Capítulo 22

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Había sido su culpa, siempre fue por él. Su padre lo odiaba, pero con justificada razón, según su criterio; su madre había muerto, porque no soportó seguir a su lado; y Baekhyun, su hermano mayor, también había terminado por irse cuando tuvo la más mínima oportunidad, dejándolo a su suerte. Pero, tampoco lo culpaba, a ninguno, tal parecía que antes de él su familia era eso, una familia.

Sin embargo, todo había empeorado con su llegada, realmente nunca supo porqué, pues Baekhyun continuamente le repitió que había sido lo mejor que pudo pasarle; aunque finalmente se hartó de tener que soportar los golpes debido a que siempre tenía que protegerlo.

Estaba bien, no culparía a nadie más que a él. No lucharía más contra los demonios que le atormentaban, intentando hacerse creer que él era inocente a ello, que nada había tenido que ver.

Por eso, cuando los recuerdos volvieron a su mente en forma de pesadillas, los dejó, dejó de luchar y simplemente permitió que la oscuridad se apoderara de su mente.

El pánico y el dolor nublaron su razonamiento, por lo que entonces se dijo que era correcto cargar con la culpa, pues había hecho sufrir a las personas que debían amarlo. A quienes el mismo SeokJin, debió amar y no dañar.

De pronto, se vio sumergido en una especie de agujero negro sin fondo, su cuerpo cayendo en una lenta travesía, donde miles de voces molestas le gritaban una y otra vez que era el único culpable; que incluso había asesinado a su propia madre, que su padre auto destruyó su vida por él.

Quiso llevar sus manos a sus oídos, pero no podía, era como si alguien hubiera extendido sus extremidades para atarlas en un invisible agarre, mientras continuaba cayendo en un abismo sin fondo.

Gritó, pataleó, intentó golpear. Pero nada funcionó, su cuerpo no lograba responder, era como si su mente estuviera fuera de sí.

Intentó distinguir entre las sombras que se extendían a su alrededor, que se volvían cada vez más grandes. Tenía miedo, todo era oscuro y frío; una invisible brisa mojaba sus cabellos, sus mejillas, pequeñas gotas heladas que rozaban su sensible piel y que le hacían estremecerse.

Y se asustó aún más, cuando aquella densa oscuridad comenzó a tomar forma en extraños seres que no logró identificar.

¡Fue tu culpa!
¡Tú arruinaste sus vidas!
¡Los arruinaste!

Voces deformadas y graves continuaron gritándole, las podía sentir tan cerca que incluso llegaron a lastimar sus oídos.

Intentó defenderse, porque de pronto, un agudo ardor se extendió por sus brazos. Era como si afiladas garras aruñaran sus brazos; a ello, se sumó un intenso dolor de cabeza cuando algo lo golpeó con fuerza. Una vez más, trató de cubrirse, sin embargo, nada funcionó; su cuerpo continuaba lánguido en la nada.

No sabía que hacer, finalmente, solo se le ocurrió gritar con la poca fuerza que todavía conservaba. Aceptó que ellos tenían razón, lo dijo tan alto como su lastimada y desgastada voz se lo permitió; era su culpa.

Fue su último recurso, esperando que ello por fin calmara las molestas voces; por un momento, pareció funcionar. Poco a poco la oscuridad comenzaba a alejarse.

Entonces volvió a gritar aquello que deseaban escuchar, porque solo quería hacer desaparecer las horribles imágenes.

Sin embargo, una nueva pesadilla lo asaltó. Esta vez, el rostro de su padre aparecía frente a su nublada vista, riéndose de él; las sombras a su alrededor parecieron seguir el ejemplo del hombre, burlándose de su desventaja.

SeokJin quería golpear sus oídos y dejar de escuchar las horribles voces; porque creía no poder soportar más el dolor en su cuerpo. Su cabeza palpitaba, sus brazos ardían.

Una vez más, gritó tanto como pudo, intentando moverse con desespero para que su cuerpo dejara el involuntario letargo.

Solo, por favor... Haz que pare. Rogó internamente, una y otra vez, ¿a quien? Ni siquiera Jin podría saberlo.

Pero finalmente, todo pareció desaparecer, así, tan rápido como había llegado. Simplemente se quedó ahí, varado en una densa y silenciosa oscuridad. Poco a poco, sintió su mente volver a su lugar, su cuerpo respondiendo a sus movimientos.

Sin embargo, todavía se encontró incapacitado de distinguir y mirar a través de la grisácea y fría neblina. Solo pudo sentir cuando un cálido toque lo envolvió, era tan suave que se sintió como seda acariciando su piel; un fuerte pero tranquilizante aroma también inundó sus fosas nasales; y suaves susurros y dulces palabras, llegaron a sus oídos.

No podía distinguir de quien se trataba, aquel que le sostenía para calmar la ansiedad en su cuerpo. Sin embargo, estaba funcionando, poco a poco alejando el miedo y dolor de su cuerpo.

Intentó abrir los ojos, porque de repente, su cuerpo parecía volver en sí. Cuando lo logró, una brillante y casi cegadora luz le hizo volver a cerrarlos.

Pero entonces lo vio. No supo cómo, pero ahí, frente a él, se encontraba aquel que durante largos y difíciles años anheló su regreso. No pudo evitar llorar como el pequeño niño que volvía a ser, abrazándose fuerte a la cálida figura y escondiendo su rostro en el pecho contrario. No le importó cuando las lágrimas se convirtieron en desgarradores sollozos, porque entonces sólo quería repetirle a la persona frente a él, cuanta falta le había hecho, lo mucho que le había extrañado; incluso que lo perdonaba, proque finalmente, no había sido su culpa cuando lo abandonó a su suerte.

SeokJin lloró en los brazos de su hermano mayor; lloró como nunca lo había hecho desde que era un pequeño niño de seis años.

Sin embargo, parecía que su mente aún se hallaba en un oscuro trance, porque entonces no había podido identificar que realmente no se trataba de su hermano. La misma jugaba con su realidad y estabilidad, quizás porque sólo deseaba darle un pequeño momento de felicidad.

—Baek, Baek. Volviste. Estas aquí... Te extrañé demasiado, Baek. Ya no te culparé por abandonarme, porque has vuelto, yo sabía que lo harías. Perdoname porque por mi culpa sufriste, por eso entendí que ya no quisieras estar más a mi lado, el motivo por el que te fuiste y nos dejaste. Pero... —Suspiró entrecortado y sonrió . —Ahora has vuelto y ya nada importa. —Escuchó su propia voz lejana, como si estuviera a metros de él, su vista aún nublada por la extraña luz brillante.

Aunque parecía que su mente había vuelto a él, todavía se sintió extraño. Era como si la misma hubiera bloqueado todo sentido de racionalidad para evitarle más dolor. No obstante, SeokJin no lo supo, por lo que continuó aferrándose al cuerpo que lo envolvía en su cálido toque mientras lo mecía suavemente.

Disfruto de la compañía, todavía creyendo que era su hermano quien había llegado para salvarlo de su tormento.

Poco a poco comenzó a tranquilizarse; ni siquiera fue capaz de percibir cuando la brillante luz desapareció, permitiéndole ver con claridad. Parpadeó repetidamente, intentando descifrar el lugar en dónde se encontraba; por fin se dio cuenta de que estaba en el suelo cuando observó el oscuro techo y la lámpara que colgaba de él. Y finalmente, su mirada se dirigió al hombre de cabello platinado que lo miraba con extrema  preocupación.

Había un extraño brillo a su alrededor; SeokJin no lo reconoció, probablemente imaginando que parecía un ángel que había llegado a cuidar de él. Pero incluso si no sabía de quien se trataba, no tuvo miedo, porque el peliplata le hizo sentir cálido y a salvo.

Y finalmente, dio una última mirada, reparando en cada detalle y facción del rostro del hombre, casi como si quisiera memorizar su semblante, sus expresiones; para así, intentar recordar algo sobre él.

Lamentablemente, sólo pudo hacerlo por breves minutos, antes de caer en la inconsciencia del sueño...

Undisciplined [MinJin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora