Siete.

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Abrió los ojos cubierta de sudor y con el corazón a punto de saltársele por la boca

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Abrió los ojos cubierta de sudor y con el corazón a punto de saltársele por la boca. Su pecho subía y bajaba con rapidez debido a su respiración entrecortada. Por un momento, sintió que se ahogaba en la oscuridad de la habitación y se desvanecía cuando no reconoció el colchón ni la persona que se encontraba recostada a su lado. Entonces, las imágenes del día anterior volvieron a su mente como una revelación de cámara fotográfica. Los ojos se le llenaron de lágrimas al darse cuenta que no había nadie en aquella casa que pudiera ayudar a calmar sus demonios. No conocía a Bellamy y el Victor que la atendía siempre en la farmacia también había desaparecido.

Se sentó en el colchón, quitando las sábanas del medio y poniéndose de pie con cuidado de no hacer ruido y no molestar la herida en su pierna.

Caminó a duras penas hasta la cocina a oscuras donde abrió la heladera, cegada por la luz y las lágrimas, buscó una botella de agua hasta que la encontró y se sirvió un vaso.

No sabía exactamente qué la había despertado de tal manera. No podía explicarlo con palabras. Era una sensación que había traspasado el plano de los sueños hasta la realidad y la había invadido de tal forma que fue imposible ignorarlo un segundo más. No había estado soñando, de esto estaba segura. Lo agradecía. Porque sabía que si su subconsciente se proponía recrear escenas, terminaría estancada en el disparo, la desaparición de Eleanor y Monnie... Las lágrimas volvieron a caer por su rostro, se apoyó contra la mesada y dejó el vaso a un lado con temor de dejarlo caer por temblor de sus manos. Fuera, la lluvia seguía cayendo con tal fuerza que tapaba sus sollozos.

Apoyó las manos contra sus ojos, intentando que las lágrimas se quedaran donde estaban. Era patética. Durante todo el día anterior no había derramado ni una lágrima y se las había arreglado para mantenerse entera ante el ataque en la farmacia, la herida que la dejó inconsciente y Victor.

—¿Estás bien?

Dio un respingo, girando sobre si misma para tomar el vaso. No había oído a Bellamy entre el sonido de la lluvia.

—Sí —replicó aún dándole la espalda. Bebió un poco de agua con temor de que fuera a darse cuenta que estaba llorando y pensara que era débil y no valía la pena acompañarla hasta Nueva York.

—¿Quieres hablar? —preguntó.

Pax bufó, sintiéndose asfixiada.

—No, gracias —dijo, dándose la vuelta cuando estuvo segura que su rostro estaba limpio de lágrimas. Por suerte, en la oscuridad no se verían las manchas rojas que quedaban en su piel tras un llanto. Bellamy estaba de pie en el otro extremo de la cocina. La poca luz que ingresaba desde la ventana de la cocina creaban sombras en todo su cuerpo y apenas lograba distinguir las expresiones en su rostro—. No me sentía muy bien —añadió tras el silencio por parte de él, como si estuviera esperando una explicación.

Lo distinguió asentir.

—Encontraremos a Simon —aseguró como si fuera lo único que necesitaba para hacerla sentir bien. Incluso cuando fue un intento fallido, Pax sonrió; aunque no estuvo segura de que Bellamy hubiera visto la sonrisa—. Vas a estar bien —agregó. Pax sintió una calidez en el pecho, empujando la soledad que había sentido. Aquellas palabras significaron más que las primeras. No solucionarían todo lo que estaba pasando por su mente, pero eran suficientes por ahora.

Asintió, acercándose a Bellamy.

—Es mejor que descansemos —dijo, pasando junto a él y adentrándose de vuelta en el colchón. Lo sintió acomodarse a su lado y le dio la espalda, en caso de que las lágrimas aparecieran una vez más.

Al día siguiente despertó debido al sonido proveniente de la cocina. Victor, quien ya se encontraba allí, estaba preparando el desayuno. A pesar del cuidado que tenía por no hacer ruido, Pax tenía el sueño ligero, a diferencia de Bellamy. Lo observó aún durmiendo y decidió no despertarlo.

Se puso de pie despacio, sintiéndose mareada al instante. La fatiga creció por su cuerpo y se apuró en un tomar una pastilla del frasco que había dejado en la mesa.

—Después de tanto estrés, es normal.

Levantó la mirada, sonriéndole con amabilidad a Victor. Estaba de pie bajo el marco de la cocina. Le echó un vistazo a Bellamy para asegurarse que seguía durmiendo antes de caminar hacia Victor y adentrarse junto a él en la cocina.

—¿Qué hora es? —preguntó, acercándose a la ventana y moviendo la cortina lo suficiente para encontrarse con el día nublado y una fina lluvia.

—Las seis —replicó Victor detrás de ella—. ¿Quieres? —Pax volteó hacia la taza de café que le ofrecía—. Hay tostadas —añadió, señalando con el dedo un plato con pan tostado y el frasco de mermelada abierto. Sonrió en forma de agradecimiento, tomando la taza y dando un sorbo—. ¿A qué hora se irán? —preguntó tras un instante.

Pax no se atrevió a mirarlo. Aún no podía creer que estuviera dispuesta a dejarlo solo en aquel lugar. Es decir, Bellamy tenía razón. Victor no mostraba señales de querer ir con ellos. Clavó su mirada en el cuerpo de Bellamy respirando entre sueños.

—Cuando despierte, supongo —replicó con sinceridad.

—Estarás bien —repuso Victor, haciendo que Pax posara su atención en él. Tenía otra taza entre sus manos—. Encontrarás a tu madre... —añadió.

Pax sonrió complacida al tiempo que la culpabilidad volvía a invadir su pecho.

—Victor... —Empezó, dubitativa. Ante los ojos inquisitivos de Victor, no tuvo más opción que continuar—. ¿Sabes lo que está pasando fuera? —inquirió en un tono de voz tan bajo que, de no haber estado en un lugar pequeño, Victor no la habría oído.

Los segundos en que tardó en responder, Pax creyó que nunca lo haría. Lo observó pensar por tanto tiempo que pareció una eternidad.

—Sé que aquí no han entrado —contestó con la mirada en el suelo, perdida en sus pensamientos y Pax comprendió que había más en la historia que lo que Bellamy había asegurado—. Y no sé por qué —añadió de tal forma que Pax sintió que se le rompía el corazón y, antes de que pudiera pensarlo dos veces, soltó:

—Ven con nosotros.

Victor levantó la cabeza hasta encontrarse con sus ojos. Una llama de esperanza creció dentro de Pax, la cual se apagó de forma abrupta cuando Victor sacudió la cabeza sin perder su sonrisa amable.

—Estoy bien aquí, Pax —repuso como un viejo amigo.

—Estarás mejor si vienes con nosotros —replicó, reacia a perder esta batalla. Mas, Victor volvió a sacudir la cabeza, tomando un sorbo del café.

—Estoy viejo —explicó—. No tengo nada allí fuera —continuó con el mismo tono de voz—. Y esta es mi casa.

Entonces, Pax comprendió que no había sido ella la única que había perdido a alguien en estas horas cruciales. Abrió la boca para protestar, decirle que aún tenía razones para vivir y que las encontrarían juntos, pero Bellamy se puso de pie, captando la atención de ambos. Victor tomó otra taza, le sirvió café y se la acercó antes de retirarse a su habitación.

Suspiró frustrada. No había nada más por hacer.

Vagary I || Bellamy BlakeWhere stories live. Discover now