Capítulo 19

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Problemas

La vuelta al instituto fue un caos, hacía días que no necesitaba las muletas, pero si hubieran dejado a una tortuga a mi lado me hubiese adelantado. Por suerte, Ethan me llevaba y venía a recogerme, así que solo debía ir de la entrada a clase y de clase a la entrada. A segunda hora teníamos examen de biología, lo sabía desde hacía días, pero me preocupé más de mirar muebles para el dormitorio que tendría con Ethan que por los apuntes. A pesar de todo, no me fue tan mal como esperaba, es decir, no sacaría mucha nota, pero llegaría al aprobado. Durante la hora del recreo noté que la gente empezó a mirarme y a susurrar. Cuando alguna chica pasaba por mi lado se reía y negaba con la cabeza. Al final me harté y entré en clase.

¿Es que nunca habían visto a una chica con la pierna vendada?

—¡Nerea, mira lo que me acaban de pasar por privado!

Carol vino corriendo hacia mí y me enseñó una foto, en ella salíamos Ethan y yo, era de cuando celebramos la fiesta de Halloween, y nos estábamos besando. Alguien había creado una cuenta pública en Instagram y había colgado esa foto con el siguiente comentario: «Al parecer, @ethan no tiene ningún problema en acostarse con la hermana de su mejor amigo @derek». La foto estaba llena de likes y comentarios asquerosos, tanto de chicas como de chicos.

Tenía una ligera idea de quién podría haber sido, especialmente porque sus amigas habían comentado, pero esto me parecía demasiado fuerte incluso para Rebeca.

¡Encima había etiquetado a Ethan y a mi hermano!

Empecé a hiperventilar al darme cuenta de que Derek vería esa foto en breves, si es que no la había visto ya. Ese pensamiento me revolvió el estómago. Estaba claro que se iba a enterar tarde o temprano, pero no debería haber sido así, tendría que haberse enterado por nosotros.

—Necesito irme a casa —susurré muy despacio—. No me encuentro bien.

—Llamaré a Ethan, con la pierna así es mejor que no vayamos en moto.

—No —contesté con un tono de voz demasiado elevado—. No le molestes. Mi pierna ya casi está curada.

De repente, como si estuviésemos conectados, me entró un WhatsApp de Ethan que decía: «¿Estás bien? Si quieres puedo ir a buscarte».

La había visto... Él también había visto la foto.

Cogí aire y tecleé: «No te preocupes, no quiero que te saltes clases, nos vemos en un rato».

La respuesta no tardó en llegar: «Como quieras, nena... Te quiero».

Sonreí como una tonta y contesté: «Yo también te quiero».

Cuando íbamos en dirección a casa de Ethan se me ocurrió una genialidad. Siempre me había portado bien y había agachado la cabeza, pero hoy iba a cambiar. Paramos a comprar una cadena antirrobo para motos antes de dirigirnos a la universidad de Ethan. Aparcamos fuera la moto, mi amiga me cargó a caballito para ir más rápido y entramos al parking, que por suerte no tenía cámaras.

—No hubiera salido mejor ni planeándolo —me dijo Carol con una sonrisa.

—Se nos ha olvidado un pequeño detalle —dije en un susurro y Carol me miró con el ceño fruncido—. No sabemos cuál es su moto.

—¡Claro que sí!

Buscó algo en su móvil y me lo enseñó. Era el perfil de Instagram de Rebeca, no solo lo tenía público, sino que tenía varias fotos con su moto.

—Vaya estúpida —sonreí—. No ha tapado ni la matrícula.

No nos costó mucho encontrarla. Sonreí con malicia mientras ponía la cadena antirrobo. Luego saqué un post-it de la mochila y escribí: «Como persona eres una mierda, aquí tienes tu karma». Ambas nos echamos a reír mientras hacíamos una foto a nuestra obra maestra. Más tarde, Carol creó una cuenta falsa de Instagram y subió la foto, no puso ningún comentario, pero etiquetó a Rebeca en la foto.

Mi móvil empezó a vibrar, era una llamada de mi hermano. Carol me miró con preocupación mientras rechazaba la llamada. De nuevo volvió a vibrar, ni lo miré, seguro que volvía a ser él.

Carol me dejó en casa de Ethan y se fue, había quedado con Fer para comer. Preparé brócoli y dos bistecs, por si Ethan venía a comer. Cuando miré el móvil de nuevo vi tres llamadas perdidas de mi hermano y otras dos de Jenny. Tiré el móvil al sofá y puse la mesa.

Escuché la puerta y salí al encuentro de Ethan, que me cogió de la cintura y me hizo girar antes de dejarme en el suelo y darme un dulce beso en los labios.

—Te veo muy animada teniendo en cuenta lo que ha pasado —dijo con una sonrisa en los labios—. ¿No tendrá esto nada que ver, no?

Miré lo que me mostraba en su móvil, era la foto de la moto de Rebeca que había colgado Carol. Una sonrisa se instaló en mi rostro y le miré intentando parecer inocente.

—Sabes que siempre me porto bien, eso no es propio de mí —le arrastré hasta la cocina donde tenía ya la mesa puesta—. Pero, de haber sido yo, estaría totalmente justificado.

—Sé que tú nunca harías algo así —me abrazó por detrás y se acercó a mi oído—. Pero se lo tenía merecido —me besó el cuello y me estremecí—. Bien hecho.

Mientras comíamos me contó la reacción de Rebeca, al parecer unos de su clase la habían grabado. Ojalá lo suban a las redes sociales.

—Me ha llamado tu hermano.

Me estremecí.

—¿Qué te ha dicho?

—No se lo he cogido.

—A mí también me ha llamado varias veces —me encogí de hombros—. Deberíamos decírselo, ¿no?

—Sí. Podríamos haber intentado inventar alguna excusa, pero después de lo de la moto queda claro que estamos juntos y que te ha molestado que se sepa.

—Lo siento, necesitaba sacar la rabia.

—No te preocupes, me alegro de que lo hayas hecho, alguien tenía que darle una lección. Y tu hermano se hubiera enterado tarde o temprano.

—Después de comer llamaré a Jenny, también me ha llamado, y seguro que ha hablado con Derek... Ella sabrá cómo se lo ha tomado.

Ethan me agarró la mano a la par que me dedicaba una cálida sonrisa.

—No te preocupes, todo irá bien.

Una sensación horrible invadió mi pecho, una mezcla entre angustia y soledad.

¿Y si mi hermano se lo tomaba a la tremenda? ¿Y si intentaba alejarme de Ethan? Con lo que me había costado que se fijara en mí... Solo eran cinco años de diferencia, y cumpliría pronto la mayoría de edad.

—No quiero separarme de ti.

—Y no lo harás —dijo con la voz más dulce del mundo—. Te lo prometo.

El amigo de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora