Vagary I || Bellamy Blake

Veintiuno.

—¿Dónde estabas? —se abalanzó Octavia en cuanto Pax cruzó la puerta principal—. Harper me dijo que...

—Sí —la cortó de inmediato. No tenía ganas de hablar. Se detuvo, haciendo que Octavia la imitara y vio al final del pasillo a Harper salir de la habitación de Bellamy—. Encontré el remedio —añadió, obviando ciertos detalles. El rostro de Octavia se iluminó de inmediato—. Pero necesito estar sola —añadió, retomando el caminar. No podía mirarla a la cara un segundo más sabiendo la clase de información que le estaba ocultando.

Llegó hasta Harper, quien se mantuvo a un costado, como si hubiera sabido que obtendría la misma respuesta que Octavia.

Pax ingresó a la habitación, cerrando la puerta tras ella.

Bellamy se encontraba en la misma posición que antes. Más pálido que nunca, con leve temblores y los pañuelos húmedos en los mismos lugares. Seguramente Harper los había recolocado.

Tomó el remedio y una botella de agua de la mochila. La pastilla era redonda, blanca y diminuta. Jamás había visto una medicina tan pequeña.

Ayudó a Bellamy a tragarla y, una vez que lo hizo, se debatió entre sentarse en la silla y esperar a que despertara o irse.

Podía sentir a Octavia desesperada caminando de arriba abajo del otro lado de la puerta y supo que lo mejor era que, cuando Bellamy despertara, viera a un ser querido como Octavia y no a ella. Además, tenía cosas que hablar con Harper.

Tomó aire, colgándose la mochila al hombro, pero no salió de inmediato. Estuvo se pie junto a Bellamy varios segundos y estiró la mano para quitarle la toalla; ya no sería de gran ayuda. Los rulos estaban pegados a su frente. Sonrió con cierta ternura y no se abstuvo en acomodárselos.

—No puedes morir —susurró como si estuviera contándole un secreto—. Tienes que despertar. Y pronto, por favor. —Mordió su labio inferior antes de salir de la habitación.

Apenas abrió la puerta se encontró con una Octavia impaciente y una Harper tranquila detrás de ella.

—Deberías estar con él cuando despierte —dijo Pax con una sonrisa, o al menos lo intentó. Ni siquiera logró encubrir el cansancio en su voz.

Octavia dejó caer los brazos a su lado antes de ingresar a la habitación, cerrando la puerta sin más que el silencio. Pax no se sintió ofendida. No podía imaginar lo ansiosa y frustrada que se habrá sentido Octavia mientras Pax estaba fuera buscando una solución. Las palabras que leyó en el libro volvieron a su mente. Se sintió sucia e inquieta por no haberle dicho la verdad... Pero tampoco podía hacerlo. ¿Cómo se suponía que debía abordar un tema así?

—¿Estás bien? —preguntó Harper, obligándola a volver al presente.

Pax dudó antes de responder. No tenía la energía para mentir, por lo que evadió la pregunta.