Capítulo 14

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Marc:No esperaba encontrarte aquí.
Ana  asintió, como si eso fuese suficiente respuesta. La conversación con Montse seguía bailando, fresca y vívida, en su memoria y tener delante al objeto de esa charla, bastaba para hacer que sus piernas temblasen y el desmayo lanzase lucecitas de colores ante sus ojos. ¿Qué había hecho ella para merecer semejante tortura? Ni tiempo había tenido para asimilar lo que había pasado en esa tienda.
—¿Vienes de hablar con mi madre?

Ana:Tenía que recoger unas cosas. —Fue su única respuesta y se dio palmaditas en la espalda por haber sido capaz de encontrar la voz y decir
algo.
Marc:Venía a verla —sonrió y algo en esa sonrisa le recordó al chico con el que se escapaba para estar a solas, llenos de emoción. Además, le encontraba muy guapo esa mañana, con ese estilo tan informal de vestir, esos vaqueros y la camiseta de manga larga que se pegaba a su pecho. Se parecía más al Marc que ella recordaba, con ese aire desenfadado y no tan controlado como le pareció hacía dos noches.
Consciente de que esos pensamientos eran de todo menos apropiados,trató de dejarlos a un lado y recordarse que había superado todo lo que teníaque ver con Marc Bartra y que, si le encontraba atractivo era porque estaba sensible por la conversación con su madre. Nada más.

Ana:Pues te dejo que entres entonces —despegó la espalda de la pared ysonrió al ver que sus piernas habían recuperado su estabilidad—. Aún tengo muchas cosas que hacer antes de volver.

Marc:Regresas a Roma esta tarde? -Ana asintió y le miró con curiosidad al ver que él parecía tener la intención de decir algo pero cerró la boca al pensárselo mejor—. Que tengas un buen viaje entonces. Ha estado bien verte.

Ana:Sí, lo mismo digo. Que te vaya bien.
Ninguno de los dos hizo el intento de despedirse con un beso en la mejilla como hubiera sido lo normal, eso habría sido muy incómodo, por lo que simplemente sonrieron. No sabían qué más decir. Ana se colgó bien el bolso al hombro, apretó la carpeta con las muestras contra su pecho y le dio la espalda para marcharse en dirección contraria por la que había venido él.

Marc: Ana, espera! —se giró para encontrarse a Marc a pocos pasos de ella.
Parecía contrariado—. ¿Tienes tiempo para tomarte un café?
La invitación no le sorprendió a ella sola sino que Marc tampoco parecía ser capaz de creer lo que había dicho. Pero una vez salidas esas palabras de su boca, no se echó atrás y la miró con decisión. La curiosidad fue más fuerte que la prudencia y acabó asintiendo, siguiéndole hasta la cafetería de enfrente.
El acogedor sitio estaba a rebosar a esas horas de la mañana y la mayoría de la gente que tomaba café o lo pedía para llevar, eran trabajadores que se tomaban un descanso o aprovechaban ese lapso de tiempo para hacer negocios bajo la familiaridad que da un lugar como ese.
Marc  y ella se sentaron en una mesa cerca de las ventanas y estuvieron en silencio hasta que llegó una joven camarera preguntando qué querían tomar.
Un café solo para Marc y un té para ella. Le encantaba una buena taza de café caliente pero la cafeína podría ser una mala combinación si tenía en cuenta que estaba bastante nerviosa. Conocía esa mirada que Marc le lanzaba de soslayo, la que parecía querer decirle algo pero no encontraba las palabras para hacerlo y era raro porque, si había algo que había caracterizado su relación, era que ninguno de los dos había tenido problemas en decirle lo que
fuera al otro.
Ana rodeó su taza caliente con las manos y dejó que el calorcillo se expandiera por todo su cuerpo. Marc seguía callado y se preguntó por qué invitarla a un café si tenía toda la intención de estar callado.

Marc:He escuchado que te va bien, con lo de las joyas y todo eso.
Hubiera alzado una ceja de haber sabido hacerlo, por lo que alzó las dos y le miró, con cierta chulería, con la esperanza de que definiera qué queríadecir con «todo eso». Marc tuvo la decencia de parecer algo azorado y Ana escondió su sonrisa divertida en la taza, mientras bebía su té.
Quería decir que no solo te dedicas al diseño de joyas, por lo que me han dicho.
¿Quién se lo habría dicho? ¿Laura o Aleix? ¿Su madre, acaso? ¿O habría sido él mismo quien, en un ataque de curiosidad, hubiera indagado sobre
ella? Ana había resistido la necesidad de hacer una búsqueda en internet sobre él y había cerrado el navegador antes de darle al botón de la lupa,activando la búsqueda.

Ana:Hago más cosas de las que pensé que haría —reconoció Ana dejando la taza con cuidado en el plato—. Mi idea ha sido siempre la de diseñar las  joyas, pero he encontrado cierta satisfacción fabricándolas. Es entretenido y reporta cierta satisfacción ver algo hecho por ti misma, acabado.
Se sintió incómoda hablando de eso con él porque la última vez que habías alido el tema entre ellos de su sueño de diseñar joyas, fue cuando se puso punto y final a lo suyo. Ahora, Marc  le observaba con curiosidad pero sin ningún tipo de interés más allá que el de tener algo de qué hablar.

Marc:¿Trabajas regularmente con mi madre?
«Gracias por querer a mi hijo como lo hiciste.» La frase seguía resonando en su cabeza y disfrazó su turbación bebiendo otra vez de su taza.
Marc  miraba esperando una respuesta

Ana:No suelo trabajar directamente con ella. Cuando Daniela va a sacar una colección, siempre hablamos las dos sobre los complementos que mejor le iran. Yo hago el diseño de las joyas según lo que busca y son otros los que las fabrican.

Marc:Y qué gracia tiene eso? Son tus joyas, ¿no? —casi sonrió al ver su confusión.

Ana:Si tuviera que fabricar todo lo que diseño, no tendría vida… o me harían falta dos o tres para completarlo todo —se rio y se sintió bien ver que Hacer correspondía, más relajado—. Todo esto es como una gran familia en el que todos colaboran con todos  y Ana sintió un ramalazo de orgullo hacia sí misma por todo lo que había conseguido. No le hacía falta exagerar nada,porque la realidad ya era lo bastante buena y no necesitaba tampoco presumir
delante de él de sus logros, restregándoselos por la cara. Hacer eso sería un comportamiento demasiado infantil por su parte y había dejado esa parte muy
atrás en el tiempo.

Ana:¿Y qué me dices de ti?
Apoyó el codo en la mesa y la barbilla en la mano y le miró con la mismacuriosidad que él había demostrado antes hacia ella. No había más que verle para saber que las cosas le habían ido bien a él también pero una parte de ella quería escucharlo de sus labios, saber que había valido la pena dejarlo todo para que cada uno consiguiese lo que había querido.

Deseo (Marc Bartra)Where stories live. Discover now