Capítulo 16

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Didac:Un placer verte, Marc
Didac le tendió la mano y Marc la estrechó después de mirarla fijamente
unos segundos. Era encantador pero a Marc le caia mal . Había algo en él que le chirriaba, algo falso que le llevaba a desconfiar. Con esa sonrisa que esbozaba, le daban más ganas de partírsela que de tomarse unas
cervezas con él.

Didac:Es curioso que Ana nunca me haya hablado de ti. Conozco a todos sus amigos.
Marc tampoco le caía bien al tipo y no le importó lo más mínimo. Miró a Ana, reprochándole que le tachase solo de amigo del internado, como si
fuese un simple compañero con el que había compartido una tarde de matemáticas.

Marc:Sí, muy curioso —respondió Marc a su vez, y notó la advertencia en los ojos de Ana—. Como también es curioso que Ana no me hablase nunca de un prometido. Esas son cosas que se les cuenta a un amigo, ¿no crees?
Ni siquiera sabía por qué estaba cabreado. Era él quien había dicho de hacer borrón y cuenta nueva, empezar de cero pero le había repateado escuchar de boca de Ana que era un compañero de clase. Y nada más. Les tenía delante, con Didac aun sujetando a Ana por la muñeca y se notaba que habían compartido algo.
Un algo lo bastante profundo y serio como para pensar en dar un paso más y comprometerse.
Y sintió algo removerse dentro de él.
Tenía ganas de coger a Ana de los hombros y zarandearla y lo haría porque estaba celoso de una forma que nunca creyó posible. Jamás pensó quepudiese darse la ocasión en la que él sintiera celos de algo relacionado con
Ana pero ahí estaba, fulminándola con la mirada y prácticamente temblando de enfado apenas contenido.
¿Cómo podía Ana haber llegado a comprometerse con alguien cuando él
era incapaz siquiera de superar la barrera de los seis meses con una chica? No le entraba en la cabeza y le daba rabia que fuese así. No es que le desease ningún mal a Ana, todo lo contrario, se alegraba de que las cosas le fueran bien pero quería que a él le fuesen mejor. Era tan sencillo como eso.
Tan sencillo… y tan infantil.

Didac:Qué te parece si quedamos esta noche y cenamos? —estaba diciendo Didac y Marc  notó la negativa de Ana antes incluso de que esta dijese nada.
Se deshizo del agarre de su ex prometido y retrocedió medio paso—.
Tenemos muchas cosas de las que hablar.

Ana:Vuelvo a Roma esta tarde —se excusó Ana y se veía que preferiría  estar en cualquier lugar menos ahí—. Didac Acabó y ya está.
Didac  apretó los labios y soltó una amarga sonrisa. Marc habría sentido lástima por él si no fuera porque le transmitía cierta animadversión. No sabría decir de qué se trataba, pero tenía algo que no le gustaba. Miraba a Ana con algo parecido al anhelo pero ella se mantenía firme y tiesa, como una diosaante un súbdito que no merece mirarle siquiera. Didac hizo el intento de decir algo pero adquirió cierta sensatez y cerró la boca. Conocía a Ana y sabía que,
cuando se ponía en una postura, era complicado moverla de ahí. El pobre  desgraciado ya podría decir misa y recitar todos los poemas y sonetos que se le ocurriera: Ana no pensaba ceder.

Didac:Me alegra ver que estás bien. Sigues estando preciosa.
Ana se tensó al ver que Didac se acercaba para besarla pero se limitó adarle un pequeño beso en la mejilla y se separó enseguida. Se despidió de
Marc con un asentimiento de cabeza y se alejó de su mesa, en dirección al fondo. Tanto Ana como él le siguieron con la mirada y escuchó como ella soltaba un suspiro cargado de alivio. Se dejó caer en la silla y trató de parecer normal sin conseguirlo. Le temblaban las manos y parecía descompuesta.
Marc tomó asiento delante de ella, como antes, pero no abrió la boca. La miraba como si fuese la primera vez que lo hacía.

Marc:Así que… ¿antiguos compañeros de internado? —dijo por fin y eso consiguió que Ana dejase de auto compadecerse y le mirase.

Ana:¿Qué? —soltó una risotada incrédula—.

Marc :¿Eso es lo único que éramos para ti? ¿Compañeros y nada más?

Ana:Marc  tuvo ganas de zarandearla. Por el contrario, se limitó a cruzarse de brazos—.no tienes ningún derecho a ello, Marc

Marc:Por qué no? Es tu prometido, se supone que no deberían de haber secretos entre vosotros.

Ana:Ex prometido —matizó. Hizo una mueca de desagrado—. Y no puedes reprocharme nada porque tú eres el primero que ha mantenido lo nuestro ensecreto. ¡No se lo has contado ni a tu mejor amigo! Así que eres el menos adecuado para ofenderse por esto. Si yo soy tu secreto, tú también eres el mío.

Deseo (Marc Bartra)Where stories live. Discover now