EB: El beso del baño

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-¿Apoco sí son novios?-preguntó de pronto un chico, mirando en nuestra dirección con una expresión suspicaz.

Mi amigo volteó a verme con miedo, quizás de herirme o quizás de mentir, pero por alguna razón yo me sentía extrañamente tranquilo y simplemente le devolví la mirada, esperando a que contestara la pregunta para ver qué tan lejos estaba dispuesto a llegar por el plan.

-Pues sí, ¿si no por qué lo estaría diciendo?-contestó él.

-Es que como nunca nadie los ha visto besarse ni nada pensábamos que apenas estaban viendo qué onda.-respondió otro chico de nuestra clase.

Yo desvié la mirada. Ese era uno de los puntos que más me habían hecho dudar cuando habíamos comenzado con el plan, por lo que le había dejado claro a Aristóteles que probablemente íbamos a tener que comportarnos en público como novios, tomándonos de las manos, abrazándonos, besándonos... y aunque él había aceptado de inmediato no lo habíamos hecho.

Por mi parte no quería incomodarlo forzándolo a mostrar afecto hacia mí, aunque a juzgar por los comentarios de nuestros compañeros me estaba dando cuenta de que el contacto físico era una parte importante si queríamos seguir con el plan.

-Ya déjenlos, mejor hay que seguir jugando.-interrumpió Carla, sacudiendo su mano enfrente de ella.-Yo digo que pasemos de una vez a la ronda de preguntas, ésta ya se puso aburrida.

Nadie objetó y pronto el juego reanudó su curso, comenzando con los cuestionamientos incómodos que yo no estaba suficientemente borracho para responder, así que recordando la conversación que habíamos tenido Ari y yo camino a la fiesta, separé su mano de mi pierna para entrelazar sus dedos con los míos y me levanté para que me siguiera.

-Vamos.-susurre, y comencé a avanzar con mi brazo doblado detrás de mí en una posición incómoda, pero no quise romper el contacto así que apreté los dientes y seguí mi camino.

Pasamos entre adolescentes que bailaban y conversaban ebrios, riendo de tonterías y sacudiéndose al ritmo de una canción de reggaetón que me taladraba los oídos. Finalmente divisé la puerta que buscaba y la abrí sin siquiera molestarme en tocar, metiéndome en el baño con Aristóteles detrás.

Cerramos la puerta detrás de nosotros, sumirgiéndonos en la oscuridad inevitablemente.

-¿Ves dónde está la cosa para prender la luz?-pregunté en voz baja.

-No.

-Bueno, equis. Nos quedamos así, no pasa nada.-dije con la voz trémula y sintiendo como el calor de su cuerpo chocaba con el mío.

Nos quedamos en silencio un momento, y yo intenté divisar el rostro de mi novio falso solo iluminado por el contorno de la puerta sin mucho éxito.

-¿Por qué me trajiste aquí?-preguntó, tomándome por sorpresa.

-Pues porque el juego estaba de hueva y de todas formas teníamos que hacer eso de dejar que nuestros compañeros sacaran conclusiones, ¿no?

-Ah, sí es cierto.-respondió él recargándose en la pared para sentarse apoyado en ella con los ojos entrecerrados.-Se me había olvidado.

Y pensar en lo preocupado que eso parecía tenerlo horas antes...

Me sentía algo mareado después de beber tanto en el juego por lo que decidí acompañar a Ari en el suelo, el único problema es que era un baño muy reducido y tuve que sentarme completamente pegado a él entre el lavabao y la pared, haciéndome consciente de que cada centímetro de su costado estaba presionado contra el mío.

De pronto divisé lo que habíamos estado buscando al entrar: el apagador. Sin embargo cuando estaba a punto de decirle a Ari que lo había encontrado, algo me detuvo. Quise decirme a mí mismo que solo era el alcohol tomando malas decisiones por mí pero en el fondo sabía que estar ahí con él en la oscuridad, con nuestros cuerpos en contacto, era algo con lo que había soñado más de una vez.

El Plan de la Azotea | AristemoWhere stories live. Discover now