Capitulo 4

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Ana:No, no lo es —aguantó el tipo y recogió sus cosas antes de levantarse.
Mirarlo desde cierta altura le había dado más confianza, aunque en realidad se sintiera pequeña e insignificante como esa hormiga que subía por la mochila de Marc .No puedo renunciar a ello,Marc por mucho que te quiera. Llevo tiempo engañándome a mí misma creyendo que podrías llegar a olvidar todo el pasado y sentir algo por mí. Y si elegir irme, me convierte en una egoísta, lo admito: lo soy. Pero tú eres un cobarde por no intentarlo siquiera. La distancia no tiene por qué ser el final de una relación, aunque se supone que ya no tenemos que preocuparnos por si funciona o no. ¿Verdad?
Marc ni siquiera respondió, y se quedó observándola desde el suelo con la mandíbula apretada. Ana sintió el escozor de las lágrimas en sus ojos, y apretó los labios pidiendo un poco más de seguridad antes de decir,posiblemente, las palabras más difíciles de su vida:

Ana:Adiós, Marc
Esas palabras reverberaron en su mente, y se estremeció con ellas, apretando más fuerte los brazos en torno a sus rodillas. Apoyó la frente en estas, y luchó por salir de esa amarga sensación.

Aleix:¿Estás bien? —Aleix le frotó la espalda con la mano, en un intento por animarla.

Ana:Lo estaré —declaró, llena de falsa seguridad. Pasó por alto el tono
tembloroso de su voz.

Aleix:Lo sé, pero no tienes que demostrar fortaleza ahora mismo, Ana
Aleix le pasó un brazo por los hombros y la apretó contra sí, dándole un beso en la sien.

Aleix:Han pasado cinco años ya…

Ana:¿Y qué? Como si hubieran querido pasar veinte o treinta

Aleix: Dicen que el tiempo lo cura todo.

Ana::Soberano idiota quien dijo eso —bromeó, sabiendo que había sido él mismo quien había dicho esas palabras cuando Ana le contó qué había pasado con Marc.

Aleix:El tiempo cura las heridas, pero cuando esta es profunda, se necesita algo más que tiempo para que sane del todo.

Ana:¿Qué más?

Aleix:Amor. No hay nada como el amor para curar un corazón roto.

Ana:No he tenido mucha suerte con eso, no sé si te has dado cuenta
respondió con una mueca.

Aleix:Eso es porque aún no ha aparecido el hombre de tu vida —la animó, y el calor de su abrazo le resultó reconfortante—. Aparecerá alguien que sepa valorarte como mereces.

Ana:Preferiría que lo hiciera antes de que me salgan arrugas y canas, a poder ser. No quería hablar de amor en esos momentos, y esperaba que su intento de broma funcionara y Aleix dejase apartado el tema. Al menos de momento.
Demasiadas emociones en ese día, y estaba empezando a acusar el cansancio.
El problema era que ella misma no podía dejar de darle vueltas al asunto.
Su relación con Marc no siempre estuvo cargada de palabras cariñosas o mimos —las cursilerías no fueron algo que a Marc le saliera con facilidad, aunque desconocía si con el tiempo había cambiado eso—; pero tuvieron sus momentos buenos. Antes de él, Ana había estado con otro chico, pero fue Marc con quien descubrió lo que era la pasión y desear a alguien con desesperación. Pensar en otra persona antes que en sí misma.
Ana lo había querido mucho. Quizá no de una forma tan idílica como lo que sintió por Aleix en su momento, pero en cambio sí algo más terrenal e intenso. Marc había despertado sentimientos y sensaciones en ella que su amigo nunca había hecho aflorar en su interior.
Había querido mucho a Aleix pero Marc fue su primer amor, y todo el mundo sabía cuán difícil era olvidarlo.
El ruido en la cerradura los hizo incorporarse, alertas. La cabeza rubia de Laura , con el pelo sujeto en una coleta, cuyos mechones se habían escapado de su agarre, apareció por la puerta. El cansancio que mostraban sus ojos azules no escondió el asombro de encontrarlos allí: sentados en el sofá, a altas hora de la noche. Aleix se levantó presuroso hacia ella. Aún no había acabado de tenderle los brazos, y Laura yaa estaba aferrada a él con fuerza, escondiendo la cara en su amplio pecho. Esperaba que la noche no hubiera sido tan mala como parecía indicar su pose derrotada.
Con una sonrisa de disculpa Aleix murmuró un buenas noches, y llevó a
Laura escaleras arriba hacia su habitación.
Era el momento de que se Ana fuera también a dormir. Necesitaba
recuperar fuerzas para enfrentarse a la comida familiar que tenía al día
siguiente.

Deseo (Marc Bartra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora