Capítulo 7

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La despedida

—Nerea cualquier cosa que pase o necesites, llámame, a la hora que sea –repitió mi hermano por enésima vez—. Y tú cuídala —le dijo a su amigo.

—Que sí, yo te llamo, no te preocupes.

Mi hermano cogió las maletas y las sacó de casa.

—¿Seguro que no quieres que te lleve al aeropuerto?

—No, tranquilo —le dio una palmada a Ethan en la espalda—. Me lleva Jenny, así me despido de ella a solas.

—Muy bonito, hermano —dije con sarcasmo—, muy bonito...

Todos se rieron y Derek vino a abrazarme, le correspondí el abrazo, cosa que no solía hacer. Normalmente, no me apetecía mostrar afecto a mi hermano, pero hoy era diferente: no sabía cuándo volvería a verle.

Llegó Jenny con el coche, lo aparcó en la entrada, abrió el maletero para que Ethan y mi hermano fueran metiendo las maletas y se acercó a mí con una sonrisa triste.

—Sé que vas a estar bien con Ethan, pero cualquier cosa me llamas, o vienes a mi casa, a mi universidad... Para ti estoy las 24 horas del día disponible, ¿vale?

Asentí con una tímida sonrisa y ella me abrazó. Sinceramente, adoraba a Jenny, aunque quisiera no podría tener una cuñada mejor. Siempre estaba pendiente de mí y me ayudaba en todo lo que podía. Era una chica demasiado amable y atenta. A veces incluso la envidiaba, si yo fuera así seguro que los chicos se fijarían más en mí.

—Ya está todo el equipaje en el coche —mi hermano se rascó la nuca y miró su reloj—. Deberíamos irnos, Jenny, son las once y media, y mi vuelo sale poco antes de las dos.

—Sí, mejor ir con tiempo, no vaya a ser que pillemos caravana... Además, tienes que facturar las maletas.

Vi que Derek asintió con los labios fruncidos. Al parecer le costaba despegarse de esta ciudad, y era normal, al fin y al cabo habíamos crecido aquí. Ver que no empezaba a despedirse me puso nerviosa, pensé que quizá no se atrevería, así que decidí dar el primer paso.

—Venga, vete o vas a perder el avión —le abracé y le di dos besos—. Espero que te vaya genial. Y ya que vas al extranjero sin mí, tráeme un regalito.

—Siempre aprovechándote de tu hermano...

Nos echamos a reír y enseguida vino Ethan a despedirse.

—Tú sí que sabes, me dejas de canguro de tu hermana y te vas al extranjero. Eres un cabrón —ambos se abrazaron, y aunque era una escena entrañable, y lo había dicho de broma, a mí me habían dolido un poco sus palabras—. A ver con quién salgo yo ahora...

—Pero si tienes a las chicas haciendo cola por ti, no creo que te cueste encontrar a alguien con quien salir.

Otro comentario estupendo... Puse los ojos en blanco y me mordí la lengua para no montar una escena.

—Nerea, tienes que aprovechar ahora que te quedas a solas con él –miré a Jenny con los ojos abiertos como platos mientras comprobaba que nadie más había escuchado ese comentario—. Sé que adoras a tu hermano, pero estás deseando quedarte a solas con Ethan.

—Claro —puse los ojos en blanco—, porque él es un caballero y nunca se trae a ninguna chica a casa... ¿Verdad?

Jenny soltó una carcajada, sabía muy bien que era un mujeriego.

—Yo le vigilo en la universidad y te voy informando, pero prométeme que intentarás que se fije en ti.

—Primero tengo que encontrar la manera de hacerlo... No quiero que se fije en mí como una más, ¿entiendes?

—Pues ataca con todas tus armas, que no son pocas —me guiñó un ojo—. Nerea, eres muy buena cocinera, entiendes de fútbol, sabes jugar a la consola, tienes un buen cuerpo, tus ojos verdes ofrecen una mirada preciosa... Te aseguro que cualquier chico que conociera todas esas facetas de ti caería rendido a tus pies.

—No es tan fácil, no a todos los chicos les atraen ese tipo de chicas. Mira a mi hermano... Tú apenas sabes jugar a la consola y no entiendes de fútbol, ni siquiera te gusta. Hay chicos a los que les gustan las inocentonas, a otros les van las provocadoras, atléticas, delgadas como un palo, con curvas... Para gustos los colores.

—Yo creo que a Ethan le gustas tú.

—Me conoce desde hace mucho tiempo, si le gustase ya habría intentado algo conmigo.

—Entonces se estará reprimiendo porque eres la hermana pequeña de su mejor amigo. Eso explicaría que sea tan mujeriego... ¡Sacia sus instintos más primitivos con otras mientras piensa en ti!

—No lo creo.

¿Cómo podía pensar algo así? Dudaba mucho que Ethan fuera así. Él no era de los que controlaban sus instintos por alguien: se acostaba con quien quería cuando quería. Dudo que mirase de quién era o dejaba de ser hermana... Probablemente, ni siquiera le importaba si tenía novio...

—¡Chicas, me tengo que ir ya!

La voz de mi hermano me hizo volver a la realidad. No era momento de preocuparse por esas cosas, tenía que despedirme de mi hermano, al fin y al cabo no le vería hasta navidades...

Tras un largo y silencioso abrazo, Derek subió al coche. Bajó la ventanilla a la vez que Jenny arrancaba y no dejó de despedirnos con la mano hasta que giró la calle. Ya se había ido, y después de todo, la despedida no había sido tan trágica como pensé en un principio.

Ahora debía prepararme y empezar a pensar en un plan, mañana mismo lo pondría en marcha. Decidí que lo mejor sería pensar por mi cuenta y luego llamar a Carol para comentar la jugada. Todo debía salir perfecto. Sin duda tardaría un poco en ver los resultados, pero si realmente salía como yo me imaginaba, acabaría saliendo con Ethan. Y, en parte, era gracias a aquella vez en que él me invitó a comer a un italiano, ahí me explicó parte de su vida, y aprovecharía toda esa información para que él, poco a poco, se diera cuenta de lo mucho que necesita a una persona como yo a su lado. Al fin y al cabo, según entendí, él añora tener una familia, alguien que le demuestre afecto y cariño, y de eso a mí me sobra.

El amigo de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora