Capítulo 46

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Excursión en barco

A las once de la mañana ya estábamos tirados de nuevo en la playa. Ethan me estaba poniendo crema mientras mi hermano se la ponía a Carol. Me los quedé observando hasta que Ethan me dio un pequeño pellizco en la espalda.

—Pareces una acosadora —susurró.

—No puedo evitarlo —me di la vuelta y le miré—. No entiendo nada, ¿a qué juegan?

—Lo mismo debían pensar de nosotros.

—No, todos daban por hecho que tú no me querías —me encogí de hombros—. A los ojos del mundo yo era la única tonta que no dejaba de insistir, la mosca pesada que revoloteaba a tu alrededor.

—Deja de decir tonterías —le miré de reojo, se notaba que no le gustaba el rumbo de la conversación, pero era la verdad.

Volví la vista a Carol, que ahora le ponía crema en la espalda a mi hermano.

—Vamos a por un refresco —mi hermano se levantó y Carol le siguió—. ¿Queréis algo?

—Yo no, gracias.

—Yo tampoco —dije mientras miraba al horizonte.

Pasaron gran parte de la mañana hablando solos en el chiringuito mientras Ethan y yo nos bañábamos en la playa y tomábamos el sol.

Sobre la una del mediodía volvimos al hotel, nos dimos un pequeño baño en la piscina, y a las dos de la tarde fuimos a comer. Volví a arrasar con la pasta y las diversas salsas, así como con los postres. Habían puesto pastel de queso, ¡mi favorito!

—¿A qué hora salía el barco?

Miré el reloj y me tranquilicé al ver que aún quedaban un par de horas.

—A las cuatro y media —respondí con la boca medio llena.

—Aún hay tiempo, además el puerto está aquí al lado, no tardamos ni diez minutos en llegar.

Después de comer fuimos a la habitación a descansar un poco. Ethan encendió la televisión y se estiró en la cama. Yo me acurruqué a su lado y no tardé ni cinco minutos en quedarme dormida.

—Levanta ya, dormilona —Ethan me dio un beso y abrí los ojos lentamente—. Ya casi son las cuatro, hay que irse.

Bostecé un par de veces antes de levantarme. Tenía puesto el bikini, no me lo había llegado a quitar, así que no tardé en arreglarme.

—Carol, ¿ya estás lista?

Abrí la puerta de su habitación y me la encontré besándose con mi hermano. No pude evitar soltar un grito y cerrar la puerta casi al instante.

—¿La de picar a la puerta te la sabes? —Carol parecía divertirse con la situación—. Podríamos haber estado desnudos.

—¿Pero qué dices? ¡Sabías de sobra a qué hora nos íbamos! ¡Ves con más cuidado! Lo último que quiero es ver a mi hermano tirándose a mi amiga...

—Ves tú con cuidado —dijo mi hermano pasando por mi lado.

Ethan intentaba contener la risa mientras miraba la escena desde la distancia.

—¿De qué te ríes?

—De que lo mismo debe pensar él de nosotros.

—Pues con más razón, que vigile lo que hace.

Una vez estuvimos listos, nos fuimos al puerto, el barco ya estaba esperando cuando llegamos, así que enseguida subimos. Aparte de nosotros cuatro, solo viajaba una familia con sus tres hijos, que debían tener entre ocho y catorce años.

Me senté con Ethan en la parte derecha del barco, y Carol y mi hermano en la parte izquierda. Me resultaba un poco incómodo cuando les veía besarse, pero en el fondo me alegraba por Carol. Ya veríamos si duraría al volver a casa... Ethan pasó su brazo por mis hombros y me acercó a él antes de robarme un beso muy tierno. Me abrazó aún más y apoyé mi espalda en su pecho, cosa que aprovechó para darme un par de besos en el cuello.

—¿Estás romántico?

—Contigo siempre —noté que sonreía contra mi piel.

Las vistas eran espectaculares: el mar brillaba bajo el sol, y el cielo no tenía ni una nube.

No tardamos ni veinte minutos en llegar a la isla. Era preciosa, toda llena de vegetación, sin casas ni gente que la ensuciase. En el puerto había un par de barcos más atracados, aun así, las playas estaban prácticamente vacías.

—¿Damos una vuelta antes de tirarnos a tomar el sol?

—Mejor.

—Nosotros nos quedamos en la playa —dijo Carol tirando de mi hermano.

—Vale, nos vemos en un rato —contesté mientras nos alejábamos.

Ethan y yo nos cogimos de la mano mientras nos adentrábamos en ese pequeño bosque lleno de vegetación. Nos paramos al lado de un árbol muy grande y viejo, Ethan me hizo un par de fotos sola antes de hacernos alguna en pareja. No tardé ni cinco minutos en colgar un par de ellas en Instagram para fardar un poco, tanto de novio como de viaje.

—¡Han quedado genial!

Volvimos a la playa cogidos de la mano, muy acaramelados, parándonos cada poco a besarnos y abrazarnos.

Carol y Derek estaban tirados en la arena riéndose mientras se acariciaban entre sonrisas pícaras.

Que asquito...

Me abracé aún más a Ethan mientras me reía pensando que ellos habían tenido que pasar por esto muchas más veces. Debían estar cansados de nuestras muestras de amor.

Nos quedamos un par de horas en la playa: bañándonos y riéndonos. De vuelta hizo una parada para hacer snorkel, y aprovechamos los cuatro para observar la fauna y flora marina de la zona.

—¿Os habéis fijado en esos peces tan pequeñitos?

—¡Tenían unos colores muy llamativos!

—¡Sí, eran muy monos!

Carol y yo nos reímos juntas mientras recordábamos los diferentes peces que habíamos visto.

—Yo he visto un pulpo —dijo mi hermano.

—¿En serio? ¿Tú también, Ethan?

—Yo no, pero sí que he visto un par de estrellas de mar.

—¡Nosotras también! ¡Son muy graciosas!

—Sí, la mayoría casi ni se han movido pese a que nos hemos acercado mucho —dije animada.

Vimos la puesta de sol desde el barco, abrazada a Ethan y con una sonrisa en el rostro.

Al volver al hotel eran las nueve de la noche, así que fuimos a cenar directamente. Después de eso estábamos tan cansados que lo único que nos apetecía era meternos en la cama.

El amigo de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora