Capitulo 1

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Barcelona 2016
Abril no es que fuera un mes especialmente frío, pero el fresco de Barcelona la tenía tiritando. Maldita idea la suya de sacar su vena coqueta, poniéndose un vestido negro por la rodilla, y unos zapatos de tacón en vez de unos pantalones cómodos y unos zapatos que no torturaran sus pies.
Vanidad es tu nombre, mujer —murmuró para sí, alzando el cuello del abrigo, protegiéndose del airecillo que le entraba por la nuca. Se estremeció.
Miró con anhelo el interior del restaurante. Los comensales, calentitos y alejados del frío de la calle, disfrutaban de su exquisita comida, del vino, las charlas y la compañía. El estómago le rugió de hambre. Había trabajado esa
mañana, y fue una suerte que tuviera la maleta preparada porque, sin apenas tiempo para comer, corrió al aeropuerto. Llegó a Barcelona con el tiempo justo para registrarse en el hotel y cambiarse de ropa para la cena para la que había quedado.
Trataba de limitar sus viajes a Barcelona a cuestiones de trabajo, pero había veces en que no podía evitar ceder a la entusiasta insistencia de sus amigos para cenar. Las llamadas telefónicas o las charlas por vídeo-llamada les sabían a poco a todos. Tenía una reunión con un cliente el domingo por la mañana, a primera hora, pero mientras tanto disfrutaría de la compañía de sus
amigos, cosa que no siempre era posible viviendo cada uno en un país distinto.
Aleix y Laura , casados hacía un año , eran lo más parecido a una familia que Ana había tenido nunca. Antes de su marcha a Italia, hacía diez años ya, no dejaron que la distancia se interpusiera en su amistad, e hicieron todo lo posible para no perder el contacto.
No todos entendieron su decisión de irse, pero también era cierto que solo
había una persona que conocía la verdadera razón por la que se subió a aquel avion ,Ana Martinez se había marchado a Italia a estudiar, como muchos otros jóvenes antes que ella.
La impuntualidad no era un rasgo que uno asociaría a Laura y a Aleix, y no pudo evitar preocuparse. Pero después de estar, lo que le pareció una eternidad, esperando, tiritando y escuchando rugir a su estómago, escuchó unos pasos corriendo en su dirección. Al girarse se encontró con su amigo, caminando apurado hacia ella. Sonrió feliz al verlo. Adoraba a aquel chico, y puede que el enamoramiento que tuviera por Aleix cuando estudiaban juntos se hubiese esfumado, pero seguía sintiendo un tremendo cariño por él. Era su ángel de la guarda, como lo llamaba muchas veces, para después echarse a
reír al ver al grandote de su amigo sonrojarse como un colegial. Aleix fue ese apoyo incondicional en un momento doloroso de su vida, y le debía haber estado a su lado sin reservas.

Aleix:¡Sentimos el retraso! —se disculpó, jadeando por la carrera. Le dio un sentido abrazo, y Ana cerró los ojos, dejándose envolver por su calidez.

Ana:¿Sentimos? Creo que has perdido a tu esposa eh —bromeó,
mirando tras él. Aleix soltó una carcajada antes de girarse hacia Laura que caminaba con tranquilidad hacia ellos.
La pareja no podía ser más diferente pero, al verlos juntos, uno no podía
evitar pensar que estaban hechos el uno para la otra. Hacían una pareja
envidiable. También sus profesiones eran totalmente opuestas.
Mientras Laura estaba como ginecóloga interna en un hospital, Aleix trabajaba como piloto de moto GP .

Aleix:Llevas mucho rato esperando?

Ana:Un ratito —se estremeció, frotándose las manos con fuerza—. Estaba quedándome helada aquí fuera.

Aleix:¿Y por qué no has entrado? Hemos reservado mesa.
Laura tomó la delantera, yendo hacia la puerta del restaurante.

Ana:Me parecía algo triste y humillante esperar dentro —reconoció, un tanto avergonzada. Aleix la miró con una ceja alzada, pero sus ojos brillaron de humor. Laura no se cortó y soltó una risotada. No os riais, pero he visto suficientes películas para saber que todos hubieran creído que me
habían dado plantón.
Había fingido un tono dramático, y ella misma se echó a reír por lo tonto
que había sonado. Se apoyó en Aleix cuando él le pasó un brazo por los
hombros y la apretó contra él. Era increíble cómo, en un gesto tan sencillo como aquel, podía decirle y transmitirle tantas cosas.
Suspiró de gusto al entrar al restaurante, dejándose envolver por la calidez y el aroma delicioso de la comida. Su estómago volvió a rugir de hambre y, para diversión de sus amigos, Ana tuvo la decencia de bajar la mirada,avergonzada.

Deseo (Marc Bartra)Where stories live. Discover now