CAPÍTULO 26

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Marc:Esta es la señal que me hacía falta para irme a dormir —comentó Marc levantándose del sofá. Estiró los brazos hacia arriba, desperezándose. Esa mañana había madrugado para trabajar y a esas horas de la noche y después de todo el día, empezaba a estar cansado.

Ana:Yo también. Presiento que mañana voy a necesitar fuerzas.
Ana también se había levantado y se le escapó un bostezo.Marc se
despidió de todos con un apretón de manos y se encaminó hacia las escaleras.
Tras él, escuchaba a Ana hablar con todos y no tardó nada en escuchar sus pasos acercándose. Subieron las escaleras uno al lado del otro, en un silencio raro pero no incómodo.
Marc se paró delante de su habitación y Ana justo en la siguiente. Iban a
estar pared con pared. Sería lo más cerca que habría dormido de ella en
mucho tiempo y la idea resultaba poco más que perturbadora.

Ana:Oye, Marc… —empezó Ana y vio su indecisión—. Mira, sé que las
cosas no acabaron bien en la cafetería y puede ser incómodo estar aquí todoel fin de semana, pero creo que podemos dejar a un lado los malos rollos y pasarlo bien estos días. No tenemos ni que hablar, solo mantener el trato cordial.
Se mostraba sumisa y con algo parecido a la timidez pero bajo esa
fachada veía un fiero sentimiento brillar en sus ojos. Una muda advertencia de que más le valía aceptar esa ofrenda de paz. Y Marc pensaba aceptarla porque solo quería pasárselo bien ese fin de semana y sí, la presencia de Ana era un efecto secundario al que tenía que hacer frente, pero si ella estaba
dispuesta a no provocar, él pensaba hacer lo mismo.

Marc:Me parece bien —asintió, mostrando su conformidad. Ana se relajó de alivio, al menos un poco—. Buenas noches. Hasta mañana.

Ana:Hasta mañana.
Intercambiaron una larga mirada y una media sonrisa y cada uno entró en su propia habitación

Ana se despertó la mañana siguiente con la música de la radio sonando a
todo volumen en la casa. Aún con la mente embotada por el sueño, fue
incapaz de reconocer tanto al cantante como la canción, pero la escuchaba como si estuviera cantándole al oído tan fuerte que tuvo que esconder la cabeza bajo la almohada para amortiguar el sonido. No llevaba bien despertarse de forma tan abrupta y siempre necesitaba de unos minutos para considerarse una persona en la plenitud de sus facultades.
Alguien cerró la puerta de la habitación de al lado y Ana se incorporó de golpe en la cama, con todas las greñas pegadas a la cara y los ojos aún legañosos. Marc. Le había costado la vida dormirse porque no había sido capaz de relajarse sabiendo que él estaba durmiendo tan cerca de ella. Se le hacía demasiado raro. Escuchaba ruidos y pasos y no hacía más que imaginarse qué estaría haciendo. Al final se había dormido por puro agotamiento y cansada de dar vueltas en la cama sin encontrar la postura más cómoda.
Después de asearse y cambiarse ropa, ya podía considerarse media
persona. La otra mitad la recuperaría cuando desayunara algo. Desde allí le llegaba el olor del café y cerró los ojos, envolviéndose en él. Atraída por el aroma, flotó hasta la cocina.
La música se escuchaba cada vez más fuerte a medida que se acercaba a
la zona del comedor y la cocina. Encontró a Laura preparando el desayuno, bailando y cantando al ritmo de Taylor Swift y su Shake it off.
Laura:…Baby, I’m just gonna shake, shake, shake, shake, shake —cantaba
usando la paleta para dar la vuelta a las tortitas, como micrófono. Ana miró a su alrededor, esperando a ver si alguien más estaba disfrutando de ese divertido espectáculo, pero su amiga estaba sola en la cocina y ni siquiera se había dado cuenta de que Ana había llegado—. I shake it off, I shake it off…

Ana:Ejem…! —carraspeó Ana haciéndose notar. Tenía los labios
apretados tratando de contener una carcajada al ver la cara mortificada de Laura al verse descubierta. No sé si pedirte el desayuno o un autógrafo.

