Capítulo 32

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Mis días no tienen sentido, mientras sigo pensando “mi fatal error”.
¿Cómo encontrar la pieza del rompecabezas?
Eres la pieza final pero se que no puedo tenerte.
Estoy perdiendo el control, ahora no soy capaz de contenerme y todo gracias a ti.












El quejido ajeno sólo logró que reaccionara energéticamente; sus manos serpentearon tocando y maltratando el débil cuerpo bajo él. Sus labios se movían sin cuidado, besandole con esmero.

El chico bajó el se removió, gimiendo necesitado. —M-Más...

Jimin no le hizo esperar, descendió sus besos por el delicado cuello, colando sus manos bajo la camisa del contrario y acariciando el pecho plano.

Se alejó solo un momento para poder apreciar la joven belleza bajo él, sin embargo, tan pronto su mirada se topó con el par de orbes negros que le miraban con deseo, el calor en sus sistema se redujo, como si un balde agua fría le fuera arrojado apagando las llamas en su interior.

Nuevamente estaba sucediendo, como cada vez que lo intentó.

Los músculos de su mandíbula se contrajeron en un doloroso apriete. No. Aquello no era lo que deseaba. El chico bajó él era hermoso, de ello no había duda, no obstante, aquellos orbes que le miraban, no eran los que él anhelaba;  tampoco el cuerpo que reaccionaba tan bien a su toque.

No pudo encontrar la confusa necesidad en el joven que acariciaba los músculos de su espalda; aquellos orbes negros no eran los que alguna vez le miraron cristalizados por el extraño deseo.

—¿Por qué te detienes? —El desconocido preguntó seductor, arrojándose de nuevo hacia él para besarle.

Inconscientemente Jimin se alejó, porque no, eso no era lo que él quería. No era el tímido chico que le había aceptado con temor pero con anhelo.

Maldijo en su interior antes de ponerse de pie y acomodar su desaliñada ropa.

—¿Pero qué...?

—Solo vete. —Dijo con brusquedad Jimin.

Escuchó un par de maldiciones en su dirección, antes de que el peso de la cama cediera y eventualmente la puerta de su hogar fuera cerrada de un portazo.

Jimin se sentó en su cama, recargando los codos en sus rodilla y sujetando su cabeza entre sus manos.

“Solo sácalo de tu sistema de una maldita vez, encuentra a alguien con quien pasar el rato y sigue con tu vida.” Cuando Taehyung le había dicho aquellas palabras, había sonado tan fácil de hacer, su primera reacción había sido intentar consumar el deseo de su cuerpo en otra persona.

Cada noche había sido lo mismo durante las últimas semanas, llevando a un chico diferente a casa; todos parecían tan iguales, compartían los mismos rasgos delicados y la suave y blanquecina piel, pero nunca eran él.

Entonces todo se volvía un caos en su mente, porque su cuerpo sólo reaccionaba a un solo rostro, a una sola persona. A quien no podía tener.

Así, cada chico terminaba yéndose de la peor forma, justo como ahora. Si solo necesitaba encontrar a alguien y sacar el creciente anhelo de su sistema, ¿como podría hacerlo si continuaba de esa forma?

Solo bastaba cruzar el pasillo frente a su habitación para llegar a él. Si tan solo sucumbiera a sus impulsos, podría, él podría...

Negó, sujetando con fuerza su cabeza entre sus manos.

Te aprovechaste de él una vez, no te bastó y aún quieres hacerlo, después de todo lo que ha tenido que pasar... ¿Como puedes ser tan malditamente desvergonzado? Le dijo una molesta voz en su interior.

De pronto, el ruido de la puerta principal siendo abierta llamó su atención, levantó la mirada con el ceño fruncido, poniéndose de pie para salir de la habitación hasta el lobby de la casa.

Ahí, de pie en la entrada, se encontraba el autor de cada uno de sus tormentos. El menor le miró cuando un extraño sonido dejó su garganta.

Jimin entornó sus ojos en dirección al castaño, apreciando las zonas rojizas en su mejilla y su labio roto y rojizo.

—¿En donde te has metido, SeokJin? Pensé que estarías en tu habitación. —Dijo calmo, notando también la desgarbada ropa que vestía.

—Tsk. ¿Solo si hago algo malo me notas?  —Susurró tan bajo que fue difícil entender sus palabras.

¿Acaso SeokJin...? No. Negó. Su mente confundida de nuevo quería darle segundas intenciones a algo que simplemente no las tenía.

Reaccionó cuando el menor intento pasar por su lado con un andar inestable. Jimin gruñó exasperado. —¿De nuevo has ido a ese maldito lugar?

SeokJin se sacudió del agarre furioso, antes de responder entre dientes. —Y qué si lo hice. No es tu maldito problema.

—No otra vez SeokJin. —Volvió a sujetarlo del brazo con fuerza. —No tienes un motivo malditamente válido para volver ahí. Recuerda que vives bajo mis reglas.

—Nunca me han importado tus malditas reglas. —Gruñó, retándole con una mala mirada.

Jimin respiró profundo, justo en ese momento no estaba de ánimos para soportar el infantil e insolente comportamiento del castaño. Había estado teniendo un montón de días de mierda que lo último que deseaba era una discusión sin sentido con SeokJin.

Inconscientemente su agarre se apretó en el brazo de Jin, pero este no se inmutó, continuó forcejeando para que le soltara.

—¿Por una maldita vez no puedes mantenerte fuera de los problemas? Me he quedado callado y te he estado soportando, pero comienzo a cansarme.

SeokJin entornó los ojos. —Nunca pedí tu ayuda.

Jimin rio sin gracia, acercándose más hacia el rebelde chico. —Eres malditamente increíble. ¿Qué pretendes al jugar así con mis límites?

¿Qué pretendía? SeokJin no podía saberlo, todo continuaba siendo tan confuso para él, le asustaba. Sin embargo, todavía quería probar al peliplata, tal vez, solo tal vez, necesitaba de su toque. Necesitaba su atención nuevamente sobre él, aunque que la mayor parte del tiempo le molestara.

No conocía el significado de los extraños sentimientos dentro de sí, pero durante los últimos días, ver a cada nuevo hombre que el peliplata traía consigo a casa... Despertaba un asfixiante pesar en su pecho; algunas veces incluso le hacía difícil el respirar. Se molestaba por nada y sólo quería gritar y patalear.

Justo ahora era un desastre, no sabía que más hacer para llamar la atención de Jimin, sin embargo, parecía que ya había logrado su cometido. Aunque todavía se sintió extraña la cercanía del mayor, podía sentir la caliente respiración de aquel contra su rostro; el varonil aroma le mareo, sintiendo sus piernas repentinamente flácidas.

Algo en su interior le dijo que esto le gustaba, se sentía peligroso y SeokJin era un experto en ello. Incluso si no podía conocer que eran todas esas extrañas emociones, todavía deseaba... ¿Qué? No estaba seguro.

Pero Jimin parecía conocer el sentimiento, porque lucía tan perdido como él.

—Eres jodidamente molesto. —Habló por fin SeokJin.

—¿Qué dijiste?

SeokJin nunca había visto aquella brillante mirada en el mayor, casi le hizo alejar la suya, pero se mantuvo firme, acercándose un poco más al caliente toque del más alto sin darse cuenta. —Lo que has escuchado, deja de meterte en mí maldita vida. Nunca pedí tu ayuda.

Finalmente la tensión que se había creado entre ambos, y que se había acumulado a lo largo de los días, explotó como fuegos artificiales en medio de la oscuridad. Chispas brillaron frente a los ojos de ambos.

Y aquello que SeokJin había estado necesitando sin saberlo, llegó como un par de labios que asaltaron los suyos con dureza.

Undisciplined [MinJin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora