Cuarenta y siete.

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—Le recomiendo que baje el arma —continuó el presidente

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—Le recomiendo que baje el arma —continuó el presidente. Pax había alzado el rifle en dirección a la ventana sin haberse dado cuenta. Ahora notaba que los soldados detrás ni siquiera habían pestañeado—. Cada vidrio que vea en el recinto está hecho de un material antibala —añadió con tal serenidad que el rifle en los brazos de Pax tembló. No lo bajó y Jaha pareció darse cuenta que no lo haría. Lo observó con la cabeza ladeada cómo daba unos pasos hacia delante—. No hablaremos hasta que baje el arma —repitió con detenimiento.

Pax se irguió en el lugar. Algo dentro de ella no le permitió dar un paso atrás con su. De reojo logró ver la silueta de Bellamy, quien observaba la situación descolocado; ni siquiera había alzado la pistola. Por un instante, Pax creyó que había intercambiado lugar con él.

—Muy bien... —susurró Jaha cuando Pax levantó el rifle con una mano como si estuviera rindiéndose y caminó hasta el lugar de la pared donde lo había tomado para colgarlo de vuelta. Jaha la observó con atención hasta que retomó su lugar frente al vidrio. El vice-presidente, Marcus Kane, no pareció alterado en ningún momento con sus manos unidas detrás y observando todo como si estuviera mirando una película por milésima vez—. Bien... —añadió, pasando los ojos a cada uno de los presentes dentro del cuarto—. Tenemos a Harper McIntyre, enfermedad de Huntington —nombró. Sus ojos se posaron en otro punto detrás de Pax—. Octavia y... —Miró a Bellamy—, su hermano, Bellamy Blake, que escaparon de nuestros soldados —continuó—. Clara Akiva, nuestra doctora —comentó y sus ojos se posaron en los de Pax—. Y Pax Wilder, Talasemia, controlada ahora, pero grave en sus días —dijo como si estuviera explicándole matemáticas a un niño—, tan grave que llegó a las transfusiones de sangre, ¿o me equivoco? —preguntó.

Pax tragó saliva. Buscaba desestabilizarla, pero no lo lograría.

—Veo que reuniste todos los datos, ¿cuánto tiempo te llevó? —cuestionó. Si bien sus manos sudaban del nerviosismo, su voz se mantuvo estable. Se sorprendió a sí misma. Semanas atrás hubiera roto a llorar ante tanta presión.

Jaha sonrió.

—No mucho —replicó sin alterarse—. Pero tenía que estar informado de las personas que lograron entrar a la casa de uno de mis políticos con la intención de encontrar nuestra base. Ni hablar luego de que secuestraran a una de mis doctoras y tuvieran la intención de cargarse de armas como si fueran a la guerra.

Pax ladeó la cabeza. Jaha parecía ser la clase de persona que hablaba sin soltar ningún tipo de información real.

—¿Dónde está Murphy? —cuestionó con la frente en alto.

—¿Dónde está John Murphy? —repitió incrédulo—. Creí que te importaría saber de alguien más —continuó con el mismo tono de voz.

Pax trató de encubrir su confusión cuando Jaha miró hacia el costado donde estaba la puerta, allí donde Pax no llegaba a ver qué estaba pasando. Jaha asintió y delante de la ventana apareció una mujer con el mismo color de cabello que ella, sus ojos claros que se iluminaron al instante en que la vio. Su madre se acercó al vidrio, apoyando ambas manos en este y Pax dio un paso hacia delante con la boca abierta y los ojos llenos de lágrimas. No había cambiado en absoluto desde la última vez que la había visto... ¿Podía ser real? La última vez que Pax se había visto en un espejo le había parecido una persona completamente distinta, ¿cómo era posible que su madre no hubiera cambiado tanto como ella?

Vagary I || Bellamy BlakeМесто, где живут истории. Откройте их для себя