Capítulo 11

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Maddison

—Lo digo de verdad.—habla Alex entre risas. Yo vuelvo a reír ante su rara historia y niego.

—¿Eras tan tonto?—cuestiono, riendo.

—Lo era. Pero eso me ayudó a pensar mejor las cosas, y a no creer tan rápido en las cosas que la gente me diga.—responde.

Yo asiento y le doy un sorbo a mi jugo. Así es, aquí no hay alcohol.

La directora cree que aún somos unos niños, y que no tenemos control sobre el alcohol. Algo que no es del todo cierto. Pero bueno.
De todas maneras, algunos de los estudiantes se las ingeniaron para traer algo de alcohol escondido.

—Ven, vamos a poner en práctica nuestras habilidades en los juegos. —inquiere Alex y me toma de la mano para dirigirnos a un sector donde hay diversos puestos con juegos entretenidos.

Junto al puesto había una caja de cartón, donde se podían hacer donaciones de dinero. Para una causa benéfica.

Yo saqué unos cuantos billetes de mi cartera y los deposité en ella. Siempre que puedo me gusta contribuir con alguna causa benéfica.

Alex copió mí acción y luego nos acercamos hasta el puesto. Una chica de la Universidad estaba allí, atendiendo.

—¡Hola, pareja pirata!—nos dijo, amable.—Por un solo dólar, pueden tomarse fotos en esta cabina.—nos señala a su derecha.

—¿Vamos? —me pregunta Alex. Yo asiento y pagamos dos dólares, así ambos tendríamos una copia de las fotos.

Entramos a la cabina y nos sentamos en un banco, esperando para que comenzara a tomarnos fotos.

Él pasó su brazo por mi cuello y me acercó a él, para luego depositar un beso en mi mejilla, haciéndome reír. Justo cuando el sonido de la foto se sintió y el flash iluminó nuestros rostros.

En la siguiente foto ambos hicimos caras graciosas y extrañas. Fue divertido.

Luego, ambos sacamos nuestras lenguas y cerramos nuestros ojos.
También, Alex me quitó el sombrero y se lo puso sobre la cabeza, haciendo una ridícula pose.

Y en la última, él aprovecha y roza mi mejilla con su lengua, haciendo que yo ponga una mueca de desagrado.

Finalizada la sesión de fotos divertidas, ambos salimos de la cabina, entre risas y empujones.

Ambos tomamos las fotos y comenzamos a reírnos, al observar lo tontos que salíamos en ellas.

—¡Dios! ¡Mira ésta! —exclamo al observar la foto en la que estamos haciendo muecas graciosas. Él se ríe.

—Ésta fue la mejor.—señala la primera, en la que me está dando un beso en la mejilla.—O ésta. —señala la foto en la que lleva mi sombrero.

—Sales muy chistoso en todas.—comento, aún observando las fotos.

—Soy hermoso, lo sé. —yo vuelvo a reír al oírlo.

—¡Amiga! —la chillona voz de Taylor hace que levante la vista.

Ella viene junto a Aaron y se nos acercan con rapidez.

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