Capítulo 52

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Maddison

Ethan llegó a la mañana siguiente, tal y como nos lo dijo Dabria.

¿Se quedó en casa? No. ¿Nos visitó? Lo hizo y, gracias al destino, yo no me encontraba allí esa tarde. ¿Preguntó por mí? Claro que no. ¿Estoy contenta por su llegada? Definitivamente no.

Ya era sábado, y esta noche Jorge festejaba su cumpleaños. Yo estaba invitada, y ni conocía al chico. Bueno, todo el mundo estaba invitado.

—¡Definitivamente el pelo completamente liso te queda mejor! —exclama Dabria, desde mi cama.

—Yo opino que con unas ondas... —contradice Taylor, de forma pensativa mientras observa mi cabello detenidamente.

—Es algo diferente. —acota Dabria, señalando mi pelo totalmente planchado. —Ese toque te hace más linda.

—En eso tienes razón —comenta Taylor — aunque las ondas son hermosas, chicas. Yo las amo.

—Pero pasaron de moda. Lo leí en una revista fashion. —nos informa, acomodándose sobre la cama, de modo que quedó sentada como indio. —Ahora lo que se usa es el cabello completamente planchado, haciendo lucir a la mujer más poderosa.

—Las ondas hacen que el cabello tenga más volumen, se ve más rebelde que si está completamente liso. —dice Taylor. —Personalmente creo que son más atractivas o llamativas.

Toma asiento en un sofá y se arregla el maquillaje con cuidado.

—Lo llevaré recogido en una coleta.-les informo. —El cabello suelto me inquieta en una fiesta. —me quejo y comienzo a peinarlo.

—Yo me haré un rodete alto, algo despeinado. Lo usual en mí. —comenta Dabria.

La puerta de la habitación se abre de golpe y yo suelto un grito de enojo.

—¡¿Cuántas veces te he dicho que golpees la maldita puerta, Aaron?! —cuestiono con irritación.

—Ay, lo lamento. No grites. —espeta.

—¡Podría haber estado en ropa interior! —exclama Dabria, fingiendo indignación. —¡Degenerado! —escucho la risa de Taylor.

Suelto un suspiro y me acerco en dirección a mi hermano.

—¿Qué quieres? —pregunto.

—¿Irán con nosotros a la fiesta? Porque ya estamos por irnos, y no vamos a esperar una hora más a que se terminen de arreglar. —nos advierte.

—¡Vete entonces, zopenco! —lo echa Dabria. —Nadie necesita de sus atenciones. Tengo mi propio auto.

—Mejor, entonces. Porque así estaremos más tranquilos en el camino. —se burla. —No tendremos que estar pendientes del tenso momento entre... —se detiene de golpe.

Yo frunzo el ceño en su dirección y él me sonríe como si nada.
Intercambio una mirada de complicidad con las chicas y anclo mi vista en mi hermano.

—Mejor me voy. —se dirige hacia la puerta.

—Espera, termina la frase. —sentencio.

—Era una tontería, me estaba yendo por las ramas. —le quita importancia con un ademán. —¡Que pasen lindo, chicas! ¡Las adoro! —exclama.

—¿Ethan está aquí? —la pregunta sale de mis labios antes de que Aaron atraviese la puerta.

Queda en medio del umbral y se voltea hacia mí.

—¿Está en la casa ahora? —digo entre dientes.

—Eh... bueno... —busca las palabras adecuadas.

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