Capítulo 17

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Los dos estaban demasiado enfadados como para seguir hablando. Se quedaron  callados y cada uno desvió la mirada hacia el punto contrario al delotro. Ana miraba por la ventana, con la mandíbula tensa y Marc dirigió la suya hacia el muestrario de telas que Ana había dejado encima de la mesa.
Apretó la mandíbula cuando Ana empezó a tamborilear los dedos sobre él y no había cosa que le molestase más que eso

Marc:¿Puedes parar de una maldita vez? —le espetó con brusquedad y Ana,hastiada, desvió la mirada hacia él—. Es molesto.

Ana:¿Hay algo que no encuentre hoy molesto el señorito? —sonrió con falsedad y su tono le estremeció por lo desagradable que sonó. Eso había sonado muy similar a la Ana que él recordaba del internado, mordaz y cruel.

Marc:Pues no, fíjate —respondió con el mismo tono y la misma actitud
beligerante. Al cuerno con el borrón y cuenta nueva. La goma de borrar no
era lo bastante dura como para quitar las manchas de tinta que habían escrito su historia.Encuentro muy molesto que venga aquí con toda la intención de empezar de cero y que sea imposible por tu culpa.

Ana:¿Por mi culpa? —soltó una risotada—. No he sido yo quien ha
empezado una disputa aquí, Marc , has sido tú. ¿Cómo puedes censurar mi comportamiento si el tuyo ha sido igual? Y tampoco me creo que hayas venido aquí con toda la bondad y tus buenas intenciones, proponiendo un
nuevo inicio cuando sabes que es imposible. No dejan buen sabor los
remordimientos, ¿verdad? —sonrió con una fingida sonrisa y Marc
entrecerró los ojos, fulminándola con la mirada.

Marc:Yo no fui quién hizo las cosas mal, si me permites el recordatorio

Ana:No me hace falta el recordatorio; lo veo en tus ojos cada vez que me miras.
Se retaron con la mirada. Con los nervios crispados, era incapaz de
calmarse lo suficiente para darse cuenta de que la Ana que tenía delante no era la de antes. Él había conocido a otra Ana, la dulce, tierna y divertida,pero cuando se enfadaba… ahí es cuando perdía toda la racionalidad y solo era capaz de ver aquella que le hacía la vida imposible a todo el mundo. Lo  que Ana despertaba en él era de todo menos racional. Hacía hervir su sangre
de forma que nadie más había conseguido y perdía control con la rapidez y precisión de una bala.

Marc:Por qué rompiste el compromiso?

Ana:Y por qué das por hecho que fue cosa mía?

Marc soltó una risotada y Ana envaró la espalda, claramente molesta.

Marc:Porque he visto cómo te mira el pobre desgraciado. Te miraba como si
fuera un cordero degollado, y solo le ha faltado arrodillarse a tus pies y rogar porque volvieras con él.

Ana:No hables como si lo supieras todo. No le conoces.

Marc:No, ni me interesa tampoco —Se estremeció fingiendo desagrado y
alzó una ceja al ver como Ana se levantaba presurosa de la mesa. Cogió el bolso y se lo colgó al hombro y después, cogió la carpeta con las telas y la plantó delante de su pecho como si se tratase de una armadura con la que pudiera protegerse—. ¿Ya te vas?

Ana:¿Esperas que me quede aquí sentada mientras me insultas?

Marc:No te he insultado —se envaró a su vez, indignado por ese acusación

Ana:Puede que no con palabras, pero me siento insultada cada vez que abres la maldita boca. Nunca suele salir nada bueno para mí—. Abrió la cartera y dejó un billete encima de la mesa, lo suficiente para pagar ambas bebidas y estaba seguro de que no esperaría a que le dieran el cambio. Dio un par de pasos para irse pero pareció pensárselo mejor y se agachó a la altura de la cara de Marc—. El pobre desgraciado, como tú lo llamas, al menos lo intentó. Conozco a gente cobarde que prefirió acabar con todo antes que luchar un poco.
Marc tensó la espalda y giró su cuerpo lo suficiente para mirar a Ana a
los ojos. Aquella situación le recordaba tanto a muchas de las que habían vivido antes que le costó recordar que estaba en el presente y no en medio de cualquier lugar del internado que tantas discusiones había visto suyas.

Marc:Quizá no había nada por lo que luchar —fue su respuesta. Ana suspiró bruscamente y una sombra de dolor cruzó sus ojos—. A veces, lo más sensato es cortar de raíz algo que sabes que va a salir mal.

Ana:Si crees que va a salir mal, ten por seguro que lo hará —la voz le salió estrangulada y los nudillos se le habían vuelto blancos por la fuerza con la que apretaba el borde de la carpeta.

Marc:Hay veces en que no hay más final que ese.

Ana:Eso ya no se sabrá, ¿no crees?
Ni siquiera se despidió y salió a toda prisa de la cafetería. Marc la siguió
con la mirada todo lo que le permitió la incómoda postura en la silla, medio
girado. Masculló por lo bajo, molesto y, al girarse para volver a ponerse
frente a la mesa, se cruzó con la mirada de Didac , que lo había presenciado todo desde el fondo del café. Alzó la copa como saludo mientras una sonrisa triunfante curvaba sus labios; Marc  tuvo ganas de partirle la cara. En cambio,
se limitó a levantarse e irse.
No vería a su madre en esos momentos. Le conocía demasiado bien y sabría que algo habría pasado. Lo que menos quería, era enfrentase a la mirada interrogante de su madre.

Deseo (Marc Bartra)Where stories live. Discover now