Veinticinco.

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Tomó una vitamina cuando las piernas comenzaron a dolerle y la fatiga crecía en su cuerpo

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Tomó una vitamina cuando las piernas comenzaron a dolerle y la fatiga crecía en su cuerpo. Llevaban horas caminando si descanso, solo se detenían cinco minutos para descansar y tomar agua.

A medida que avanzaban los segundos, Pax sentía que desfallecería en cualquier instante. El calor se volvía cada vez más insoportable. La cabeza le quemaba como si hubiera tomado una ducha de agua caliente y el sudor cubría su cuerpo como si hubiera estado en una piscina. Sin embargo, no podía permitirse bajar los brazos. El paso era lento pero constante. Desde donde estaba, podía ver a Octavia cansada caminando junto a Bellamy, quien parecía ser el único con energías de reserva. Admiraba cómo se movía. Estaba alerta a cada movimiento, ojeaba las calles de arriba abajo en cada intersección y, si bien mantenía una conversación con Octavia, se notaba que no permitía distraerse. Le alegraba que estuviera hablando de vuelta con su hermana. Supuso que habían conversado el día anterior mientras Pax dormía en la habitación. Le hubiera gustado saber qué había pasado, pero no sentía apropiado preguntarlo.

—¿Estás bien? —preguntó Harper, arrancándola de su ensimismamiento.

Carraspeó, achinando los ojos para observar el paisaje que la rodeaba como si no hubiera pasado los últimos minutos admirando el caminar de Bellamy. Las casas se volvían cada vez más escasas, con más espacio entre sí. Debían de estar cerca de la ruta.

—Con calor —replicó tras unos segundos.

Harper caminaba ahora junto a ella.

—Ya hemos pasado varios autos vacíos, ¿cuándo tomaremos uno? —preguntó.

Se encogió de hombros. Ni siquiera ella sabía muy bien el plan.

—Cuando Bellamy lo decida —replicó sin mirarla. Suponía que Bellamy estaba esperando alejarse lo más posible del centro en caso de que se toparan con soldados, aunque no habían visto ninguno hasta entonces. Lo que llamó su atención. El día anterior habían patrullado la zona pero ahora era como si se los hubiera tragado la tierra.

—Hubiera jurado que Bellamy y tú estaban juntos —comentó Harper sin reparo.

Se detuvo de repente como si hubiera chocado contra una pared. Harper la imitó, mirándola extrañada y se obligó a continuar, soltando una risita para aliviar su pecho.

—Sí que sabes bromear —comentó. Era incapaz de mirarla porque temía que, de hacerlo, Harper pudiera leer todo lo que podría haber pasado entre ellos junto con la decepción que sintió tras el rechazo.

—Deberías haber visto mi cara cuando le pregunté a Bellamy —susurró Harper.

Esta vez, Pax la miró con el ceño fruncido. Harper la imitó.

—¿Qué le preguntaste? —inquirió, su voz más débil de lo que hubiera planeado.

—Cuánto tiempo llevaban juntos.

Sacudió la cabeza. No podía creer lo que estaba escuchando.

—¿Y qué te dijo? —soltó antes de que pudiera contenerse.

—Que te conoció el día del ataque —explicó—. Que cruzaron caminos en una farmacia... Te atacaron, ¿no?

Pax asintió al tiempo que se preguntaba qué había sentido Bellamy al oír la pregunta de Harper. ¿Había sido eso lo que lo había hecho cambiar de opinión respecto a lo suyo? ¿Podía ser que la conversación con Harper le recordara que estaba muriendo y que por eso no debía estar con Pax? Tensó la mandíbula sin lograr controlarse. De repente, la incertidumbre y decepción fue suplantada por un enojo que quemó su interior. Quería preguntarle a Bellamy la verdadera razón por la que no podía estar con ella. Por otro lado, quería comprenderlo, aunque era difícil, y también estaba enfada consigo misma por esto. En aquel mundo destruido, estar con Bellamy parecía lo más natural entre toda la locura que vivía día a día. Cuando casi la había besado, se había olvidado de todo. De la desaparición forzada de Eleanor, de Moonie, de su atacante, del disparo, de la persona que había asesinado... Todos los recuerdos horrendos se habían hecho polvo. Era imposible que Bellamy no sintiera lo mismo. Era improbable que Pax hubiera leído mal las señales... ¿No?

—Sí —replicó, a sabiendas que había tardado más de lo normal en responder pero contenta que Harper no hubiera insistido—. Mi rengueo es evidente, ¿eh? —comentó con una sonrisa. Intentó reunir todas las preguntas de su mente y arrojarlas en un pozo oscuro.

—Si Bellamy no me contaba, no me habría dado cuenta —dijo sincera—. Casi ni se nota —añadió.

Asintió. Era verdad. La herida había cerrado completamente y la única evidencia del ataque era un rengueo que pasaba casi desapercibido al menos que la otra persona prestara suma atención. Lo únicas heridas visibles ahora eran las finas y transparentes líneas rojizas de su rostro. La mayoría había desaparecido, aunque aún quedaban algunas por sus mejillas.

—Veo que te contó todo —repuso, echándole un vistazo. Caminaba cabizbaja.

—Le importas —dijo, mirándola a los ojos. El corazón de Pax se detuvo por un instante—. Es bueno tener a alguien que se preocupe por ti... —añadió. Su voz se apagó y carraspeó, volviendo su atención al frente.

Pax pestañeó varias veces, cayendo en la cuenta que no sabía nada de Harper.

—¿Cómo acabaste en el edificio abandonado? —preguntó en un tono bajo. Si bien Octavia y Bellamy estaban alejados de ellos, Pax quería que Harper se sintiera cómoda si quería hablar de lo que había pasado antes del ataque.

—Estaba en mi casa cuando los soldados entraron —empezó sin mirarla—. Mi padre estaba conmigo. Logré esconderme antes de que los soldados me vieran —Se detuvo, tomando aire. Pax pudo ver los fantasmas reflejados en su rostro—. Lo llevaron... Y no revisaron el resto de la casa —Esta vez, miró a Pax como si esperara ver su reacción. Abrió la boca para replicar, pero nada salió de esta. Era extraño lo que estaba contando. Al parecer, era lo que Harper esperaba—. Me alegra ver que no soy la única que no puede creer lo que pasó —comentó, volviendo su mirada al frente. Se encogió de hombros—. Era como si lo quisieran a él, nada más.

Pax bajó la cabeza, digiriendo lo que acababa de oír. Era curioso.

El sol estaba justo sobre sus cabezas y se le dificultó pensar cuando una migraña comenzó a nacer.

—Y luego fuiste al edificio —continuó. Quería seguir hablando de los soldados pero no sabía qué decir y tampoco podía permitirse pensar en semejante estado deplorable.

—Así es —replicó.

Se detuvieron cuando Bellamy y Octavia lo hicieron. Pax miró a su alrededor. Las casas habían desaparecido por completo, excepto por una silueta desdibujada más adelante y una que tenían justo ante sus narices. Era una casa de doble piso, típica de campo. A su izquierda, la ruta.

No sabía si saltar o permitirse respirar o reír... Habían llegado.

—Vayan a la casa —señaló Bellamy—. Fíjense que esté vacía, aprovechen antes de que partamos. Lo haremos de noche —explicó.

Octavia fue la primera en avanzar sin esperar más indicaciones. Estaba tan cansada que podía verse en su caminar. Harper la siguió.

—¿Tú que harás? —preguntó Pax al darse cuenta que Bellamy no tenía intenciones de ingresar con ellas.

—Chequearé el vehículo —replicó, señalando con la cabeza el garaje junto a la casa, donde podía verse una camioneta asomándose—. Deberías descansar —susurró. Pax volteó a mirarlo. El cuerpo de Bellamy, al ser alto, tapaba el sol, por lo que podía ver su rostro con claridad—. Todas deberían descansar —añadió como si no quisiera que Pax creyese otra cosa.

La decepción se instaló en su pecho, pero luchó por poner una sonrisa en su rostro.

—Nos vemos dentro —dijo, girando sobre sus talones para encaminarse hasta la casa.

Vagary I || Bellamy BlakeWhere stories live. Discover now