno se cansa de estar solo, ¿sabes? —dice —Los jóvenes solo quieren diversión, sexo descontrolado y vivir la vida loca. —comenta con algo de enfado.

Quiero reírme por su comentario, pero sé que tiene razón. La juventud de hoy en día está un poco descontrolada.

—Creen que estar solteros es lo mejor que hay, y quizás es así. —prosigue. —Pero llega un punto en nuestras vidas en que ya dimos todo lo que teníamos para dar, y ya hicimos todo lo que teníamos para hacer estando solteros y libres. Siempre, en el fondo, todos queremos tener a alguien a nuestro lado, aunque no lo digamos. —acota con certeza. —Hasta la persona más fría desea tener una compañía, y el mujeriego también, aunque demuestre lo contrario. Todos necesitamos esa estabilidad. No vinimos a este mundo para estar solos. —reflexiona.

Guardo silencio y analizo sus palabras. Por este tipo de conversaciones es que adoro a mi tía. Siempre me sentía bien hablando con ella, porque jamás me juzgaba.
Siempre fue tan sabia y divertida a la vez, y nunca había manera de estar aburrido o triste a su lado.

New Player ©Where stories live. Discover now