Catorce.

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Al día siguiente, Pax despertó con un dolor en el cuello

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Al día siguiente, Pax despertó con un dolor en el cuello. Gruñó, estirando los brazos en el lugar. Su mirada cayó al instante en Octavia, quien seguía durmiendo con una línea de la luz del sol iluminándole parte del cuerpo. Giró la cabeza hacia las cortinas oscuras, donde provenía la luz natural. Se puso de pie, alejándose del sillón donde había dormido y se acercó a la ventana. Sin mover las cortinas, observó el exterior a través de la hendija. El vecindario era alumbrado por una luz brillante y calurosa. Ya no había rastros de los días lluviosos excepto por algunos charcos en la vereda y calle, que pronto se evaporarían.

Apoyó una mano en su nuca, masajeándose mientras sentía los primeros grados de calor. Aún llevaba el buzo puesto. Juntó las cortinas, dejando al sol del otro lado y la sala con Octavia sumida en una oscuridad.

No sabía dónde estaba Bellamy. Supuso que en la cocina. La noche anterior, luego de dejarlo solo, había vuelto a la sala y tomado asiento en el sillón. Su intención había sido despejarse un poco antes de ir en busca de una cama pero, al parecer, su cuerpo y mente habían encontrado una paz absoluta en aquella habitación, por lo que se durmió.

Se alejó de la sala e ingresó a la cocina, pero no había nadie allí. Le pareció extraño. Podía haber imaginado a Bellamy preparando el desayuno antes de apurarlas porque debían buscar a Harper para dirigirse a Nueva York.

Como no lo encontró, decidió que lo mejor era buscar el baño de la casa. Volvió hasta el pasillo y subió por las escaleras en silencio, rezando porque Octavia no oyera el ruido de la madera crujir bajo sus pies. Dudaba que despertara, Octavia estaba tan exhausta que ya podía verse despertándola porque debían partir.

Llegó hasta el piso superior y se detuvo en cuanto oyó un sonido. Su corazón se detuvo, recordando que no traía ningún tipo de arma para defenderse si se encontraba con un intruso. El sonido se repitió.

—¿Bellamy? —susurró en un hilo de voz, caminando hacia una de las puertas del pasillo.

Se detuvo dando un respingo cuando llegó al marco de una y Bellamy estaba de pie delante de un modular, claramente husmeando entre los cajones.

—¿Te asusté? —preguntó en voz baja. Su cabello estaba húmedo, con los rulos cayendo pesados sobre su frente—. Lo siento —añadió.

Pax sacudió la cabeza, ignorando su comentario.

—¿Qué haces? —cuestionó un poco más dura de lo que pretendía, sin moverse de su lugar.

Bellamy la observó un instante como si quisiera asegurarse que estuviera hablándole a él.

—Encontré una pistola —comentó, señalando el arma que yacía sobre el modular—. Es el mismo modelo que la mía —continuó. Vestía una remera azul de mangas cortas con un cuello en V, también él comenzaba a sentir el calor—. Necesito las municiones y quería saber si había más.

Ante la mención de las balas, Pax recordó al instante el sonido de la pistola al disparar y el cuerpo del hombre que la atacó en la escuela cayendo inerte. Sacudió la cabeza, cerrando los ojos, deseando quitar tal imagen de su mente.

—¿Estás bien? —preguntó, acercándose a ella. Pax sonrió, o al menos lo intentó.

—Jaqueca —replicó, pasando junto a Bellamy para ingresar a la habitación y observar la decoración.

A diferencia de la primera casa donde estuvieron, esta tenía un modular con un televisor y varias fotografías alrededor. En la pared frente a ella, estaba la ventana con cortinas blancas y, junto a la puerta, un ropero.

—¿Dónde estaba Octavia? —soltó, tomando asiento en el borde de la cama con su mirada en la televisión negra. Observó su reflejo por primera vez en días y debió bajar la cabeza cuando notó todos los finos cortes que cubría su rostro.

—Se las arregló para esconderse en la escuela —replicó Bellamy, acercándose a ella, aunque deteniéndose a una distancia prudente. Pax lo observó, parte de ella deseando que se sentara a su lado—. Los soldados atacaron durante clases. Ingresaron por la puerta principal y la de la cancha —continuó. Un escalofrío recorrió su cuerpo al imaginar un grupo de soldados cruzando la misma puerta que ellos días atrás—. Tuvo suerte porque había ido al baño. Pocos chicos lograron escapar.

—¿Y qué pasó con los que escaparon?

Bellamy se cruzó de brazos.

—No lo sé —replicó. En sus palabras Pax pudo notar el dolor por aquellas personas que, seguramente, no conocía—. Octavia decidió quedarse porque sabía que iría por ella —explicó y dejó caer los brazos a su lado. Pax esperó a que dijera algo más pero en su lugar, se acercó hasta tomar asiento junto a ella—. Estuvo comiendo lo que había en la cafetería —Tomó aire, sus manos unidas delante suyo—. Espero que los que lograron escapar estén bien.

Sonrió ante la forma tan suave en que había hablado. Bellamy giró la cabeza para encontrarse con sus ojos y, por unos segundos, se mantuvieron así. En silencio. Por primera vez, Pax notó las miles de pecas que cubrían su rostro moreno y la cicatriz vertical sobre su labio superior. También pensó en que era la primera vez que mostraba preocupación por alguien que no fuera Octavia o su ticket a Nueva York e intentó conectar a la persona que tenía junto a ella observándola de hito a hito con la persona que había disparado a matar.

Suspiró, bajando la cabeza hacia sus manos. Tal vez Bellamy tenía razón y lo que necesitaban ser era completamente diferente a quienes eran en realidad. Pero... ¿Cuánto tiempo podían aguantar actuando antes de convertirse en lo que juraban no ser? ¿Qué pasaría cuando salieran de aquella casa, que de alguna forma los protegía del caos, y se encontraran con más soldados o personas dispuestos a atacarlos? No quería pensar en eso ahora. Empujó las preguntas a un lugar recóndito en su mente y levantó la mirada, renovada en energías.

—Iré a darme una ducha —dijo. Bellamy, quien hasta ese entonces no había dejado de mirarla, asintió agachando la cabeza—. Y luego iremos por Harper —continuó.

Bellamy volvió a encontrarse con sus ojos. Tenía el ceño ligeramente fruncido y ladeó la cabeza antes de hablar. Pax, comenzando a sentir el calor en la habitación, supo lo que iba a decir antes de que abriera la boca.

—¿Estás segura que quieres ir hasta allí? —preguntó en un tono bajo como si temiera ofenderla, aunque ya fuera demasiado tarde—. Ya hemos pasado por mucho —añadió, claramente leyendo los pensamientos de Pax a través de su expresión de sorpresa.

—No me importa —replicó. Se abstuvo de ponerse en pie porque quería que Bellamy pusiera toda su atención en lo que diría a continuación—: La escuela no está lejos. Iremos después de desayunar y de ahí derecho a Nueva York.

Ante las últimas palabras, Bellamy asintió abatido. No podía replicar porque Pax tenía la última palabra en el asunto y, por primera vez, se sintió orgullosa de tener un as bajo la manga.

Se puso de pie.

—Nos vemos abajo —dijo, saliendo de la habitación.

Vagary I || Bellamy BlakeNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