Laura:¡Oh, cállate! —Le espetó tendiéndole un plato con un par de tortitas a las cuales le había echado mermelada de arándanos—. Come y calla, que calladita estás más mona.
Se picaba con demasiada facilidad y entendía porque Sergi disfrutaba tanto sacándola de casillas.

Ana:¿Dónde está todo el mundo?
Era raro que, siendo la hora del desayuno, no hubiese nadie merodeando por allí.

Laura :Están fuera montando todo el tinglado de la yincana —explicó dejando una taza de café humeante delante de ella—. ¿Estás preparada?

Ana :Preparada no lo sé, pero cagada de miedo te digo que sí —bromeó y Laura  sonrió con la benevolencia de una madre.

Laura :No es para tanto, aunque no te voy a negar que algo competitivos sí que somos.

Ana:¿Vas a jugar tú también? —No sabía si con el embarazo sería
recomendable hacer tanto ejercicio.

Laura:No he venido aquí para estar sentada en la grada, Ana. —Hizo una
mueca de disgusto—. Pero sí que voy a tener cuidado. Solo echaré un par de carreras al béisbol y poco más. Conozco mis límites.
Ana estaba segura de ello pero aun así no pudo evitar preocuparse. No
sabía qué opinaría Aleix sobre el hecho de que su mujer participarse en esa yincana pero tenía claro que si había alguien capaz de hacerla entrar en razón, ese era él.

Ana:¿Vamos a jugar al béisbol? —La voz le salió temblorosa, teniendo en cuenta qué pasó con Laura en el internado pero ambas habían decidido dejarloatrás, donde debía quedarse. Tenía que empezar a olvidar. O aprender a hacerlo.

Laura:También al rugby. Y a algo que tanto Sergi como Carol han
mantenido en secreto.
La conocía demasiado bien para saber que habría tratado de sonsacar esa
información a toda costa pero la resistencia de los primos a la hora de guardar un secreto había sido más grande que su insistencia. Y también influía el hecho de que disfrutasen haciéndola sufrir un poco. Thea lo haría.

Sergi:Veo muchas nubes oscuras acercándose, señora Espargaro—Le chinchó Sergi entrando por la puerta que daba acceso al jardín—. Deja de cantar.
Esquivó el golpe que Lauea iba a darle con la paleta de cocina y le robó una
tortita antes de ponerse bien lejos de ella. Tras él entraron el resto de chicos,riendo y bromeando entre ellos. Ana se tensó de forma inevitable al ver a Marc pero pudo respirar con algo de tranquilidad al ver que no reparaba apenas en ella. Se llevaba bien con todo el mundo y eso era algo que siemprele había gustado de él y, al mismo tiempo, envidiaba. Tenía facilidad para
hacerse con la gente mientras que a ella le costaba integrarse en un grupo.
Bien fuera por sus inseguridades o por la imagen que daba a primera vista,siempre necesitaba un tiempo para poder sentirse a gusto con personas a las que apenas conocía. Con este grupo de amigos en particular, le fue fácil
porque tanto los chicos como las chicas la trataron siempre como si la
conociesen de toda la vida,haciéndola partícipe de conversaciones e
invitándola a sitios a los que fuesen a ir.
Estaban muy unidos, pero nunca le habían cerrado los brazos a alguien
nuevo. Lo habían hecho con ella el verano antes de su último curso, cuando se reunieron todos en Roma. Pese a que no tenían por qué hacerlo, invitaron a Ana a ir con ellos. Fue con ellos a ver la ciudad, a cenar, al cine e incluso a la playa. No se sintió incómoda más que al principio, cuando se dio cuenta de que estaba rodeada de parejas y ella estaba más sola que la una, pero no le dieron motivos para querer irse.
Era la primera vez que sintió lo que era tener amigos y la sensación era
increíble.

Deseo (Marc Bartra)Where stories live. Discover now