Capítulo 9

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Para cuando llegó a casa de Laura y Aleix,llovía a cántaros.El taxi la dejó en la pequeña valla de fuera y,pese a que corrió para llegar a la puerta de entrada,terminó calada hasta los huesos.Con las manos frías y temblando,necesitó de varios intentos para meter la llave en la cerradura.Suspiró de gusto al notar el calorcito que reinaba en la casa;la chimenea tenía que estar
encendida porque olía a madera quemada y se escuchaban los chisporroteos del fuego.

Ana:¡Cariño,ya estoy en casa! —bromeó, frotándose las manos y dando saltitos de un pie a otro,tratando de entrar un poco en calor.
Venían voces de la cocina,por lo que supuso que Aleix ya había vuelto de entrenar y estarían Laura y él hablando.

Laura:¿Cómo ha ido?

Ana:Con decirte que hemos acabado a gritos —se quitó el abrigo y lo dejó colgado en la percha de entrada.Sus amigos seguían en la cocina y ella estaba de camino.Ha sido un auténtico desastre.Me han dado ganas de…
Paró en seco al entrar en la cocina. Sentados en la mesa tomando algo,
estaban sus amigos… y Marc.
Ana se quedó clavada en la puerta, mirándolo con estupefacción.Y él
parecía igual de sorprendido.Aleix le pedía perdón con la mirada,pero Ana estaba demasiado conmocionada para hacer o decir nada.En el restaurante apenas le había visto fugazmente,pero ahora lo tenía ahí delante: compartiendo el mismo espacio cuando habían conseguido eludirlo durante muchos años.Muchas habían sido las ocasiones en que pudieron haber coincidido —la boda de Laura y Aleix,a la que Marc no acudió por estar su madre ingresada en el hospital,o las visitas que Ana realizaba de forma regular a la sucursal que Daniela tenía en Londres,y que llevaba de forma magistral Sally,la madre de Marc;pero nunca lo habían hecho.
Sabía que alguna vez tenía que pasar, pero no esperó que fuera así,tan de
sopetón.Todo lo que había pensado alguna vez que le gustaría decirle se
había esfumado.Ahora solo podía boquear y mirarlo con sorpresa.La misma que él había conseguido camuflar con algo parecido a la curiosidad.La observaba como años atrás,cuando intentaba descifrarla y entenderla.
Siempre la había mirado como si no acabara de creer que hubiera cambiado.
Detestaba que la juzgaran solo con una mirada, y eso era lo que Marc hacía cada vez.
Ojalá se hubiera convertido en alguien feo,gordo y con entradas,pero
hasta en eso le falló la suerte.Estaba guapo,pero Marc siempre lo había
sido.A los dieciocho años seguía conservando las facciones aniñadas, pero Ana siempre supo que cuando se hiciera mayor sería muy atractivo.Y no se había equivocado,aunque nada la había preparado para el magnetismo que desprendía.Sus rasgos,indudablemente masculinos,con una ligera sombra
de barba,mostraban a todo el mundo que ya no era un niño sino un hombre
preparado para comerse el mundo.
Su postura en la silla denotaba una
tremenda confianza en sí mismo.Tenía los ojos más claros de lo que recordaba,y sus pestañas más oscuras,lo que añadía intensidad a su mirada.

Ana:Cuánto tiempo sin verte.
Fue Ana la primera en romper el incómodo silencio.

Marc:Sí,mucho tiempo —Ana notó vibrar algo dentro de ella.
Tenía la voz más grave y profunda,una que no cuadraba con el Marc que ella recordaba;pero también era cierto que estaba ante un hombre y no un muchacho.Le costaba mirarlo y ver que había cambiado.Antes,cuando
pensaba en él,lo hacía con la imagen que tenía a los dieciocho años;ahora,
cada vez que se acordara de él,lo haría imaginándolo tal cual lo tenía delante.
Y no sabía cuál de los dos le daba más miedo.

Ana:Te ves bien.

Marc:Tú también.
Y ya está.Podría decirse que el hielo se había roto,pero la situación,bajo
su punto de vista,seguía siendo igual de tensa que antes.No sabía cómo
actuar delante de él,y por la forma en que tensaba la espalda,apoyándola
completamente en el respaldo,a él debía de pasarle algo parecido.No estaba tan relajado como quería hacer ver.
Fue en ese pequeño y tenso intercambio de saludos y halagos,cuando Laurase dio cuenta de la situación.Era muy avispada para algunas cosas pero muy
corta de entendederas para otras.Aleix por otra parte,permanecía en estado de alerta,observando primero a uno,y después a la otra.Parecía dispuesto a
lanzarse,silbato y tarjetas rojas en mano, a hacer de árbitro en caso de una pelea entre ambos.

Deseo (Marc Bartra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora