Capítulo 7

2K 273 11
                                    

El sillón de la habitación era incómodo; en esos momentos, lo único que Jimin deseaba era estar en su hogar descansando, no obstante, ya tenía la responsabilidad de quedarse por si el chico llegaba a despertar, puesto que necesita saber su nombre y preguntarle algunas cosas más. Probablemente el porqué había sido golpeado y lastimado con tal magnitud. Si iba a cuidar de él, era lo mínimo que tendría que saber.

El cansancio en su cuerpo era notorio, con marcadas y oscuras ojeras bajo sus ojos, y su desaliñada ropa. Cerró los ojos un momento, casi quedándose dormido, sin embargo, una rasposa voz lo sacó de su letargo.

—Pero qué... —Intentó incorporarse en la camilla, no obstante, un agudo dolor que recorrió desde su vientre hasta sus costillas, le hizo gemir de dolor al verse incapaz de realizar su tarea.

Jimin lo observó, levantándose rápido para acercarse a él y decir. —Vamos niño, no te muevas tanto, acabas de ser operado y tienes algunas costillas rotas. —Explicó tranquilo.

El chico volteó ante la voz del contrario. —¿Y tú quién diablos eres? —Su tono era cauteloso y frío.

—Más respeto para la persona que te salvó, porque no empiezas primero diciéndome tu nombre. Después me puedes agradecer. —Debido al cansancio, Jimin tampoco pudo evitar responder un poco malhumorado.

—Por qué tendría que hacerlo, nunca pedí tu ayuda, ahora solo quiero salir de aquí. — Entre gruñidos, intentó reincorporarse de nuevo, tratando de quitar la intravenosa en su brazo y la estorbosa sabana que lo cubría, para así, poder largarse de ahí. Sin embargo, la fuerte mano de Jimin se lo impidió, tomándolo por los hombros y empujándolo suavemente pero firme, de nuevo hacia abajo en la camilla.

—Primero que nada cálmate, estás en un estado un poco delicado chico, no seas insolente. Dime cómo te llamas, no dejaré que vayas a ningún lado al menos hasta que un médico lo indique.

Jimin observó cómo finalmente, el enfurruñado adolescente desistió de su tarea de huir del lugar al verse incapaz de lograrlo.

SeokJin por su parte suspiró resignado, incluso si estaba molesto, el mayor tenía razón, porque realmente se encontraba adolorido; recordó, el bastardo con el que había peleado, un completo hijo de puta que se habría aprovechado de la ventaja que tenía sobre él. SeokJin debió haber sabido que jamás ganaría contra un hombre que le doblaba en edad y le triplicaba en peso.

Volteó el rostro hacia la ventana, casi estaba amaneciendo. No sabía cuántas horas llevaba en el lugar, puesto que lo último que recordaba era a una bulla de hombres borrachos y a otro más grande que él golpeándolo sin piedad.

—SeokJin, Kim SeokJin. —Por fin respondió. Su tono fue bajo y serio, la voz rasposa debido a su garganta seca que en esos momentos solo pedía por un poco de agua; la cual, llegó segundos después, inclinándose con una mueca adolorida antes de dar un sorbo largo y volver a su posición inicial.

Después de algunos segundos oyó al hombre decir. —Bien, SeokJin, mi nombre es Park Jimin, he sido yo quien te ha traído al hospital cuando te encontré muy mal herido en la calle.

SeokJin lo miró con molestia; realmente no le importaba lo que había hecho por él, y por esa razón, no midió sus palabras cuando dijo, —¿y qué es lo que quieres que haga? ¿Que te agradezca por salvarme? ¿Que muestre respeto por lo que haz hecho? Si es así, nunca te pedí que lo hicieras. —Viró los ojos cruzandose de brazos. —Por qué no sólo llamas a un estúpido doctor para que me diga que ya me puedo marchar de este maldito lugar y yo pueda regresar a donde sea que vaya.

Jimin suspiró nuevamente, rodando los ojos por el infantil comportamiento del castaño. Aunque no se pudo negar que ya esperaba aquella reacción del menor. Entonces, ignorando las maleducadas palabras, respondió. —A eso mismo voy, no te podrás ir de aquí al menos por hoy. Después de eso, tengo que llevarte conmigo para que pueda estar observando tu recuperación. Como te dije antes, no puedes marcharte así como así; tu estado es delicado, acabas de ser operado y tienes algunas costilla rotas.  —Su voz fue seria y cansada.

Jimin observó la expresión casi horrorizada del menor, antes de que este finalmente respondiera.

—¡¿Y quién carajos te ha dicho que me quiero ir contigo para recuperarme?! No te conozco de nada idiota,  por qué debería de hacerlo, que si quieres secuetrarme o algo por el estilo. —Gruñó, casi alterado.

Ni siquiera yo se porqué lo hago. Pensó Jimin. Porque llevar al menor a su casa podría ser peligroso, pues tampoco le conocía de nada. No obstante, él ya se había comprometido a ayudar con su recuperación. Y tan serio como lo era a la hora de cumplir con su palabra, ya no había cabida para un posible arrepentimiento.

—Irás conmigo porque no pienso dejarte en la calle en el delicado estado en el que te encuentras. Además, estoy seguro de que ningún familiar vendrá a recogerte. Y por si fuera poco, tengo la suficiente buena reputación como para que se me permita llevarte a mi casa y cuidar de ti, al menos hasta que te recuperes. Entonces si, harás lo que quieras. —Se cruzó de brazos, observándolo fijamente. —Piénsalo, tendrás un techo, comida y lo necesario para tu recuperación.

SeokJin sintió la ira subir por su sistema, por supuesto que nadie iría a recogerlo; y quería gritarle al contrario, que era su problema como sobreviviría en su actual estado. Lo había hecho durante siete largos años, sin necesitar de nadie para salir adelante, Park Jimin, con sus arrogantes palabras, no iba a ser el primero.

No obstante, se quedó callado, las palabras atoradas en su garganta mientras observaba al peliplata con desprecio. Ya no quería discutir, su cuerpo protestaba cansado y débil.

Se dijo que por ahora lo dejaría pasar, de cualquier manera, SeokJin estaba seguro que podría escapar de donde sea que el mayor quisiera retenerle, ya fuera su hogar o el propio hospital. Pues para él, no representaba ningún problema.

Undisciplined [MinJin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora