Epílogo

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El día más feliz de mi vida

Estaba nerviosa, muy nerviosa. Nunca antes había sentido esto, tenía ganas de chillar, y al mismo tiempo quería agarrar a alguien y empezar a zarandearlo sin parar.

—Estate quieta o no podré pintarte bien los labios.

Tenía harta a Carol, que intentaba maquillarme a pesar de que yo no paraba quieta ni un segundo. Entre eso, y la barriga de ocho meses que tenía, le resultaba muy complicado maquillarme correctamente.

Ella iba guapísima con su vestido largo de color turquesa, se le abría a mitad del muslo y la hacía lucir muy sexy. Además, el vestido era palabra de honor y se había recogido el pelo en una trenza de espiga, lo que dejaba sus hombros al descubierto. Se las había ingeniado para encontrar un vestido que quedase ceñido al cuerpo, pero fuera lo suficientemente elástico para cubrir el embarazo.

—¡Lista, estás preciosa!

Me miré una vez más al espejo, era increíble lo mucho que te cambia un vestido de novia. Escogí uno de tirantes, con escote en forma de pico y la falda acampanada, con mucho tul. Me encantaba. Y por suerte no necesitaba llevar taconazos, puesto que no se veían. Mi pelo caía prácticamente suelto por mis hombros, solo me habían hecho una pequeña corona trenzada decorada con alguna flor blanca.

—Pareces una princesa —mi hija de cuatro años me miraba boquiabierta, cosa que me hizo reír.

—Tú sí que pareces una princesa.

La cogí en brazos y Carol aprovechó para sacarnos una fotografía.

Sarah era uno de mis dos soles, el otro era Liam, un trasto de dos años que no paraba quieto.

Han pasado diez años desde que Ethan y yo empezamos nuestra historia de amor. Diez maravillosos años en los que hemos permanecido juntos y hemos superado cada uno de los obstáculos que se nos han presentado.

Hace dos años Ethan me pidió matrimonio, fue muy romántico, durante nuestro viaje a París junto a nuestra querida Sarah, su hermano, Amy y el pequeño Luc, que ya no es tan pequeño... Se quedaron con Sarah durante la noche y Ethan me invitó a cenar a un restaurante con vistas a la Torre Eiffel. Se arrodilló en cuanto nos trajeron los postres y me pidió matrimonio delante de todo el mundo. En ese momento estaba tan emocionada que ni me preocupé de que todos empezaron a silbar y a aplaudirnos. Como estaba embarazada de Liam, decidimos esperar un poco para celebrar la boda, y entre pitos y flautas al final pasaron dos años.

—Ya es la hora, ¿estás lista? —Amy abrió la puerta y sonrió—. ¡Estás espectacular! Ethan se va a quedar sin palabras al verte.

Cogí aire y lo aguanté unos segundos antes de soltarlo lentamente. Estaba muy nerviosa, pero una sonrisa iluminaba mi rostro en todo momento. Mordí mi labio inferior y salí de la habitación junto a mi hija, se la entregué a Amy mientras se despedía de mí con la manita.

—Aquí está el campeón que llevará a la novia al altar —Tom estaba esperándome junto a Liam y Luc en la salida al jardín donde se iba a celebrar la boda.

Luc me saludó con la mano y se escondió tras su padre, se había vuelto un niño bastante tímido. Liam se aferró a mi vestido y enseguida me agaché para darle un beso y cogerle la mano.

Cuando se abrieron las puertas del jardín volví a morderme el labio inferior. Al alzar la vista vi a Ethan mirándome embobado, como llevaba haciéndolo ya diez años. Sus orbes oscuros tenían ese destello especial que solo aparecía cuando me miraba. Nuestra pequeña Sarah se aferraba a la mano y al pantalón de su padre mientras esperaba inquieta a que me acercara. No pude evitar sonreír y mirar a Liam antes de empezar a andar hacia el altar, ellos eran mi felicidad, ahora y siempre.

El amigo de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora