Cuarenta y tres.

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—No puedo creerlo —susurró, enderezándose en su asiento

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—No puedo creerlo —susurró, enderezándose en su asiento. Bellamy manejaba despacio a su lado. El puente hacia la ciudad de Manhattan estaba cubierto por varios vehículos abandonados que obstruían el paso. Bajo el manto de la tormenta y el cielo aún negro, solo podían ver lo que tenían ante ellos por las luces amarillentas de su propia camioneta.

—¿Sabes dónde vive? —preguntó Murphy en el asiento trasero.

—Claro que lo sé —replicó incrédula sin quitar los ojos de la ruta. Estaba exhausta pero no podía dejar de mirar con asombro cómo se hallaba el puente.

—Creo que deberíamos encontrar un lugar donde detenernos antes de seguir —comentó Bellamy en voz baja.

Pax lo miró con el ceño fruncido.

—Estás bromeando, ¿no? —repuso con una risa seca—. Ya estamos cerca —añadió, pasmada cuando Bellamy sacudió la cabeza.

—Estamos en un estado nuevo —replicó, echándole un vistazo antes de seguir con los ojos en el camino—. No sabemos cómo está... —Su voz se apagó y Pax miró al frente para encontrar la respuesta a su expresión preocupada. Habían bajado del puente y las calles estaban inundadas de agua como si fuera un océano.

—Bellamy tiene razón —comentó Octavia—. Es mejor que tengamos un techo sobre nuestras cabezas y no quedarnos varados aquí dentro cuando el motor deje de funcionar.

Sabía a qué se refería. Bellamy andaba con cautela pero el vehículo se abría paso entre el agua como si fuera un bote y no tardaría en detenerse.

—¿Dónde vive tu tío? —preguntó Bellamy sin mirarla.

—A dos cuadras del paseo de compras Chelsea —replicó automática.

—No es lejos —comentó—. Podemos quedarnos en un edificio y... —Se detuvo cuando el vehículo dejó de moverse, sumiéndolos en una oscuridad absoluta. Con la mandíbula tensa, giró la llave. La camioneta tembló y volvió a apagarse. Lo único que se oía era el repiqueteo de la lluvia sobre sus cabezas y el viento soplar—. Genial —susurró, echándose hacia atrás en el asiento y mirando por la ventanilla a su lado.

—Supongo que ya no tenemos opción —repuso Murphy con un suspiro.

Pax sacudió la cabeza frustrada. Esta no era la solución que estaba esperando pero tenían razón. No llegarían muy lejos sin un plan concreto, sin saber si aún había gente en la ciudad o soldados dando vueltas. Tampoco podían quedarse en la camioneta con el agua rodeándolos.

—Será mejor que busquemos un lugar —soltó—. Cada uno lleve un bolso y mantengan sus pistolas en alto —ordenó.

—Ten.

Frunció el ceño al brazo que se asomaba entre los asientos. Pertenecía a Murphy y sostenía una pequeña linterna hacia ella. La tomó, confundida.

Vagary I || Bellamy BlakeWhere stories live. Discover now