Capítulo 29

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Maddison

Ethan se aparta de mí con lentitud y observa a la desconocida chica.

—Dabria, ¿qué... estás haciendo aquí? —pregunta él.

—¡Me enteré que estabas por aquí y decidí venir a verte! —chilla ella con emoción.

Yo doy un paso atrás, y me cruzo de brazos.

La chica automáticamente se lanza sobre Ethan y le da un fuerte abrazo.
Mi ceño se frunce al verlos. ¿Quién es ella? ¿Y por qué lo está abrazando de esa manera tan... cariñosa?

—¡No te imaginas lo mucho que te he extrañado! ¡Tengo tanto para contarte, primo! —exclama ella, mientras se aparta.

Dijo... ¿primo?

—¿Primo? —repito en voz alta.

Ella se gira en mi dirección y me sonríe.

—Ay, lo siento. Qué tonta soy, no me di cuenta. Soy Dabria, la prima de Ethan. —se presenta, dándome un beso en la mejilla.

—Maddison. Un gusto. —le devuelvo el gesto.

¡Son primos! Y yo pensando cualquier cosa. Uff... el alma me volvió al cuerpo.

—¿Maddison? —cuestiona ella de forma pensativa, y se gira hacia Ethan. —¿Ella es Maddison? O sea, ¿tu Maddison? —le pregunta.

Noto un leve sonrojo en las mejillas de él y le lanza una mirada de reproche a su prima, a lo que ella se ríe.

—¡Así que tú eres Maddison! No sabes todas las cosas que me ha contado sobre ti.—me dice en voz baja. —Desde el primer día en que llegó a este lugar, no ha dejado de hablarme sobre ti. ¡Estaba emocionada por conocerte! —chilla, y Ethan carraspea.

—Dabria, ya... No es necesario que des detalles. —le dice él en voz baja.

—¿Qué tiene de malo? Si estás enamorado, el mundo entero lo tiene que saber. —responde.

—¿Enamorado? —inquiero.

—Así es: enamorado. Es más, desde ya les digo que hacen una linda pareja. Eres muy linda, eh. Ethan tuvo suerte de toparse contigo. —le halaga ella.

—Oh, gracias. —digo un poco incómoda.

—¿Y qué haces aquí? —le pregunta Ethan.

—El encargado del campamento es amigo mío, y me comentó que vendrían unos estudiantes para pasar el fin de semana. Y, por casualidad, vi en una de sus historias de Instagram, una foto donde salías tú y supuse que formabas parte de ese grupo de  universitarios. —explica con rapidez.

—¿Te quedarás? —le pregunto.

—Sí, amiga. Me quedaré hasta mañana. Cuando ustedes vuelvan a la Universidad, yo volveré a mi hogar. —responde. —Oye, Maddison, ¿tienes alguna amiga para presentarme? —pregunta.

—Tengo una sola amiga, y tiene novio.—respondo.

—¿Alguna conocida, quizá? —insiste, apoyando su antebrazo en el hombro de Ethan.

—Pues... Conozco a una chica que se llama Camelia, pero...

—¡Oh, no! —exclama con horror.— Si se llama Camelia mejor no. Mi ex se llama así. —ladea la cabeza en negativa.—Tuve una experiencia traumática con esa maldita. —suspira. —Esa tal Camelia de la que me hablas de seguro es una maldita también. —afirma, observando un punto fijo en la distancia.

—Sí, tienes razón: es una maldita.—digo sin pensar.

Ethan eleva una ceja y yo le sonrío.

—Como sea, ¿en tu cabaña hay lugar para una más? —me pregunta ella. —Porque no me gustaría tener que compartir cabaña con los chicos. Aunque no habría problema con eso, digo, todos apuntamos hacia el mismo lado. —comenta con humor.

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