Capítulo 45

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Maddison

Faltaba una semana para Navidad.

Los días, incluso las semanas, habían pasado con rapidez.

Pero, las cosas en la casa seguían igual.

Camelia, haciendo de las suyas para hundirme y estar junto a Ethan todo el tiempo. Prácticamente vivía aquí, lo cual me ponía de mal humor y me irritaba demasiado.

Ethan había viajado a Denver, lo cual me emocionó mucho. Pudo visitar a su mamá, la cual se puso feliz, según nos contó él en su regreso. Ella prometió venir a conocernos, en Año Nuevo.

Las cosas con mis hermanos habían mejorado bastante. Ya no hacíamos travesuras, ni peleábamos. Es más, hasta habíamos comenzado a saludar con amabilidad a nuestros vecinos, a pedido de nuestros padres, claro.

Con Taylor todo venía bien. Con Lilly también. Y con Amanda también. Ellas tres se habían vuelto muy cercanas a mí últimamente, nos la pasábamos de maravilla juntas.

Y, además, ¡hoy vendría Dabria! Mamá habló con nosotros y nos dijo que podíamos invitarla para que pase la Navidad aquí, si ella quería. A lo que la prima de Ethan no se negó, y eran cuestión de horas para que llegara.

—¡Abre la puerta, Matt! —escucho el grito de Taylor y dejo mi móvil a un lado. Eran las seis de la mañana y yo me había despertado hacía un rato ya.

Con el ceño fruncido, me quito las sábanas de encima y suelto un suspiro.

—¡Matt! —vuelve a gritar desde el pasillo.

—¡Lo lamento, mi amor! Fue sin querer. —le responde Matt en voz alta.

—¡¿Sin querer?! ¡Lo hiciste a propósito! —chilla ella.

—¡¿Por qué gritan a ésta hora?! ¡¿No se dan cuenta que mi hermoso cuerpo necesita descansar?! —ahora fue turno de Aaron.

—¡Te callas! —saltan los otros dos.

Ay, Dios. ¿Es mucho pedir un día de paz en este infierno?

—¿Qué pasa? —oigo la voz de Chase.

—¡Este idiota rompió mi secador de pelo! —estalla Taylor.

Me pongo de pie y me apresuro a salir de la habitación, encontrándome con todos ellos en medio del pasillo.

Miro a Taylor, quien tiene el pelo totalmente despeinado, mientras que sostiene su secador con el cable cortado.

—¡Hay un fantasma en la casa! —grita Aaron señalándome.

—Chicos, son las seis de la mañana. ¿Es necesario este alboroto? —murmuro, y bostezo.

—¡Es necesario porque Matt rompió mi hermoso secador! —se queja mi amiga. —¡Ahora me debes uno nuevo, y de buena calidad! —le advierte.

—A ver —intervengo. —Matt, cómprale un secador de pelo a Taylor, y fin del problema. Aaron, ve a descansar porque después te tenemos que aguantar histérico el resto del día. Y, Chase, te quiero. —los observo a cada uno, y vuelvo a ingresar en mi habitación, cerrando la puerta.

Me dejo caer en la cama y cierro los ojos, tratando de volver a conciliar el sueño, pero... ¿Qué puede haber pasado?
Alguien invadió mi habitación.

—¡Ay, madre santísima! —exclamo con irritación.

—Sólo quiero hablar contigo de algo... —se queja Aaron.

Bufo y tomo asiento en mi cama, mirándolo con fastidio.

—Aaron, ¡quiero dormir! —le grito.

Él rueda los ojos y se acomoda en la cama como si fuese suya.

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