Capítulo 58. Sorpresas y mas sorpresas.

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John Wells.


Los rastros que encontré, parecían pertenecer a un ave, un ave muy grande, sus pies son como las de un águila, Clarissa seguía colgando de mi espalda, ella estaba muy preocupada, podía sentir el latido de su corazón, está nerviosa, además, con esta oscuridad, ella no es capaz de ver mucho.

—Los lobos están siguiendo a la bestia, así que debemos apurarnos a encontrar su ubicación.

Caminando por el bosque oscuro, vi a pequeñas figurillas volando por ahí, eran diminutas personitas con alas como de mosca, volaban alrededor mío molestándome con sus ruidos de mosquito, además emitían luz como las luciérnagas.

Así que sin remordimientos aplasté un par de ellas con una palmada.

—John, son hadas, no las mates —me regaño Clarissa.

—Lastiman mis oídos, su ruido es demasiado fuerte.

—no está bien aplastarlos, míralos, están asustadísimos —las mosquitas se fueron, tenían muchísimo miedo de mí.

Entonces escuché el aullar de uno de los lobos, parecía herido y pidiendo ayuda.

—Rápido —dije saltando a un árbol y apurándome.

Lo que encontramos era absurdo, un extraño monstruo, una lagartija gigante con alas, al verme llegar dejo caer al lobo, los orcos estaban rodeando a la bestia.

—Un hombre lobo, extraño, se supone que esas bestias están extintas —dijo la criatura, emitiendo una voz grotesca.

—¿Qué es esa mierda? —dije con algo de duda y curiosidad.

—"Jamás leíste historias de fantasía, esto sería considerado un dragón" —me dijo Clarissa al oído.

—Un lenguaje extraño, no veo de donde salió dicha lengua —agregó la criatura—. No puedo entenderlo para nada.

—Eso es obvio criatura, este lenguaje lo creo nuestro señor, John Wells.

—Un semi orco —respondió la lagartija.

—Marita, ¿Por qué estás aquí?

—Escuché que encontraron una mazmorra, me pareció muy interesante y vine a investigar.

—Eres una niña, no deberías estar aquí —la regañó Clarissa enojada.

—Maestra, es mi deber documentar e investigar.

—Interesante, no sabía que una semi orco pudiera ser tan inteligente, que edad tienes pequeña.

—2 años —respondió Marita—. Aunque eso no es impedimento para mi investigación.

—Eres muy joven.

Cubrí con mi cuerpo a la pequeña.

—Tengo milenios de vida, es común ver al hijo de orcos y humanos, pero es la primera vez que encuentro a una chica tan inteligente —dijo la lagartija—. Esto debe ser obra de tu señor, ese John Wells del que hablas.

—En efecto, creo que el nivel intelectual y cultural de nuestro pueblo creció enormemente gracias al genio, John Wells, nuestro amado Rey.

Marita parecía muy entusiasmada, ahora es cuando puedo ver que realmente es una niña pequeña.

—Marita, regresa a casa, es una orden —le dije, por supuesto mi voz se volvió muy gruesa, tanto que causo que la pequeña se estremeciera.

—Regresen con ella —le dije a uno de los orcos, que parecía herido—. Y llévate a tu compañero.

John Wells. Reencarnación.Where stories live. Discover now