Capítulo 38

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El regreso de Derek

Ya eran las once y media de la noche cuando alguien llamó al interfono. Ethan y yo nos miramos. Ninguno de los dos esperaba a nadie. Solté un suspiro y me levanté del sofá, pero Ethan me frenó para ir él. Una sonrisa adornaba mi rostro mientras volvía a acurrucarme en el sofá, pensando en lo mono y protector que podía llegar a ser. Seguro que no había querido que fuera a abrir yo sola por las horas, y por si era alguien extraño.

Ya habían dado tres anuncios seguidos y Ethan no volvía, así que decidí salir a buscarle. Supuse que no sería nadie importante, pero cuál fue mi sorpresa al ver a mi hermano ahí parado, frente a la puerta. Cuando nuestras miradas chocaron instintivamente retrocedí un paso y miré a Ethan: sus ojos reflejaban confusión.

—Hermanita, cuánto tiempo sin vernos —se acercó y me abrazó—. Estoy cansado, voy a dejar las maletas y me iré a dormir.

No entendía nada. Durante meses no habíamos hablado, y no porque yo no quisiera. Todo este tiempo nos había evitado. Por no hablar de lo mal que me lo hizo pasar cuando se enteró de lo nuestro, y de cómo había gestionado la herencia de mis padres... ¿Y ahora se presentaba en casa como si nada?

—¿Qué haces aquí? —atiné a decir.

—Adelantaron los exámenes, así que he vuelto antes —Ethan y yo nos miramos mutuamente, estábamos perplejos con la actitud de mi hermano—. Me voy a dormir, mañana quiero madrugar para ir a ver a Jenny.

—¿Cómo?

Casi me caigo de culo al oír eso.

¿Pensaba ir a ver a Jenny después de cómo rompieron? ¿Después de todo lo que ella ha sufrido?

—Que iré a ver a Jenny. Tendré que ir a ver a mi novia, ¿no? Hace meses que no la veo.

Ethan y yo nos miramos confundidos.

—Derek, ¿estás bien?

—¿Por qué no iba a estarlo?

—Jenny rompió contigo hace meses...

Noté que Derek se sorprendía, pude verlo en su cara.

—Es cierto —al decirlo se le cortó la voz, carraspeó y volvió a hablar intentando sonar seguro—. Qué tonto soy, ya no me acordaba...

Ethan miró a mi hermano con el ceño fruncido.

—¿Seguro que va todo bien?

—Claro, solo estoy cansado.

Dicho esto, subió las escaleras sin despedirse siquiera, y se encerró en su antigua habitación.

—Parece como si hubiera olvidado todo... Pero nos recuerda, es decir, no ha perdido la memoria, ¿no? ¿Se está haciendo el loco o qué pasa?

Debo reconocer que me agobió bastante pensar que mi hermano podía haber perdido la memoria. Ethan debió notarlo, porque me abrazó y me besó la frente.

La vibración de mi móvil me asustó. Al ver que era mi tía se lo enseñé a Ethan antes de descolgar. Después de hablar más de media hora con mi tía, me dejé caer sobre el sofá y miré a Ethan mientras me rascaba la sien.

—Mi hermano tuvo un accidente de tráfico hace unos días —Ethan frunció el ceño y puso una mano sobre mi hombro mientras yo intentaba no llorar—. Le quedaron secuelas, ha perdido algunos recuerdos. Mi tía habló con los médicos y creen que él mismo pudo haber bloqueado sus recuerdos más dolorosos, de forma involuntaria, claro.

—¿Y cuándo volverá a recordar?

—No lo saben, ni siquiera tienen claro que pueda volver a recordar.

Ethan se llevó una mano a la nuca y suspiró.

—Por nuestra parte, supongo que da igual —se encogió de hombros—. Es decir, es tu hermano y mi mejor amigo, yo puedo perdonar todo el daño que me ha hecho, y más en esta situación. Supongo que tú también —asiento con la cabeza—. Lo que nos hizo, ahora, es lo de menos. El problema está en que tendremos que decirle de nuevo que estamos juntos. Y, sobre todo, que Jenny está con otro...

Me dejo caer sobre el pecho de Ethan y cierro los ojos.

—Tenemos que pensar en cómo decirle que estamos juntos. No quiero pasar por lo mismo dos veces.

—Tranquila dulzura, mañana mismo se lo explicaremos nosotros, así evitamos que vuelva a descubrirnos y malinterprete las cosas.

Me perdí completamente en esos ojos que me hechizaban, se acercó lentamente a mis labios y me besó con cariño.

—¿Tendremos que dormir separados?

Le hice un puchero y sonrió, besó mi frente y me acarició el cabello con mimo.

—Solo por esta noche —puse mala cara para dejar claro que no estaba conforme—. Prometo recompensarte, preciosa.

Me sonrojé al pensar en esa recompensa como algo sexual. Él lo notó y me dio un golpecito en la nariz.

—Eres una pervertida.

Me acerqué para besarlo con ternura, él me acogió entre sus brazos, recosté la cabeza sobre su pecho y sonreí. Podría quedarme ahí durante horas...

El amigo de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora